Sánchez diseñó la remodelación con Redondo y Ábalos sin adelantarles que ellos también quedarían fuera
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El jefe del Ejecutivo llevaba tiempo preparando los relevos, pero encajó las piezas durante la gira por los países bálticos de la pasada semana
14 jul 2021 . Actualizado a las 15:34 h.El dictador Francisco Franco ni siquiera llamaba a sus ministros para comunicarles que estaban destituidos. En el último momento, un motorista les entregaba en mano una carta con su cese. Ver llegar esa moto cuando se rumoreaba una crisis era señal de que todo había acabado. Pedro Sánchez no apuró tanto, pero nadie supo su plan completo hasta el mismo sábado. Solo el viernes adelantó algo a Félix Bolaños, nuevo factótum de la Moncloa. El presidente tuvo incluso la sangre fría de diseñar algunos de los relevos junto a su jefe de Gabinete, Iván Redondo, y, por separado, con el secretario de organización del PSOE, José Luis Ábalos, sin decirles a ninguno de los dos que ellos mismos quedarían fuera.
Todos sabían que se aproximaba una remodelación. Sánchez llevaba tiempo meditándola, pero los mantuvo en ascuas y solo acabó de perfilarla en su gira báltica. El 8 de julio, en rueda de prensa en Lituania, dice que la «crisis» no es una prioridad. Pero no la niega, con lo que la tensión en el equipo de Gobierno se eleva al máximo. La presión de la prensa es ya excesiva y Sánchez decide acelerar. Ese mismo jueves, vuela de regreso a España con la quiniela casi completa.
A las ocho de la mañana de ese sábado, Sánchez cogió el teléfono. Aunque hay versiones para todos los gustos, ninguno se va voluntariamente. El más polémico está siendo el caso del ex jefe del Gabinete Iván Redondo, enfrascado en un cruce de filtraciones. Él asegura que pidió dos veces su salida al presidente y que rechazó un ministerio. Fuentes que se declaran cercanas a Sánchez afirman lo contrario. Que Redondo quería todo el poder en el Ministerio de la Presidencia y el jefe del Ejecutivo se lo negó.
Tablas Redondo-Calvo
El gran asesor solo supo en el último momento, como todos los cesados, que estaba fuera. De hecho, tuvo que anular una cita prevista para el sábado. La larga partida de ajedrez entre Redondo y Carmen Calvo, pujando ambos por ser el brazo ejecutor de Sánchez, quedaba así en tablas, con los dos fuera del Gobierno. Calvo tampoco tuvo nunca la certeza, pero sí lo imaginaba, entre otras cosas, porque atribuía a Redondo las filtraciones que desde hace tiempo la ponían en el disparadero.
A Rodríguez Uribes, el titular de Cultura y Deporte, la llamada le llegó haciendo esto último y sin móvil. Luego, Sánchez se lo comunicó en la Moncloa, como a los que estaban en Madrid. Isabel Celaá cogió la llamada en Bilbao. La ministra de Educación estaba en las quinielas, pero ha confesado que quería seguir. Tampoco Miquel Iceta esperaba la llamada, aunque en su caso era para cambiar de cartera. El nuevo ministro de Cultura y Deporte no niega su sorpresa. «Me gusta mucho el Ministerio de Política Territorial y tengo mucho trabajo», había dicho solo tres días antes.
Estupefacto se quedó también José Luis Ábalos, quien reaccionó mal. Hay dos versiones. Una que rechazó dejar Transportes para pasar a Defensa. Otra, que Sánchez le dijo que había que dejar paso. En cualquier caso, no lo tomó bien. Anunció que dejaba de inmediato la secretaría de organización del PSOE y eso le valió que en su despedida no hubiera nadie del Gobierno ni de la cúpula del partido. Luego, filtró que se va por «razones personales».
Ni siquiera la titular de Exteriores, Arancha González Laya, uno de los relevos cantados, se veía fuera, porque creía que destituirla en plena crisis con Marruecos sería un signo de debilidad de Sánchez. Otros que sí esperaban la llamada, como Grande-Marlaska, o que la intuían, como Robles, no la recibieron. El motorista no llegó a sus casas.