AfD permanece desaparecida del debate político de cara a la votación del domingo
22 sep 2021 . Actualizado a las 08:39 h.Solo han pasado cuatro años desde las últimas elecciones al Bundestag pero parecen muchos más. Y esa sensación no es solo por la ausencia de Angela Merkel en los debates electorales o el papel de favoritos que tienen los socialdemócratas -algo que no se veía desde hace 17 años-, sino también por la completa ausencia en el debate público de la populista Alternativa para Alemania (AfD). La formación xenófoba, racista y antieuropea está pasando casi desapercibida en los comicios al Parlamento federal del domingo, evitando las declaraciones estridentes y las provocaciones a las que tenían acostumbrados hace cuatro años.
Y es que los temas centrales de su discurso ya no provocan la agitación de entonces. En el 2017 venían en plena efervescencia tras la crisis de refugiados dos años antes, cuando Alemania recibió más de un millón de migrantes. Un hecho que la formación aprovechó para criticar fervientemente la política de brazos abiertos de Merkel y el presunto peligro de islamización en Alemania, lo que les hizo ganar adeptos.
De aquello solo quedan cenizas y de ahí que AfD se haya visto obligada a cambiar de estrategia. Los temas prioritarios ahora son la pandemia o la crisis climática y en ambos está en las antípodas del resto del arco parlamentario. AfD se presenta como un partido «liberador» frente «a los miedos» que impone una supuesta «industria del pánico» con la que, según el partido, se pretende «socavar» a Alemania. Su lema de campaña es «Alemania, pero normal», tras unas restricciones que implicaron el cierre de la vida pública durante meses.
Pero algunas cosas no cambian. AfD sigue apostando por reforzar las fronteras y tiene en los estados del este alemán su principal caladero de votos. Allí encontraron hace cuatro años a los desencantados de la vieja política y muchos estos no los abandonarán. En Sajonia, Estado federado oriental semillero de neonazis, será el partido más votado.
A nivel federal, la formación se mantiene en un 11 % de intención de voto, nada desdeñable teniendo en cuenta el absoluto aislamiento político en el que se encuentra. El cordón sanitario ha funcionado en Alemania escrupulosamente y cualquier conato de colaboración con el resto de partidos, incluso a escala regional, ha sido muy penalizado.
Además, el resto de partidos, los medios y los electores se han acostumbrado a su existencia, en contraste con la campaña del 2017, cuando eran los recién llegados que pretendían comer el pastel a la vieja política. «Somos el partido más aburrido de la campaña», reconocía un miembro de la ejecutiva de AfD.
Sus cabezas de lista, la economista Alice Weidel, de 42 años, y el maestro pintor de brocha gorda Tino Chrupalla, de 46, tienen muy difícil volver a colocar a AfD como principal partido de la oposición. Su caída en las encuestas (tuvieron casi un 13 % de votos hace cuatro años) y la subida de los Verdes como tercera fuerza lo colocarán en su papel de partido residual. Y la mayoría de los alemanes ya se ha acostumbrado.