Roberto Muñoz Bolaños (historiador): «El 23F es la última operación de la "transición paralela"»
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La novedad fundamental que aporta Roberto Muñoz Bolaños, profesor de Historia Contemporánea en las universidades Camilo José Cela y Francisco de Vitoria de Madrid, en El 23-F y los otros golpes de Estado de la Transición (Espasa), es que sitúa el golpe como «la última operación dentro de la dinámica que se denomina ‘transición paralela’, que se inicia en 1977, tras la legalización del PCE y la decisión de Adolfo Suárez de convertir España en una democracia plena semejante a la que existía en los países de Europa occidental». Un grupo de empresarios, militares y periodistas de ideología conservadora opuestos a ese proyecto deciden poner en marcha un conjunto de operaciones, entre 1977 y 1980, con el objetivo de descabalgar a Suárez de la presidencia del Gobierno y derechizar el sistema político.
—Eso cuaja en la «solución Armada».
—La última de esas operaciones es la «solución Armada», cuyo objetivo es hacerle jefe de un ejecutivo de concentración nacional. Esa operación en su variante constitucional fracasa, porque Leopoldo Calvo-Sotelo se convierte en candidato a la presidencia tras la dimisión de Suárez. Los militares que participaban en la misma, es decir el general Armada y una serie de elementos del Cesid, ponen en marcha el golpe de Estado con el mismo objetivo. Eso no significa que los civiles que conocían la «solución Armada» tuvieran conocimiento del golpe del 23F. Pero explica la versión oficial del golpe sea difusa hasta nuestros días, para que no apareciesen los nombres que inicialmente habían apoyado el proyecto que encabezaba el general.
—¿Por qué fracasó el golpe?
—Fundamentalmente por tres razones: Primera, estaba muy mal planteado, tomar el Congreso y que Armada pudiera presentarse ante los diputados para proponerse como presidente del Gobierno era absurdo, porque tanto a nivel nacional como internacional siempre se habría sospechado que su elección había sido forzada por la amenaza de las armas. Segunda, debido a la persona que toma el Congreso, el teniente coronel Antonio Tejero, que era partidario de sustituir el sistema democrático por una junta de defensa, entra a tiros y se enfrenta a un superior, Manuel Gutiérrez Mellado. Tercera, cuando Tejero supo que en el gobierno de Armada había socialistas y comunistas se negó a que pudiera hablar a los parlamentarios.
—¿Por qué Armada no se presentó a la investidura tras dimitir Suárez?
—Esa es la clave. El 3 de febrero Armada se considera presidente del Gobierno. Esa misma noche en una cena a la que acude invitado por Jordi Pujol, la mujer de este, Marta Ferrusola, le pregunta qué le parece Calvo-Sotelo como presidente y le responde que no va a serlo. Es el mismo día que el rey le llama diciéndole que le ha nombrado segundo jefe del Estado Mayor y lo trasladan a Madrid. Armada está convencido de que va a ser presidente. Pero, días después, el candidato elegido es Calvo-Sotelo. ¿Qué ocurrió? Probablemente la clave es que al forzar Suárez y Pío Cabanillas la elección de Calvo-Sotelo se cortó la vía para que Armada pudiera ser propuesto como candidato.
—¿Cuáles son los principales enigmas que quedan por resolver?
—Distingo lo que pasa durante y antes del 23F. De lo primero, el sumario nos da una visión global, aunque pueda quedar algún detalle por conocer. Más complejo es lo que ocurre antes, y no me refiero a la preparación del golpe, entre el 16 y el 23 de febrero, porque está perfectamente explicado, sino a los contactos que Armada sostuvo con miembros de la élite política, empresarial, militar y periodística en los meses anteriores, aunque en mi libro lo perfilo bastante. Hay que situarlo todo dentro de ese gran contexto conspirativo que es el año 1980, que solo puede entenderse dentro de la dinámica de crisis global en el país y es poliédrica: terrorismo, depresión económica, crisis política, desintegración de la UCD. De ahí surge un universo conspirativo en el que la figura más importante es Armada.