Elena Huerga, coach de desarrollo profesional: «Para encontrar trabajo es mejor tener chispa que el sobresaliente»
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En un mercado laboral cada vez más competitivo es esencial conocer a qué puesto nos dirigimos y cuáles son nuestros puntos fuertes. Elena Huerga lleva años ayudando a sus clientes a encontrar el trabajo que buscan, y nos cuenta sus claves
25 jul 2021 . Actualizado a las 10:50 h.En los últimos años el mercado laboral ha cambiado, adaptándose a nuevos perfiles y formas de búsqueda. Redes sociales como LinkedIn entraron en juego y viejos prejuicios como el tener tatuajes se han convertido en positivos. Elena Huerga es coach de desarrollo profesional y conoce mejor que nadie a qué se enfrenta una persona en búsqueda de empleo y los trucos para el éxito.
—¿Qué es lo que más se valora de un currículo?
—Yo creo que lo más importante es que se entienda, que haya claridad. Un currículo que no es claro genera mala espina, genera desconfianza. Por otra parte, tiene que vender. Tiene que contar lo mejor de nuestra trayectoria, qué hemos conseguido y, sobre todo, lo que sea más relevante para ese puesto objetivo. Hay que pensar que lo que no suma, resta.
—¿Es necesario poner todo lo que hicimos?
—Muchas veces, en el caso de personas con mucha experiencia, cuál fue su primer puesto no es algo representativo. Pero para una persona que busque su segundo o tercer empleo, decir que ha trabajado como dependiente durante la carrera es muy importante. Con cada cosa que ponemos tenemos que situarnos en el lugar del reclutador y pensar: «¿Por esto me contratarían?».
—¿Se tiene que adaptar a la empresa?
—Personalmente, no creo en modificar el currículo para cada empresa. Al final ahí muestras lo mejor de tus capacidades entonces no debería cambiar. Además, en LinkedIn solo nos dejan mostrar un perfil, así que no puede haber incoherencias. En lo que hago mucho hincapié es en acompañarlo con una carta o un mensaje y ese se adapta con profundidad a la empresa y al puesto. Ahí es donde van a ver cómo encaja el perfil con la posición.
—En referencia a los estudios, ¿se fijan las empresas en la nota media de la carrera o máster?
—Realmente en pocos sitios. Lo miran en despachos de abogados importantes, en alguna consultora... Hay empresas que tienen en cuenta las notas e incluso la escuela, ven si son de prestigio o privadas. En el resto de opciones, que son la gran mayoría, lo que importa es la actitud. Cómo se exprese, las ganas que tenga, eso impacta mucho más que tener sobresalientes o notables. No sé si es bueno decirlo porque igual los jóvenes dejan de estudiar tanto, pero no hay que ir tanto a por el sobresaliente sino a tener chispa. Vale más un trabajo de verano, por ejemplo, ese de monitor de tiempo libre con niños, que tener matrículas.
—¿Es relevante que tengan alguna experiencia previa en el mundo laboral?
—Nosotros vendemos muchísimo el candidato que ha estudiado y trabajado a la vez. Esos trabajos suelen ser de dependiente o en hostelería, no son trabajos cualificados, pero el reclutador lo ve como iniciativa, organización, actitud. Para mí esos trabajos son fundamentales. Cuando tienen esa experiencia ya se pueden desarrollar en un ambiente laboral, tratar a un jefe… Después, cuando llegan a las prácticas, las saben apreciar de otra forma. Para mí es supervalioso, lo haría obligatorio.
—¿Es posible reencaminar nuestra carrera o cambiar de área?
—Aquí soy muy escéptica y siempre digo que cuando queremos hacer un cambio tenemos que estar preparados para estar cerca de dos años, con suerte, con cero ingresos y trabajando una media de 12 o 14 horas diarias. Esto sin tener nada asegurado e invirtiendo en formación. En el mercado laboral español son muy complejos los cambios de área, en ese sentido es un sistema muy clasista. Siempre parece que la empresa quiere un perfil como el de la competencia, con la misma experiencia, mismo producto, servicio...Eso sigue gustando demasiado en España, más que la actitud o las competencias.
—¿Qué opinas de los que dicen que hay que emprender y perseguir los sueños?
—El que dice que hay que emprender y perseguir los sueños no sé cómo tiene narices de decirlo en este mercado español [risas]. Emprender es maravilloso pero tiene todos los inconvenientes anteriores y eso no es para todos los bolsillos. Si te pilla en un momento familiar en el que necesitas ingresar y no dispones de ese tiempo, es muy complejo, no es la solución para todos. Yo siempre digo que emprender es para esa gente a la que le ha obsesionado una idea. Cuando estás con la idea de «me gustaría emprender» porque nos venden las luces con ser tu propio jefe y teletrabajar desde la playa, nadie debería hacerlo. Hay que invertir en sueños pero hay que ser muy cauto porque te estás jugando la estabilidad emocional y económica tuya y de tu familia.
—Dicen que la marca personal es importante, pero ¿qué es?
—Para mí es el nombre moderno del venderte de toda la vida. La gente recibe lo de marca personal como vendehumos o ser demasiado prepotente. No tiene nada que ver con eso, lo importante es que una persona se conozca porque muchas veces nos falta eso, el saber qué es lo que quiero y cuáles son mis puntos fuertes. Repasamos competencias, funciones, saber qué manera de actuar nos funciona, qué hicimos en el pasado... Y de ahí empezamos a sacar conclusiones. Yo lo que veo es que todos somos muy buenos profesionales, aquí en España tenemos un talento brutal. La marca personal consiste en detectar primero todas las piezas del puzle de por qué somos buenos profesionales y luego hacer un discurso, un hilo conductor y explicarlo como lo que somos nosotros, es como explicar el día de nuestra boda o un día especial. Es la realidad y lo contamos entusiasmados.
—¿Las empresas revisan nuestras redes sociales?
—Esto estuvo muy en tendencia hace unos cinco años. Miraban Facebook sí o sí e incluso algún vistazo en Google. En los últimos años no ha sido así porque también estamos más advertidos de que tenemos que cuidar nuestras redes, entonces es muy raro que se nos escape algo que no deberían ver.
—¿Tener tatuajes sigue dando mala imagen o se ha superado?
—Depende del sector. Justo me acuerdo de un cliente que tenía el brazo entero tatuado y es abogado. Me dijo que buscaba empleo en una empresa startup o tecnológica y en esos sectores no importa, como si tienes un tatuaje en la frente, no pasa nada. De hecho, en este caso, lo usamos como imagen de marca, un abogado con tatuajes para una startup es una imagen muy potente. En sectores como el TIC -Tecnologías de la Información y Comunicación-, incluso suma. En consultoras, finanzas, despachos o empresas familiares es más complicado, aún no está superado.
—¿Está bien visto preguntar cuál es el salario en una entrevista?
—Generalmente el tema lo saca el reclutador incluso en la primera entrevista o cuando nos damos de alta en un proceso de selección. Es algo que se suele resolver cuanto antes. No nos lo suelen preguntar a nosotros, no dicen «te vamos a pagar esto», te preguntan cuál es tu rango salarial. Entonces lo tenemos que llevar preparado en la primera entrevista. Yo soy amiga de no decir una cifra, dar un rango amplio por si acaso el trabajo es más cualificado, hay más responsabilidad o consideras que la empresa puede pagar más. No es parecer un interesado, es parecer un profesional.
—¿Qué debemos responder cuando nos hacen preguntas personales?
—Es algo que ocurre cada vez más, preguntas tipo «¿cómo conociste a tu pareja?». Que ya me dirás qué tiene que ver con el desempeño laboral. Yo aquí siempre doy tres opciones y el cliente elige la que le haga sentir más cómodo. Puede responder con muchísima educación que no le parece una pregunta relevante sobre su capacidad profesional. Después, hay otros que mienten. Yo nunca recomiendo mentir en una entrevista pero que te pregunten cuántos hijos tienes es ilegal, o si planeas quedarte embarazada, que esta aún me parece peor. En este caso mucha gente, aunque lo está intentando, dice que no porque va a responder lo que le beneficia ante una pregunta que no se debe hacer. Y la tercera opción es decir la verdad.
—¿El mercado laboral ha cambiado con la pandemia?
—Muchísimo. Los procesos de selección se han vuelto más complejos. Tenemos que sorprender, hay mucha competencia. Luego con el teletrabajo, hay mucha gente que vive fuera de Madrid que se está colocando en empresas de la capital y solo tiene que ir una vez al mes, por lo que su poder adquisitivo ha subido un montón. Las entrevistas online también han facilitado muchísimo los procesos de selección, ya que no tienes que desplazarte para hacerla. Estos tres puntos son los más relevantes.
—¿Qué le dirías a toda la gente que se encuentra ahora buscando empleo?
—Que se consigue. Yo lo que me encuentro es que el problema no está en ellos como profesionales sino en los procesos de búsqueda de empleo. Es ahí donde estamos fallando, no en nuestra formación, experiencia o idiomas, es en saber buscar un trabajo para ese perfil.