Muere a los 99 años el duque de Edimburgo, marido de la reina Isabel II

La Voz REDACCIÓN

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Con un comunicado publicado en sus redes sociales, la familia real británica informó que «falleció en paz esta mañana en el Castillo de Windsor»

09 abr 2021 . Actualizado a las 18:52 h.

El duque de Edimburgo, el príncipe Felipe, marido de la reina de Isabel II, ha muerto a los 99 años, según anunció la Casa Real británica en un comunicado. «Con profundo pesar su majestad la reina ha anunciado la muerte de su amado esposo, su alteza real el príncipe Felipe, duque de Edimburgo».

Con un comunicado publicado en sus redes sociales, la familia real británica informó que «murió pacíficamente esta mañana en el castillo de Windsor. Se harán nuevos anuncios a su debido momento». El próximo 10 de junio habría cumplido 100 años. El texto también señala que la familia real británica «se une a la gente en todo el mundo en llorar esta pérdida».

El duque de Edimburgo salió del hospital hace tres semanas tras someterse a una operación cardíaca después de una indisposición de la que apenas trascendieron detalles -oficialmente solo se confirmó que no se debió al coronavirus-. Una vez ingresado, fue operado con éxito de un problema cardíaco preexistente, según informó el Palacio de Buckingham.

El príncipe Felipe muere tras haberse convertido en el consorte monárquico más longevo de la Corona británica, con más de setenta años junto a la reina Isabel II, informa Efe.

Boris Johnson: «se ganó el afecto de varias generaciones»

El primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, ha reaccionado con «gran tristeza» al fallecimiento del marido de la reina Isabel II, del que ha reivindicado no solo su papel personal en la historia del país, gracias al cual «se ganó el afecto de varias generaciones», sino su pertenencia a una institución que el 'premier' considera «indiscutiblemente vital».

Era, además, «uno de los últimos supervivientes que han servido en la Segunda Guerra Mundial», según Johnson, quien ha recordado los reconocimientos a la «valentía» con que ejerció entonces un hombre nacido en Grecia pero que ha vivido la gran mayor parte de su vida en Reino Unido.

El Sinn Féin expresa sus condolencias

La presidenta del Sinn Féin, Mary Lou McDonald, expresó hoy sus condolencias a la familia real británica. «Llegó a vivir hasta una edad muy avanzada, pero, de todas maneras, estoy segura de que estarán muy tristes por su muerte», declaró la dirigente republicana irlandesa a los medios a las puertas del Parlamento de Dublín.

El príncipe Felipe vivió episodios traumáticos relacionados con Irlanda, como el asesinato de su tío Louis Mounbatten en un atentado cometido por el ya inactivo Ejército Republicano Irlandés (IRA), el brazo armado del Sinn Féin durante el pasado conflicto en el Ulster. «Estoy segura de que la gente para la que la monarquía es muy importante y una parte muy emotiva de su identidad también estarán hoy de duelo», agregó McDonald.

Los reyes de España expresan su «profunda tristeza» por la muerte del «querido tío Philip»

Los reyes han expresado este viernes su «profunda tristeza» por el fallecimiento a los 99 años de Felipe de Edimburgo, marido de Isabel II, al que denominan «nuestro querido tío Philip» y del que destacan su «legado de servicio y dedicación a la Corona y al Reino Unido».

En un telegrama dirigido a Isabel II, a la que igualmente se dirigen como «querida tía Lilibet», don Felipe y doña Letizia le transmiten sus «más sentidas condolencias» en nombre del Gobierno y del pueblo español, así como su «cercanía y apoyo» en estos «momentos tan dolorosos», han informado fuentes de la casa real.

El Gobierno irlandés, «entristecido» por la muerte del duque de Edimburgo

El Gobierno irlandés se mostró hoy «entristecido» por el fallecimiento a los 99 años del duque de Edimburgo. «Nuestros pensamientos y oraciones están en estos momentos con la reina Isabel y con el pueblo del Reino Unido», escribió en su cuenta de Twitter el jefe del Ejecutivo de Dublín, Micheál Martin. El ministro irlandés de Asuntos Exteriores, Simon Coveney, también expresó sus «sinceras condolencias» a todo el «pueblo británico» por el «triste fallecimiento» de «Su Alteza Real».

Partidos escoceses suspenden sus campañas electorales

Los candidatos a las elecciones al Parlamento de Escocia, que se celebrarán el próximo 6 de mayo, anunciaron este viernes la suspensión «inmediata» de todos sus actos de campaña a causa de la muerte, a los 99 años, del esposo de la reina Isabel II.

En un mensaje colgado en Twitter, el gobernante Partido Nacionalista Escocés (SNP) confirmó la paralización de los eventos electorales que tenían previstos «con efecto inmediato» tras el anuncio hecho hoy por el palacio de Buckingham. «Hemos suspendido nuestra campaña electoral con efecto inmediato», indicó la formación liderada por la ministra principal escocesa, Nicola Sturgeon.

El duque de Edimburgo, junto a la reina Isabel II y los reyes de España, Felipe VI y Letizia, a su llegada a la cena de gala ofrecida por la monarca británica con motivo del viaje de los reyes de España al Reino Unido en julio del 2017
El duque de Edimburgo, junto a la reina Isabel II y los reyes de España, Felipe VI y Letizia, a su llegada a la cena de gala ofrecida por la monarca británica con motivo del viaje de los reyes de España al Reino Unido en julio del 2017 Ballesteros | Efe

Felipe de Edimburgo, una relación cercana y de sangre con la Corona española

Felipe de Edimburgo mantenía con la familia real española una relación de cercanía propiciada tanto por la amistad entre ambas casas reales como por los lazos de parentesco que guardaba con la reina Sofía y, algo más lejanos, con el rey Juan Carlos.

El marido de Isabel II tenía vínculos familiares tanto con don Juan Carlos como con doña Sofía, puesto que los tres, al igual que la reina británica, eran tataranietos de la reina Victoria, quien reinó de 1837 a 1901 y a la que se considera «la abuela de Europa» por la vasta genealogía que dejó, informa Efe.

Además de la rama británica, el duque de Edimburgo, natural de Corfú (Grecia), tenía su principal raíz en la familia real griega, de ahí su relación de cosanguinidad con doña Sofía, de la que era tío segundo. Jorge I era abuelo de quien fue príncipe de Grecia y Dinamarca hasta que contrajo matrimonio con Isabel II y, a su vez, bisabuelo de Sofía.

De igual modo, guardaban parentesco por la rama prusiana materna, puesto que el emperador Guillermo II fue el bisabuelo de la que sería reina de España y abuelo de Felipe de Edimburgo. En paralelo, la madre de este, Alicia de Battenberg, era prima hermana de Victoria Eugenia, esposa de Alfonso XIII y abuela de Juan Carlos I.

Estos lazos de sangre entremezclados llevaron a que las dos parejas reales entablaran una estrecha relación y mostraran cordialidad en las visitas mutuas que protagonizaron.

En 1986, don Juan Carlos y doña Sofía protagonizaron la primera visita oficial de un rey español al Reino Unido en más de un siglo. Isabel II se volcó en detalles hacia sus «primos españoles», a los que alojó en el castillo de Windsor, y concedió a Juan Carlos I el collar de la reina Victoria.

Dos años después, la soberana británica aceptó la invitación para ser la primera reina inglesa en visitar oficialmente España, durante la que recibió el Toisón de Oro. Sus anfitriones les acompañaron por una gira por Barcelona, Palma y Sevilla, donde los cuatro primos disfrutaron de un espectáculo flamenco en los Reales Alcázares en el que Felipe de Edimburgo se atrevió a probar con las castañuelas mientras su esposa daba palmas.

En Barcelona, tomaron el té en la residencia privada de los padres del rey Juan Carlos en una reunión en la que repasaron momentos y recuerdos de las dos familias. El colofón fue un recorrido turístico en coche por Mallorca de las dos parejas, con don Juan Carlos al volante y «Lilibeth» de copiloto.

Ese año, don Juan Carlos y doña Sofía volvieron a ir a Londres para ser investidos doctores «honoris causa» en Leyes de la Universidad de Cambridge a instancias del duque de Edimburgo, canciller de la centenaria institución académica. «Un honor que recibimos con placer y emoción por nuestra parte y en nombre de nuestro amado país, España», agradeció don Juan Carlos al marido de Isabel II. Desde entonces, se sucedieron otras visitas oficiales y privadas que constataron la familiaridad entre los dos matrimonios.

En 1989, Juan Carlos I recibió la orden de la Jarretera concedida por Isabel II; en 1997, acudieron a los festejos por las bodas de oro de Isabel II y Felipe de Mountbatten, y, cinco años después, por el medio siglo de la coronación de la reina británica.

La última ocasión en la que Felipe de Edimburgo tuvo contacto con la familia real española fue con motivo de la visita de Estado de Felipe VI y la reina Letizia al Reino Unido en julio del 2017. Como gesto de hospitalidad, los reyes de España se hospedaron en Buckingham y les ofrecieron una cena de gala.

Don Felipe y doña Letizia regresaron en junio del 2019 con motivo de la proclamación del monarca como caballero de la Orden de la Jarretera, que Isabel II también concedió a Juan Carlos I en 1989. Pero en el paseo en carroza por el castillo de Windsor ya no participó el duque de Edimburgo, tras su retirada de la vida pública en el 2017.

La amistad con Isabel II y Felipe de Edimburgo no impidió que surgieran roces diplomáticos, principalmente a causa de la disputa por Gibraltar entre España y el Reino Unido. Don Juan Carlos y doña Sofía no asistieron a la boda del príncipe Carlos y de Diana de Gales en 1981 ante la decisión de los novios de comenzar la luna de miel en la colonia británica. En 2012, por el mismo contencioso, la reina Sofía suspendió su presencia al banquete con que Isabel II conmemoró sus 60 años de reinado

La reina Isabel II y su esposo, el príncipe Felipe, llegando para asistir al Día de las Damas en la carrera Royal Ascot, el 21 de junio del 2012
La reina Isabel II y su esposo, el príncipe Felipe, llegando para asistir al Día de las Damas en la carrera Royal Ascot, el 21 de junio del 2012 ANDY RAIN | Efe

El duque de Edimburgo, el ancla de Isabel II

La reina encontró en su esposo el apoyo que necesitó durante las peores crisis, como la separación de los príncipes de Gales en 1992 o la muerte de Lady Di en París en 1997

Viviana García

El 6 de febrero de 1952, en una cabaña en lo alto de un árbol en Kenia, la vida del duque de Edimburgo dio un giro cuando su esposa, Isabel y heredera al trono británico, iniciaba el reinado más largo de la historia del Reino Unido.

Con 25 años, la entonces duquesa de Edimburgo había subido al refugio Sagana Lodge, en la localidad keniana de Kiganjo, como princesa y bajó como reina del Reino Unido y de varios países de la Mancomunidad Británica de Naciones (Commonwealth).

En esa jornada de febrero de 1952, al duque de Edimburgo le tocó la misión más delicada de sus cuatro años de matrimonio: comunicar a su mujer que su padre -el rey Jorge VI (1895-1952)- había muerto mientras dormía en la residencia de Sandringham (en el este de Inglaterra) y que ella ya era la jefa de Estado.

La noticia obligó a la pareja a regresar inmediatamente a Londres, donde le esperaba, al pie de la escalerilla del avión y vestido de riguroso luto, Winston Churchill, el primero de los 14 primeros ministros con los que a Isabel II le ha tocado departir durante sus casi setenta años de reinado.

La pareja real consolida la monarquía

A partir de ahí, la pareja real iniciaba un delicado proceso para consolidar la monarquía y adaptarla a los cambios que iba a experimentar el Reino Unido a lo largo de las décadas. Atrás había quedado el escándalo por la abdicación del rey Eduardo VIII, tío de Isabel II, en diciembre de 1936, y las supuestas simpatías de éste hacia el dictador alemán Adolf Hitler, a quien Eduardo -que ostentaba el título de duque de Windsor- visitó en su residencia de los Alpes, en Baviera, en 1937, después de su enlace con la divorciada estadounidense Wallis Simpson.

Cuando Isabel II llegó al trono, el Reino Unido aún atravesaba las dificultades económicas de la posguerra y había un profundo sentimiento antialemán entre la población. En este ambiente, Isabel II tuvo la difícil misión de fijar el nombre de la Casa real británica y sopesar si era conveniente que llevase el apellido alemán de su marido, Mountbatten.

El duque de Edimburgo, descontento en un principio, cedió a las presiones y descartó el nombre de Casa de Mountbatten, pero su propuesta para una Casa de Edimburgo llegó a oídos de Churchill, que aconsejó a Isabel II sobre la imperiosa necesidad de que la familia real mantuviera la denominación Casa de Windsor.

El duque junto a la reina en las ceremonias

A pesar de su fuerte personalidad, el duque de Edimburgo aceptó las reglas que imponía el servicio público y no dejó de acompañar a la reina en cenas de Estado, ceremonias de apertura del Parlamento, compromisos en su país o viajes al extranjero.

«La labor del duque ha sido de enorme importancia a lo largo del reinado de la Reina, como constante compañero y apoyo de la reina, cuya función es solitaria -algo que los que respaldan la monarquía no reconocen lo suficiente- y una figura importante por derecho propio», dijo a Efe el historiador y experto constitucional Robert Hazell, del University College London (UCL).

Según explicó Hazell, el duque de Edimburgo presidió el comité que planificó la coronación de la reina en 1953 y fue sugerencia suya que esa ceremonia -en la Abadía de Westminster- fuese televisada. «Desde entonces, (el duque) ha sido un defensor de la modernización de la monarquía (...) es solo a través de una continua evolución y adaptación que la monarquía puede sobrevivir», agregó.

La reina encontró en su esposo, según los medios, el apoyo que necesitó durante las peores crisis, como la separación de los príncipes de Gales en 1992 o la muerte de Lady Di en París en 1997.

Además de la separación y divorcio del heredero de la corona británica, la soberana afrontó la ruptura matrimonial del duque de York, Andrés, de Sarah Ferguson, eventos que, sumados al incendio del castillo de Windsor, a las afueras de Londres, llevaron a la misma reina Isabel II a calificar 1992 como el «annus horribilis».

Supuestas fricciones matrimoniales

Las malas lenguas se han referido en alguna ocasión a fricciones en el matrimonio de la reina y Felipe de Edimburgo a finales de los años cincuenta, pero desmentidas en su día. Isabel II acalló los rumores concediendo a su esposo el título de príncipe en 1957 y, tres años después, dispuso que sus descendientes por línea masculina que no fuesen príncipes u ostentasen el trato de Alteza Real llevasen el apellido Mountbatten-Windsor. Este ha sido el caso del hijo del duque de Sussex, Archie, que no es príncipe y lleva el apellido Mountbatten-Windsor.

La reina también dispuso que el príncipe Felipe tuviera «preeminencia» cuando le acompañase en sus funciones como soberana, por delante del príncipe Carlos, heredero al trono.

Los expertos han insistido en que la pareja ha disfrutado de una «fuerte relación». Con motivo del Jubileo de Diamantes en el 2012 (los 60 años del trono de la reina), Isabel II llegó a referirse al duque de Edimburgo como su «constante fortaleza y guía».