Las letras que quedan por salir del armario

Daniel Portela Otero VIGO / LA VOZ

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Eva Alonso descubrió que era intersexual a los 26 años, tras recibir los resultados de un análisis genético
Eva Alonso descubrió que era intersexual a los 26 años, tras recibir los resultados de un análisis genético Oscar Vázquez

Personas intersexuales, no binarias y asexuales relatan en Vigo su proceso de afirmación

06 ago 2021 . Actualizado a las 01:23 h.

«Las etiquetas son importantes», dice Eva Alonso, mujer trans e intersexual de 35 años. Parece que hay un consenso respecto a eso en la comunidad LGTBI (Lesbianas, Gays, Trans, Bisexuales e Intersexuales). A veces, en su denominación se añade una «Q», de queer, una «A», de asexual, o incluso un «+» con la intención de dar nombre y voz a realidades invisibles, que quedan ensombrecidas bajo las demás letras. «Pero hay que tener cuidado con ellas», puntualiza. Cuidado que Alonso traduce en no convertirlas en un medio para crear más prejuicios. Poco a poco, las líneas que separan unas etiquetas de otras se van difuminando. Los testimonios que siguen dan cuenta de que, efectivamente, es difícil reducir realidades tan diversas a solo cinco letras.

Alonso ya tenía dudas sobre su cuerpo antes de saber que era intersexual: «Había procesos hormonales y emocionales que no entendía», recuerda. Cuando llegaron los resultados de su análisis genético, tuvo que volar desde Barcelona, donde residía en aquel momento, por orden de sus padres. De nuevo en Gondomar, sentada frente a ellos, escuchó por primera vez la palabra «intersexual»: «¿Qué es eso?», preguntó inmediatamente. A sus 26 años, tuvo que enfrentarse a la desinformación y al desconocimiento que aún existía diez años atrás. «Lo que no te enseñan en el cole es que pueden nacer personas que son a la vez hombres y mujeres, en términos genéticos», afirma. «Yo había nacido en un cuerpo de varón, a primera vista, pero tenía un cromosoma femenino», cuenta. Su caso se conoce como síndrome de Klinefelter, pero «la intersexualidad no es única», insiste Alonso. Entender su cuerpo la ayudó a comprender su identidad, la de una mujer trans.

«Me di cuenta de que me estuve engañando mucho tiempo. Todo lo que no me encajaba de joven empezó a encajar», recuerda, con la sorpresa del momento reflejada en su cara. Una parte de este todo era, por ejemplo, que le crecía algo de pecho. También que tenía dolores -los menstruales- una vez al mes. «Tuve un bloqueo de identidad», añade. Esas piezas del puzle, repartidas entre su infancia y adolescencia, no se traducen en escenas concretas, sino en sensaciones. Cuando habló de lo que le sucedía por primera vez en su círculo cercano, recuerda que una amiga aseguraba que ya se lo había contado: «Inconscientemente ya le había dicho cómo me sentía». El de aceptarse es un proceso que le ha llevado tiempo y en el que el tratamiento psicológico le sirvió de ayuda: «A día de hoy me acepto, no me queda otra. He decidido hormonarme y expresarme hacia el mundo como una mujer porque así me siento, pero sé que genéticamente soy intersexual».

Al tratarse de una categoría clínica, Beatriz Pérez, psicóloga en la asociación Nós Mesmas, no conoce a muchas personas que utilicen la intersexualidad como una etiqueta en la que se definan. En la sexología se trata como una idea teórica, según explica la profesional: «Todas somos intersexuadas. Somos mistura de rasgos masculinos e femininos e isto non nos fai nin máis nin menos mulleres, nin viceversa». Las categorías LGTBI nacerían, según Pérez, para romper con la idea tradicional de hombre y mujer. La psicóloga entiende este recurso como una herramienta necesaria para visibilizarse y reivindicar derechos, aunque no siempre sirven a todo el mundo: «Para algunhas persoas son útiles, pero para outras non, aínda con experiencias similares. As categorías vanse redefinindo e non significan o mesmo para todas as persoas».

PERSONA NO BINARIA

Camille Cadavid, persona no binaria, puso nombre a su identidad hace cinco años
Camille Cadavid, persona no binaria, puso nombre a su identidad hace cinco años Oscar Vázquez

Camille Cadavid: «Asumía que, al no ser un hombre, era una mujer, pero no lo sentía así» Desde que era adolescente, Camille Cadavid, de 46 años, sabía que su género no coincidía con el que le habían asignado al nacer: «Asumía que, al no identificarme como hombre, era una mujer. Pero, cuando me lo planteaba, tampoco lo sentía así». No fue hasta hace cinco años cuando, al investigar por internet, puso nombre a su identidad. Es una persona no binaria, es decir, no se identifica con ninguno de los géneros tradicionales -hombre o mujer-, los binarios. Aunque, en su caso, se siente más cerca del femenino. Este es uno de los motivos por los que se mudó a Vigo el año pasado: «En Uruguay no sentía que podía expresarme como quería. No por el país en sí, sino por mi entorno. Aunque había gente que lo sabía, me daba miedo», explica.

En España no ha tenido problemas en su círculo cercano, pero sí a la hora de encontrar trabajo: «Para las personas trans es mucho más difícil. A veces, ni siquiera somos conscientes de que nos discriminan por nuestra identidad». Habla de persona trans en plural porque el no binarismo entraría en esta etiqueta, ya que existe una disidencia entre el sexo asignado al nacer y la identidad de género. Sobre su apariencia, Cadavid admite que suelen dar por hecho que es una mujer. Más allá de su expresión de género, sucede por su cuerpo, que tiene rasgos habitualmente femeninos: «Me he planteado si soy intersexual, pero nunca lo he consultado con un médico».

GÉNERO FLUIDO

Xoel Gómez se afirmó como persona no binaria en febrero
Xoel Gómez se afirmó como persona no binaria en febrero

Xoel Gómez: «No hay una estética no binaria» Xoel Gómez, de 21 años, comenzó a cuestionarse su identidad de género cuando empezó a travestirse: «Empecé en el drag -arte que performa la expresión de género- convencido de que era un hombre. Lo hice para explorar mi feminidad sin ningún tipo de inhibiciones». El de descubrirse fue un proceso lento, que culminó en febrero de este año, cuando salió del armario como una persona no binaria de género fluido. «Es lo que las dos palabras dicen. Mi expresión y mi identidad de género fluyen a lo largo de mi vida. No sé explicar cómo pasa, pero pasa», explica. Sin embargo, no todos en su entorno familiar lo saben. No es por miedo, está esperando a regresar a España -vive fuera del país desde hace unos meses- para tener la oportunidad de explicarse.

«Siento que tengo que reafirmarme cada cinco minutos», afirma con hastío. «Algunas personas dicen: "No pareces no binario". ¿Y qué? No existe una estética no binaria». Al principio, era más radical cuando se trataba de explorar su identidad de género, ahora lo exterioriza en sus interacciones y no en cómo se le pueda percibir por la calle: «Hay días en los que puedo sentirme femenina e ir en chándal y sin maquillar, y otros en los que me siento súper masculino y voy en falda».

Dice que «a nivel mental» ya ha transicionado, pero no en el físico. Aunque ahora la aceptación hacia su cuerpo es mayor, en ocasiones sigue sintiendo rechazo hacia él. «Estaba pensando en empezar un proceso de hormonación, y no hay nada que regule nuestra situación sanitaria», se queja del anteproyecto de ley LGTBI, que excluye a las personas no binarias.

GÉNERO NEUTRO

Grey Olivera se identifica como persona no binaria de género neutro
Grey Olivera se identifica como persona no binaria de género neutro

Grey Olivera: «No sabía si era realmente mujer o me lo habían asignado» La idea que Grey Olivera, de 21 años, tenía sobre las personas no binarias cambió en una conferencia. «Me empecé a plantear si realmente era una mujer o me lo habían asignado», recuerda. Después de varias semanas, asumió su identidad, que siente como un género neutro. No se identifica ni como hombre ni como mujer. Primero, lo supieron sus amistades. Después, sus compañeros de clase, para que utilizasen el que es ahora su nombre y el pronombre con el que se identifica: «elle». Hasta que se lo contó a sus padres pasaron nueve meses: «Me monté un drama durante un año y, al final, tardé diez minutos en contárselo. Al principio les costó entender qué significaba, pero luego no tuve ningún problema».

Olivera, al igual que Gómez, hace drag: «Me ayudó mucho a ordenarme la cabeza», dice. Ahora ya no se preocupa tanto por su apariencia, que antes estaba condicionada por la lectura que pudiesen hacer los demás. Su corte de pelo le aporta seguridad en ese sentido: «Confunde a veces», dice.

Sobre su orientación sexual, sabe que le gustan las chicas, pero no le gusta la palabra «lesbiana» porque «implica ser mujer y que te gusten las mujeres». Su solución pasa por reconocerse como queer «y que la gente piense lo que quiera». Queer se utiliza en el colectivo como término paragüas para expresar una identidad sexual o de género disidentes con la normativa.

ASEXUAL

Freya Vázquez es asexual, es decir, no le atraen otras personas de forma sexual
Freya Vázquez es asexual, es decir, no le atraen otras personas de forma sexual Oscar Vázquez

Freya Vázquez: «Las personas no me atraen de una forma sexual» Freya Vázquez, de 23 años, no se siente atraída sexualmente por nadie: «Para mí el sexo es como ver la tele. Por decirlo de alguna manera, me vale cualquiera», explica. La falta de atracción sexual, sin embargo, no implica una ausencia de atracción romántica. Con su anterior pareja, el hecho de ser asexual le causó problemas: «No entendía, por ejemplo, por qué no le hacía piropos y eso le creaba inseguridad». No hay una forma única de vivir la asexualidad. Esta depende de la actitud hacia el sexo -positiva, indeferente o negativa- y de si hay libido o no. Vázquez, por ejemplo, sí disfruta del sexo. Más allá de la asexualidad, insiste en la existencia de más posibilidades en la atracción sexual, englobadas en el denominado espectro ace. Sobre las etiquetas, es tajante: «Lo que no se nombra no existe».

¿Qué hacen los hospitales?

No sucedió en el caso de Eva Alonso, pero la intersexualidad podría percibirse en el momento del nacimiento a partir de la genitalidad. «Hace treinta años, cuando yo nací, no había ni protocolos ni el personal sanitario estaba formado», dice Alonso. Sigue siendo habitual confundir, por ejemplo, el término «intersexual» con «hermafrodita», que se refiere a animales con órganos reproductivos asociados a los dos sexos.

En el área de Vigo se dan alrededor de cinco casos anuales de bebés con genitales ambiguos, y uno de intersexo no definido cada uno o dos años. No existe un procedimiento único; cada situación se valora de forma individual: «Lo mas importante es no tener prisa en asignar un sexo para decidir mejor el que pueda resultar mas adaptado para el bebé. No siempre será el que dicte los cromosomas», explica Ana Concheiro, jefa de pediatría del área sanitaria. Suelen recomendar a los padres asignar un nombre neutro mientras la situación se valora con detenimiento.

El anteproyecto de ley LGTBI prohíbe «todas aquellas prácticas de modificación genital en personas recién nacidas», salvo excepciones donde se deba priorizar la salud del bebé. El error que se cometía hace quince años era, según Concheiro, correr a asignar el sexo genético. Como indica Javier Lago, endocrino, es importante regular las hormonas de las personas intersexuales una vez crecen a fin de evitar problemas de huesos, como la osteoporosis.

No binarismo y hormonación

Xoel Gómez, persona no binaria, no sabe si podrá llevar a cabo un proceso de hormonación. Ha leído sobre personas en su situación que han utilizado microdosis, con las que es más fácil revertir las hormonas, pero desconoce si hay personal sanitario preparado para ello: «Si es complicado para las personas trans binarias, aún más para las no binarias», afirma.

Lago no ha tratado ningún caso, ni conoce, en que una persona no binaria se haya sometido a un tratamiento hormonal. El anteproyecto de ley LGTBI, de aprobarse, tampoco legislará sobre ello, por lo que seguiría existiendo un vacío legal a ese respecto.

Lo que sí pasaría es que las personas trans no tendrían que someterse a un tratamiento hormonal obligatorio de dos años, como hasta ahora, ni presentar un informe que diagnostique disforia de género. Esta es la angustia que puede provocar la discrepancia entre el sexo asignado y la identidad. Para Javier Lago es compatible «quitar el estigma de la patología con recibir, antes del tratamiento hormonal, un apoyo psicológico», sobre el que insiste en su importancia.

Beatriz Pérez, encargada del acompañamiento psicológico en Nós Mesmas, concuerda en la relevancia de la asistencia emocional y el asesoramiento sexológico. Al mismo tiempo, recuerda que no todas las personas trans, binarias y no binarias, sufren disforia: «A esixencia deste diagnóstico limita o acceso a estes recursos médicos a todas aquelas que non vivan con malestar este proceso ou ben condiciona e obriga a pasar por este filtro incluso cando o malestar non se dá».