Un foro devaluado por la ausencia de JxCat y con pocas perspectivas de alcanzar un acuerdo

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

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Imagen de la primera reunión de la mesa de diálogo entre el Gobierno y la Generalitat, celebrada  en La Moncloa el 20 de febrero del 2020, en la que participaron políticos independentistas que no estaban en el Gobierno catalán, como Elsa Artadi.
Imagen de la primera reunión de la mesa de diálogo entre el Gobierno y la Generalitat, celebrada en La Moncloa el 20 de febrero del 2020, en la que participaron políticos independentistas que no estaban en el Gobierno catalán, como Elsa Artadi. BORJA PUIG DE LA BELLACASA

El partido de Carles Puigdemont tensa la cuerda con ERC, pero no romperá el Gobierno catalán de coalición

15 sep 2021 . Actualizado a las 08:39 h.

La decisión de JxCat de boicotear la mesa de diálogo y su exclusión por parte de Pere Aragonès han trastocado el escenario político que se deriva de la cita de hoy.

 ¿Hay posibilidad de acuerdo en la mesa?

Resulta casi imposible, incluso aunque JxCat no participe. ERC acude para hablar de autodeterminación y amnistía. Y el Gobierno, sin negarse a que estén en la agenda, ya ha dicho que no hay nada que hablar sobre esas cuestiones porque están fuera de la Constitución. A Pedro Sánchez le interesa sin embargo mantener viva la mesa porque divide al independentismo, mientras él aparece como dialogante en Cataluña. Y a ERC también, porque puede mantener de cara a su electorado la idea de que fuerza al Gobierno (a España en su lenguaje) a hablar de autodeterminación. Además, una vez iniciado el diálogo, ni Sánchez ni Aragonés querrán ser el primero en levantarse de la mesa.

 ¿Qué es lo máximo que podría aceptar el Gobierno de Sánchez?

La representación del Gobierno se divide entre un sector menos proclive a un pacto que implique privilegios para Cataluña respecto al resto de comunidades (Pedro Sánchez, Félix Bolaños y la ministra de Política Territorial y portavoz, Isabel Rodríguez), y otro favorable a hacer un «traje a medida» para Cataluña (Miquel Iceta, la ministra de Transportes, Raquel Sánchez, del PSC, la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, y el ministro de Universidades, Manuel Castells). Aunque los dos de Unidas Podemos han defendido incluso el «derecho a decidir», los cuatro últimos secundarían la tesis del socialista Salvador Illa de celebrar un referendo pactado sobre un nuevo Estatuto con más autogobierno y una nueva financiación para Cataluña. Ese sería el límite al que podría llegar el Gobierno.

 ¿Tiene alguna utilidad una mesa sin JxCat?

A efectos prácticos, poca. En el improbable caso de que el Gobierno llegara a un acuerdo con ERC para cerrar el «conflicto» entre Cataluña y el Estado, ese pacto debería ser sometido a una consulta en Cataluña para ser refrendado. Y JxCat nunca va aceptar un acuerdo en el que no haya participado como actor principal. Ni siquiera aunque Aragonès arrancara las mayores concesiones políticas a Pedro Sánchez. El riesgo de perder ese hipotético referendo si los votantes de JxCat sumaran su voto negativo a los de la CUP, el PP y Vox sería demasiado alto como para que ERC lo asumiera. Pero, incluso aunque lo ganara, la inestabilidad en Cataluña seguiría garantizada ante el rechazo de las fuerzas independentistas más radicales.

 ¿Es la mesa un foro solo entre miembros de ambos gobiernos?

Eso dicen Pedro Sánchez y Pere Aragonès. Pero lo cierto es que en la primera reunión de esa mesa, el 20 de febrero del 2020, participaron personas que no formaban parte del Gobierno catalán, como la diputada de JxCat Elsa Artadi; la secretaria general adjunta de ERC, Marta Vilalta; el diputado de ERC Josep Maria Jové, investigado por el procés y el exjefe de gabinete de Joaquim Torra y Carles Puigdemont, Josep Rius. Nadie se opuso entonces a su presencia en la mesa.

 ¿Va a romperse el Gobierno de coalición?

Es muy improbable. Con vistas a las próximas elecciones, a Junts per Catalunya le interesa tensar al máximo la relación con ERC para erigirse en la genuina representante del independentismo rupturista frente a unos republicanos a los que pretende reflejar como colaboracionistas con el Gobierno de Madrid, Pero JxCat necesita también mantenerse en el poder. El hecho de estar en la Generalitat implica ocupar centenares de cargos públicos en los que colocar a sus afines y disponer de una buena parte de un presupuesto que supera los 30.000 millones de euros.

 ¿Podría ERC cambiar de socio y gobernar con el apoyo del PSC?

Es algo muy poco probable, porque dejaría a Puigdemont y los suyos la bandera del enfrentamiento con el Estado. Ese sería, sin embargo, el escenario que más interesaría a Pedro Sánchez. Que el PSC apoyara desde fuera a un Gobierno de ERC en minoría, lo que le garantizaría a cambio el apoyo de los de Oriol Junqueras en Madrid durante toda la legislatura, incluidos los Presupuestos. La situación sería mucho más estable en Cataluña, política y económicamente, porque el Gobierno catalán no dependería de un partido antisistema como la CUP. Pero ni siquiera en el poco probable caso de que JxCat rompiera la coalición se atrevería Aragonès a dar ese paso.