Pere Aragonès da un giro pragmático a la Generalitat para afianzar su poder

R. M. BARCELONA | EFE

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El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, en una imagen de archivo.
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, en una imagen de archivo. QUIQIUE GARCÍA

El republicano se centra en la gestión con la vista puesta en la mesa de diálogo

10 ago 2021 . Actualizado a las 10:26 h.

Se cumplen 77 días desde que Pere Aragonès tomó posesión como presidente de la Generalitat, dos meses y medio en los que ha tratado de imprimir un sello más posibilista que su antecesor, Quim Torra, aparcando la vía unilateral y dando fuelle a una mesa de diálogo con el Estado de la que recela JxCat.

La reactivación de la mesa con el Gobierno de Pedro Sánchez, facilitada por los indultos a los nueve presos del 1-O, es uno de los factores que determinarán el éxito o el fracaso del mandato de Aragonès, en una legislatura catalana que podría volver a caer en una espiral de tensión si el diálogo no da frutos. 

Atajar la pandemia

En junio, cuando los indicadores de covid parecían dar cierta tregua, la Generalitat levantó algunas restricciones, pero dio marcha atrás pocas semanas después, cuando Cataluña ya encabezaba ránkings de contagios en Europa.

Con los hospitales tensionados y las uci de nuevo llenas, pese al buen ritmo del proceso de vacunación, el Ejecutivo catalán afronta el desafío de reducir los contagios antes del inicio del curso escolar. Los comunes, mientras tanto, han pedido la comparecencia del vicepresidente, Jordi Puigneró, por una polémica foto en la que estaba sin mascarilla junto a una veintena de amigos -entre ellos el expresidente Carles Puigdemont- en la «paella de verano» que organiza la periodista Pilar Rahola, celebrada en el sur de Francia, aunque sin atender las restricciones sanitarias de la Generalitat. 

El aeropuerto y las cuentas

Puigneró fue, días después de esa foto, protagonista del acuerdo con el Gobierno para la ampliación del aeropuerto de El Prat. Los planes de ampliación generan reticencias en sectores de ERC y JxCat y suscitan el rechazo frontal de la CUP, socio con el que la Generalitat espera aprobar los presupuestos del 2022 -que debe presentar en otoño-, por lo que Aragonès tendrá que hacer equilibrios para evitar que el aeropuerto le complique la estabilidad parlamentaria. 

Nuevas competencias

Una parte fundamental de la estrategia de Aragonès pasa por rebajar la tensión con el Gobierno central, desmarcarse de la idea de confrontación que recetaba Torra y obtener éxitos tangibles en la gestión del día a día de las competencias autonómicas. En la reunión del 2 de agosto, la comisión bilateral acordó crear en octubre un grupo de trabajo para estudiar 56 traspasos reclamados por el ejecutivo catalán. Para evitar ser acusado desde las filas independentistas de volver a la política pujolista de peix al cove (pájaro en mano), Aragonès ha avisado que los traspasos que se acuerden no pueden ser «moneda de cambio» para rebajar las reivindicaciones nacionales. 

La mesa de diálogo

A mediados de septiembre está previsto que se reactive la mesa de diálogo sobre Cataluña, pactada por ERC y el PSOE en el 2020 pero que solo llegó a reunirse una vez, justo antes de la pandemia. ERC quiere forzar a Sánchez a negociar una amnistía y un referendo de autodeterminación, aunque el Gobierno ha advertido de que solo explorará soluciones que respeten el Estatut y la Constitución, una postura que ha llevado a JxCat a redoblar su escepticismo. JxCat, partidaria de una «confrontación inteligente» con el Estado, no quiere esperar dos años para plantear una alternativa, que podría implicar retomar la vía unilateral, lo que generará tensiones con ERC. 

La unidad del independentismo

Desde el agitado otoño del 2017, tras el 1-O, las peleas entre JxCat y ERC han impedido recomponer la unidad estratégica del independentismo, aunque ambos socios se han propuesto trabajar discretamente para pactar una hoja de ruta para continuar el procés si no es posible una consulta pactada. Acordaron crear un «espacio de coordinación, consenso y dirección estratégica» integrado por ERC, JxCat, la CUP, la ANC y Òmnium, en el que por primera vez desde el 2017, y gracias a los indultos, podrán hablar Carles Puigdemont y Oriol Junqueras si sus partidos así lo estiman oportuno. Si ERC y JxCat no consiguen reconducir sus divergencias, la Generalitat puede sufrir turbulencias a mitad de legislatura.