El líder egipcio utiliza la liberación del canal y el patriotismo para ganar popularidad
12 abr 2021 . Actualizado a las 07:59 h.Dos meses después de liderar al Ejército en la destitución del primer gobernante del país elegido democráticamente, el presidente egipcio, Abdel Fattah Sisi, hizo una peregrinación al canal de Suez. En una ceremonia cargada de patriotismo, el exgeneral anunció un megaproyecto que haría renacer Egipto después del caos de la Primavera Árabe: una expansión del canal, uno de los símbolos más potentes de la identidad nacional egipcia, de 8.000 millones de dólares. «Debemos avanzar, y hacerlo con firmeza, para salir del círculo de pobreza en el que estamos inmersos», dijo entonces Sisi.
Siete años después, ese renacimiento casi no existe. Aunque el producto interior bruto está mejorando, casi un tercio de los cien millones de habitantes de Egipto viven con menos de dos dólares al día, y la desigualdad de ingresos probablemente nunca ha sido tan alta.
Así, cuando las autoridades egipcias y los expertos internacionales lograron desencallar el Ever Given, el barco de 200.000 toneladas que bloqueó el canal de Suez durante seis días, significó algo más que la reapertura de una arteria marítima internacional vital. Para Sisi y su Gobierno fue una oportunidad para reclamar una victoria excepcional y pulir las credenciales de un líder acusado a menudo de amiguismo y de desgobierno.
Tan solo 24 horas después del reflotamiento del Ever Given, Sisi visitaba de nuevo el icónico canal haciendo resonar los tambores nacionalistas e invitando a sus compatriotas a marchar con él. «Esto es una bendición disfrazada», afirmó acerca de la crisis. «Este incidente demostró que el canal de Suez es capaz, duradero y muy, muy competitivo».
El Ever Given, un coloso que triplica el tamaño de la Gran Pirámide en Giza, quedó encallado el 23 de marzo, bloqueando completamente una vía que maneja una décima parte del transporte marítimo mundial. Según el jefe de la Autoridad del Canal de Suez, Osama Rabie, esto provocó pérdidas de unos mil millones de dólares.
La operación para retirar el barco fue monumental. Los medios cercanos al Gobierno amplificaron el mensaje de Sisi como un logro egipcio que reafirmó el posicionamiento internacional del país. Y en Twitter, bots gubernamentales y sus partidarios difundieron el hashtag #Thank_You_Sisi.
«Todo egipcio que viva dentro o fuera de Egipto y cuyo corazón no estallara de felicidad después del avance en la crisis de Suez, debería cuestionarse a sí mismo, su humanidad y el ser egipcio», escribió en su cuenta de Twitter —con 700.000 seguidores— el artista Mohamed Mohsen.
Kareem Farid, una desarrolladora de software, escribió en la misma red social que la crisis había demostrado que «no hay otra elección que respaldar al presidente. Tras siete años de balbucear sobre los proyectos de Sisi para el canal de Suez, gracias a Dios ahora todos han descubierto su importancia».
Esa efusión, ya sea orquestada o no, muestra «de qué trata en esencia el nacionalismo egipcio», afirmó Hafsa Halawa, una académica egipcio-británica en el Middle East Institute. «La importancia histórica de Egipto como una nación africana, mediterránea y del Oriente Medio es ‘Umm Al Dunya'», agregó, utilizando una expresión egipcia que significa «madre del mundo».
El vídeo de un trabajador egipcio con la bandera tras la liberación del Ever Given pronto se volvió viral. Gran parte de esa algarabía fue genuina, afirmó un activista y crítico del Gobierno que escribe un blog bajo el seudónimo de El gran faraón por razones de seguridad. Pero ha sido utilizada por Sisi para distraer la atención del hecho de que su apuesta por expandir el canal no da resultados.
Se esperaba que la expansión, que terminó en el 2015, aumentaría los ingresos a 13,2 millones de dólares para el 2023. Pero el negocio se ha mantenido en unos 5,7 millones y cayó a 5,16 millones en el 2020 debido al coronavirus.
«Sabemos que las grandes promesas del 2015 no se han materializado», afirmó el bloguero. Mientras tanto, desde el 2016, cuando Sisi hizo circular la moneda local en mercados internacionales, recortó los subsidios e introdujo el IVA, la vida diaria se ha vuelto más difícil. Fueron acciones con las que Sisi se ganó los elogios del FMI y de otras instituciones financieras, pero hizo empobrecer a muchas personas en casa.
«La gente no puede comprar lo mismo que hace solo unos años. Si le preguntas a diez egipcios si están mejor este año que lo que lo estaban hace diez, definitivamente dirán que no», escribe El gran faraón. Incluso quienes son más críticos con Sisi reconocen que ha centrado el gasto en la renovación de infraestructuras, que eran necesarias. Pero los beneficiarios de ese gasto han sido los militares y los amigotes de Sisi, señaló por su parte Timothy Kaldas, un analista egipcio del Instituto Tahrir de Política de Oriente Medio, con sede en Barcelona.
«No es que Suez sea una distracción respecto a su incapacidad para invertir en infraestructura. Es que la infraestructura es una distracción de su incapacidad para invertir en las personas y mejorar sus niveles de vida», explicó Kaldas.
Los problemas internos y con sus vecinos dañan su imagen
El canal, que une el mar Mediterráneo con el mar Rojo, ha tenido desde hace mucho tiempo una importancia especial para los egipcios. Para cuando la obra se completó, en 1869, decenas de miles de campesinos habían padecido diez años de arduos trabajos en el proyecto, llegando incluso a morir muchos de ellos en el proceso.
En 1956, el presidente Gamal Abdel Nasser, un líder carismático, nacionalizó el canal desafiando a Gran Bretaña y Francia, provocando un esfuerzo tripartito pero fallido de los antiguos supervisores coloniales, junto con Israel, para tomar el control de la vía.
El éxito en la reciente crisis del canal de Suez se dio mientras Sisi se enfrenta a otros desafíos, tanto en el exterior como en el ámbito doméstico. En la misma semana en que el Ever Given encalló, dos trenes chocaron en Sohag, una provincia del centro de Egipto, y dejaron como saldo la muerte de 19 personas. En enero, Egipto tenía la tasa más alta de muertes por coronavirus que cualquier otra nación árabe.
En el extranjero, Sisi se enfrenta a un mayor escrutinio del presidente estadounidense, Joe Biden, respecto a los derechos humanos, en un marcado contraste con el expresidente Donald Trump, quien lo describió como su «dictador favorito».
Luego está la lucha que se está gestando por la Gran Presa del Renacimiento en Etiopía, un megaproyecto etíope en el Nilo que tanto Sudán como Egipto consideran una amenaza estratégica. En su discurso de celebración en el canal de Suez, Sisi aprovechó el mayor fervor patriótico para emitir su advertencia más severa a Etiopía. «Nadie puede tomar una sola gota de agua de Egipto, y quien quiera probarlo, que lo intente», afirmó Sisi. «Que nadie crea que están más allá del alcance de nuestras capacidades».
Aún queda por ver si el impulso político de la liberación de Ever Given perdura en el tiempo. «Este es un momento de orgullo para los egipcios, que han logrado hacer algo que ha obtenido reconocimiento mundial», afirmó El gran faraón. «Pero hay un punto importante a tener en cuenta, que es: ¿Por qué este caso en especial está causando tanto júbilo?. Se debe al hecho de que en Egipto no tenemos éxitos».
© 2021 Los Ángeles Times. Distribuido por Tribune Content. Traducido por, Lorena Maya.