Así se inició la agresión mortal a Samuel: «O paras de grabar o te mato, maricón»

Alberto Mahía A CORUÑA / LA VOZ

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La acompañante del joven coruñés al que mataron en la madrugada del viernes al sábado relata cómo ocurrió todo y asegura que «comenzó con una discusión por el móvil y terminó como un ataque homófobo»

05 jul 2021 . Actualizado a las 23:27 h.

Lina no para de llorar. No hay manera de darle consuelo. Era una de las mejores amigas de Samuel y lo vio morir. Es la chica que se encontraba con él cuando se toparon con el joven que terminaría siendo su ruina. Lina cursó con Samuel los estudios de auxiliar de enfermería y ambos trabajaban juntos en la residencia benéfica de Padre Rubinos en la ciudad de A Coruña. Este lunes, rodeada de los chicos y chicas que más querían al fallecido, acudieron al lugar donde lo mataron. Querían que todo el mundo supiera cómo era su amigo: «Un ser humano extraordinario que nos dejará un hueco que nunca podremos llenar».

Esta joven explicó paso a paso todo lo que ocurrió esa madrugada. Primero recordó que llevaban mucho tiempo queriendo salir por la noche, pues Samuel prácticamente no había pisado la calle durante toda la pandemia. Era «muy responsable y quería mucho a las personas que atendía en la residencia de Padre Rubinos, la gran mayoría de edad avanzada. Por eso se cuidó mucho de no contagiarse», destacó su amiga.

Ya el jueves habían salido a tomar algo. Y el viernes por la noche repitieron. En esta ocasión, acompañados de otras dos chicas. Poco antes de las tres de la madrugada, cuando se encontraban en el pub Andén, en los bajos del Playa Club, ambos subieron a fumar un cigarro al paseo marítimo, frente a Riazor, mientras el resto de la pandilla se quedaba dentro. Lina recuerda que en ese instante se puso en contacto con su amiga Vanesa mediante una videollamada, conversación a la que se unió Samuel, pues también la conocía.

El origen de todo

Mientras hablaban y reían, giraron el móvil para que su amiga pudiese observar dónde se encontraban y el buen ambiente que había. Fue cuando por el lugar pasó una pareja. «El chico se dirigió a nosotros a gritos diciéndonos que dejásemos de grabarlos», recuerda Lina. «Intentamos explicarle que estaba confundido, que estábamos haciendo una videollamada y enseñándole a una amiga la zona en la que estábamos», añade. Hasta Vanesa, que seguía al otro lado del teléfono, elevó el volumen para decirle al otro joven que estaba equivocado. No sirvió de nada. Según Lina, «el chico era de esos que quieren pelea y nos tocó a nosotros».

Y de qué manera. Se fue directamente a por Samuel y le dijo: «O paras de grabar o te mato, maricón». A la víctima no le dio tiempo más que a contestar: «Maricón de qué». Y a partir de ahí empezó a recibir golpes. Primero, un fuerte puñetazo. Lina intentó mediar, como también lo hizo al principio la chica que acompañaba al agresor, aunque más tarde «no hizo nada». Lina continúa su relato: «Incluso me dijo que me apartara, que no pintaba nada ahí». Samuel no hacía otra cosa que intentar protegerse de los golpes, hasta que apareció otro joven y apartó al agresor, que desapareció del lugar.

La paliza mortal

Samuel se encontraba algo aturdido por los golpes recibidos y le pidió a Lina que entrase de nuevo en el pub para cogerle el teléfono móvil. Cuando ella regresó a la calle, su amigo ya no estaba donde lo había dejado. Pero vio a un numeroso grupo de jóvenes corriendo en dirección a la plaza de Pontevedra. Ella supuso lo peor y también se dirigió a esa zona. «Escuché que alguien gritaba maricón de mierda», asegura. Cuando llegó al lugar, encontró a Samuel en el suelo inconsciente, y los agresores ya no estaban.

«Maricón de mierda»

Unos testigos que vieron la paliza aseguran que los agresores «eran unas diez personas» las que rodeaban a Samuel, soltándole patadas y puñetazos por todo el cuerpo, «llamándole maricón de mierda», según recuerda Vanesa. Para los amigos del fallecido, «todo comenzó con una discusión estúpida por la videollamada con el móvil y terminó en un ataque homófobo».

Un joven «tuvo la valentía de frenar al agresor y queremos agradecérselo»

A veces, las tragedias dejan episodios que reconfortan. En esta también. Contaba ayer Lina, la chica que acompañaba a Samuel, que quisiera encontrar al joven que paró al agresor cuando este golpeaba a la víctima en las proximidades del pub en el que estaban. Un chico de origen africano que al ver que una persona pegaba a otra que no hacía más que poner los brazos delante para no recibir más se metió en medio. Y eso, según los amigos del fallecido, «muy pocas veces pasa. La gente, en general, no quiere meterse en problemas». Pero este no se lo pensó, tiró hacia delante y a Samuel le sacó el agresor de encima. Había más gente en la zona, pero solo ese chico intervino.

Esa valentía que demostró, según cuentan, es todo lo contrario a la actitud del que atacó a Samuel, que al ver que se encontraba solo y que un joven le exigía que se fuese, buscó a sus amigos.

Ese acto de «generosidad y humanidad» no puede dejarse pasar. Los amigos del fallecido estuvieron preguntando por si alguien lo conocía para darle las gracias, pero por el momento no tuvieron suerte. Piden que si alguien sabe quién es, que se lo digan, que «necesitamos abrazarlo y agradecerle lo que hizo», dijo uno de los amigos de la víctima. El resto asintió. Están convencidos de que cuando pasen estos días de profundo dolor darán con él porque se van a preocupar mucho en hacerlo.

Colaboración ciudadana

También pide a toda persona que pueda aportar cualquier detalle sobre el homicidio, que se ponga en contacto con la policía. No solo a los que estaban en la zona y fuesen testigos de la paliza, sino también a «todos los que hayan escuchado algo o, por cualquier circunstancia, descubriesen la identidad de alguno de los agresores». Los amigos piden que todo el mundo se ponga la mano en el pecho y colabore con la Justicia y con la policía.

Los investigadores piden lo mismo y recuerdan que toda aquella persona que haya visto o escuchado algo, por muy nimio que parezca, que se ponga en contacto con la comisaría. «No les va a pasar nada. Sus nombres jamás aparecerán en ningún papel», recuerdan.