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La comunidad científica advierte que la estabilidad del sistema climático se encuentra gravemente amenazada
07 ago 2021 . Actualizado a las 16:34 h.La película Los límites de nuestro planeta (Netflix) explica algunos de los conceptos más importantes que formula la ciencia moderna del clima, como los puntos de inflexión o no retorno. El naturalista inglés David Attenborough se encarga de narrar esta historia que como él mismo sostiene «cuando la escuches puede que no vuelvas a ver el mundo de la misma forma». El documental incluye otras ideas más básicas, pero que son necesarias tener presentes, ya que la humanidad se olvida a menudo quiénes son las víctimas de la crisis medioambiental. «No se trata del planeta, sino de nosotros y de nuestro futuro», recuerda Johan Rockström, director adjunto del prestigioso Instituto del Clima de Potsdam. La Tierra ha pasado por momentos mucho más hostiles que el actual. En la edad del Cámbrico, hace 540 millones de años, la vida estuvo al borde de la extinción por el ambiente infernal que había. Y, aun así, prosperó.
Rockström es uno de los grandes impulsores de la teoría de los «puntos de no retorno», que señala que la emisión de gases de efecto invernadero y el aumento de la temperatura global amenazan la estabilidad del sistema climático. «Durante los últimos cien mil años el valor medio estuvo oscilando entre más diez y menos diez grados en cada una de las décadas. Fue una época muy dura», apunta el climatólogo sueco. Pero hace unos 10.000 años el clima se estabilizó y los seres humanos prosperaron gracias a la agricultura. La variación térmica durante el llamado Holoceno pasó a ser solo de un grado arriba o abajo.
La evolución del ser humano hasta el mundo moderno actual ha sido posible gracias a la continuidad de un clima estable y predecible. «Pero la presión sobre el planeta ha llegado hasta tal punto que hemos creado nuestra propia era geológica, el Antropoceno», reconoce. Por primera vez hay una especie capaz de alterar el orden natural. «El mensaje más urgente para todos es que hemos conseguido en solo 50 años salir del período en el que hemos estado durante los últimos 10.000. La pregunta que nos hacemos es: ¿podemos desestabilizar todo el planeta?», dice el investigador.
Para responder, Rockström y otros muchos científicos trataron de averiguar si existen mecanismos concretos sobre los que se sustenta la estabilidad del clima mundial. Y la respuesta es sí. El siguiente paso que dio la comunidad científica fue tratar de identificarlos. Uno de los más importantes es el hielo. «La estabilidad de los polos es fundamental y por ello nos preocupa tanto comprobar cómo los glaciares se derriten, ya que contribuyen a enfriar el planeta debido a su alta capacidad para reflejar el calor del sol. Sin hielo, en lugar de refrigerar los polos pasan a calentarse. Este es el punto de no retorno más peligroso al que nos enfrentamos», subraya.
Otro de los sistemas naturales que juega un papel decisivo en el clima y que menciona el documental es el Amazonas. El avance de la deforestación y el retroceso de las precipitaciones ha alterado el clima que la selva amazónica crea para autoabastecerse de agua. Tal y como la película reconoce, la muerte masiva de árboles podría provocar que la masa forestal más grande del mundo pase de absorber dióxido de carbono a emitirlo a la atmósfera, intensificando más el calentamiento.
Netflix estrenó el documental hace cuatro meses y hace un par de semanas la revista Nature publicó un artículo en el que apunta que ya está sucediendo. El efecto dominó del que nos llevan advirtiendo parece haber comenzado en el Amazonas.
La corriente del Atlántico norte, en riesgo de colapso
La estabilidad del sistema climático de la Tierra se apoya sobre una serie de sistemas naturales como el Amazonas o los polos. También influyen de manera determinante las corrientes oceánicas, que al igual que el viento, se encargan de distribuir frío y calor por todo el planeta. Uno de los mecanismos más importantes de regulación climática es la corriente termohalina, que viaja por todo los mares del mundo tratando de equilibrar el contraste de temperatura que existe entre el ecuador y los extremos norte y sur.
La región de la cinta transportadora global que recorre el Atlántico distribuye aguas cálidas desde el golfo de México hasta el norte de Europa. Su funcionamiento se mantiene estable gracias a un delicado equilibrio que depende de la temperatura y la salinidad del agua. En los últimos años, se ha abierto un debate en la comunidad científica sobre el estado actual de la llamada AMOC (Circulación Meridional de Vuelco del Atlántico). Muchos investigadores creen que la invasión de agua dulce procedente del deshielo de Groenlandia está debilitando la corriente marina. El agua dulce es más ligera que la salada y reduce la tendencia del agua a hundirse desde la superficie hasta mayores profundidades, lo que constituye uno de los motores del vuelco. Algunos estudios sostienen que se encuentra en su estado más débil en los últimos mil años.
Un reciente artículo publicado en la revista Nature Climate Change vuelve a apuntar en este sentido, señalado que podría estar acercándose a un punto crítico. «Un análisis detallado de estas huellas en ocho índices independientes sugiere ahora que el debilitamiento de la AMOC durante el último siglo está probablemente asociado a una pérdida de estabilidad. Los resultados apoyan que probablemente significa la aproximación a un umbral crítico más allá del cual el sistema de circulación podría colapsar», explica Niklas Boers, del Instituto de Investigación del Impacto Climático de Potsdam. «Necesitamos urgentemente reconciliar nuestros modelos con las pruebas observacionales presentadas para evaluar lo lejos o lo cerca que está realmente el AMOC de su umbral crítico», advierte el investigador.