Los escándalos ralentizan la remontada de los «tories» en los sondeos
26 abr 2021 . Actualizado a las 09:20 h.Las revelaciones de que destacados miembros del gobernante Partido Conservador británico, comenzando por el propio Boris Johnson y su antecesor, David Cameron, han buscado favorecer o intercedido a favor de empresarios, algunos de ellos envueltos en serios problemas legales, ha dañado la imagen de la formación. Hoy, casi cuatro de cada diez británicos consideran que su primer ministro y su formación son corruptos y no son dignos de confianza. Así lo reveló la última encuesta de la firma Opinium, difundida este domingo.
El estudio demoscópico arrojó que el 37 % de los consultados calificó de «corrupto» o «completamente corrupto» al primer ministro, mientras que el 38 % consideraron que los tories están corrompidos, frente al 31 % que los ven transparentes y honestos. Estos datos contrastan con la visión que los ciudadanos tienen del líder opositor, el laborista Keir Starmer, a quien el 40 % ven honesto.
La encuesta fue realizada antes de que Dominic Cummings, el controvertido exasesor estrella de Johnson, se lanzara en contra de su otrora jefe y cuestionará su «competencia» e «integridad». Los ataques se produjeron después de que desde el 10 de Downing Street se señalara al cerebro de la polémica campaña a favor del brexit del 2016 de ser el responsable de provocar el escándalo que salpica a Johnson, al revelar unos mensajes de WhastApp entre el mandatario y el empresario James Dyson, quien ofreció fabricar respiradores artificiales para afrontar la crisis del covid-19, pero a cambio de mantener sus beneficios fiscales.
Con los pelos de punta
Los tories temen que las últimas revelaciones pongan en riesgo su cantada victoria en las municipales del 6 de mayo. Los sondeos previos al estallido del caso de los wasaps daban a los conservadores una ventaja de 10 puntos sobre los laboristas (44 a 34 %).
El partido de Gobierno no solo se enfrenta al caso de los mensajes de texto entre Johnson y Dyson, sino también los señalamientos de que el actual jefe de Gobierno pidió, supuestamente, dinero a empresarios para remodelar las estancias del 10 de Downing Street, donde reside con su novia, Carrie Symonds, y el hijo de ambos. También está lidiando con las acusaciones contra el ex primer ministro David Cameron, quien habría intercedido ante el actual Gobierno a favor de un empresario australiano cuya firma terminó en bancarrota; y otros contra connotados dirigentes como el ministro de Sanidad, Matt Hancock, al que se acusa de entregar contratos a empresarios cercanos en la pandemia.
La oposición ha comenzado a maniobrar para lograr que algún miembro del Gobierno comparezca ante el Parlamento. Así lo anunció ayer la diputada laborista Jess Phillips, quien dijo que hoy pedirá al presidente de la Cámara de los Comunes, Lindsay Hoyle, que acceda a citar a algún representante gubernamental.
Por su parte, la ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, ha ido más allá y ha exigido una investigación. «El hedor que rodea a este Gobierno se está volviendo bastante abrumador […] Se necesita una investigación exhaustiva, dada la seriedad de las acusaciones», declaró.