Lasso prepara su revolución en Ecuador obligado a pactar los cambios con los progresistas

Héctor Estepa
héctor estepa LIMA / E. LA VOZ

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DPA vía Europa Press

El partido del nuevo presidente es minoría en la asamblea

19 abr 2021 . Actualizado a las 09:29 h.

Guillermo Lasso ganó las presidenciales ecuatorianas, el pasado domingo, renovando su imagen política, y prometiendo pactar con los grupos progresistas de postura anticorreísta, pero enfrentará una situación de frágil gobernabilidad al ser minoría en el legislativo. El banquero conservador, de 65, años obtuvo el 52,3% de los votos, un resultado sorpresivo, teniendo en cuenta que aparecía en la gran mayoría de encuestas por debajo de su rival, el economista Andrés Arauz, de 36 años, delfín del ex presidente socialista Rafael Correa (2007-2017).

Lasso basó buena parte de su éxito en la renovación de su imagen pública, que, hasta el fin de la primera vuelta era la de un hombre desgastado, de costumbres antiguas y que había fracasado en dos presidenciales previas. Fue de especial relevancia la entrada en su equipo de asesores de Jaime Durán Barba, el experto ecuatoriano en política que ya había logrado previamente llevar a Mauricio Macri a la presidencia de Argentina, y también la contratación de una agencia Crudo Ecuador, expertos en comunicación dirigida a jóvenes -el 60% del electorado es menor de 30 años- y que ya habían obrado el «milagro» de situar a un desconocido Xavier Hervas al borde de entrar en segunda vuelta, con un 16% de los votos.

Lo primero que le recomendaron fue abrir una cuenta en Tik Tok, algo que Lasso había rehusado anteriormente, al parecerle demasiado moderno para su edad. Fue un éxito. Además, dejó atrás su imagen de hombre antiguo y malhumorado, y apostó también por un lema, el «Ecuador del encuentro», que introducía una nota positiva en una campaña que hasta entonces se había basado en una dura confrontación dialéctica entre candidatos. Popularizó además un eslogan, en el debate televisivo, «Andrés, no mientas otra vez», dirigido a su rival, que parece haber calado entre la población. Eso le permitió conseguir imponerse después de haber obtenido un resultado muy discreto en primera vuelta. Pero ese será, precisamente, el principal problema del nuevo Gobierno.

Reto, la reactivación económica

Lasso consiguió en febrero 1,8 millones de votos, frente a los 4,6 millones que obtuvo en la segunda vuelta. Eso quiere decir que el 60% de su apoyo es prestado, además, desde opciones progresistas, aunque anticorreístas, como la de Hervás o el movimiento indígena Pachakutik, que no pasó a segunda vuelta por un puñado de votos, y denunció un fraude a favor de Lasso. La mayor parte de los votantes de esas opciones apostaron por el nulo -más de un 17% - o dieron su apoyo a Lasso, pero podrían darle la espalda a la primera medida que les disguste.

En la primera vuelta se celebraron también las legislativas. Creo, el partido de Lasso, obtuvo apenas 12 de los 137 escaños de la Asamblea Nacional. El correísmo controlará, en cambio, 49 asientos, e igualmente relevantes son los escaños controlados por el progresismo anticorreísta, que cuenta con los 27 diputados de Pachakutik y con los 18 de la Izquierda Democrática (ID) de Hervas.

Lasso tendrá que hacer honor a su lema si quiere obtener gobernabilidad en el legislativo, y eso, probablemente, significará renunciar a parte de su agenda económica, basada en un liberalismo ortodoxo y que Pachakutik e ID no van a comprar. Este nuevo Gobierno tiene como principal reto la reactivación económica de un país que arrastra serios problemas financieros desde hace un lustro, con una deuda que supera el 60% del PIB. Cabe recordar, que el presidente saliente firmó un rescate con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que exige unas duras medidas de ajuste.