Alfonso Pinilla (historiador): «Si la Brunete ocupa Madrid, el golpe podría haber ganado»
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En Golpe de timón (Comares), Alfonso Pinilla, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Extremadura, se centra en el período que va desde la dimisión de Adolfo Suárez al 23F, período en el que hay «un vacío de poder muy tenso que da alas a Alfonso Armada para poner en práctica su intentona golpista». Publica «documentación prácticamente inédita de los informes secretos de los mandos de la División Acorazada Brunete de la noche del 23F», que, asegura, «si hubiera ocupado Madrid, como habían previsto los golpistas, el golpe habría tenido más visos de triunfo»
—¿Por qué no salió?
—El general jefe de la Brunete, José Juste, da luz verde a la Operación Diana para que se desplegara por Madrid. No está en el golpe, pero es apremiado por San Martín, su Jefe de Estado Mayor, por el antiguo jefe de la DAC, Torres Rojas, y por el comandante Pardo Zancada, que se ha reunido un día antes con Milans, para que saque los tanques a la calle, apoyando una operación que, dicen, respalda el rey. Juste sospecha que si se niega puede perder el mando y hasta la vida, recordando lo que pasó en 1936, por eso ordena su inicial despliegue, calculando que, mientras se pone en marcha el gigante acorazado, él podrá comprobar lo que San Martín, Torres Rojas y Pardo Zancada le transmiten. La Brunete empieza a desplegarse, pero a las 18.40 horas, Juste logra hablar con Fernández Campo y este le dice «Armada no está ni se le espera». «Eso cambia las cosas», responde Juste y enseguida ordena el repliegue. Finalmente el grueso de la división no ocupó Madrid.
—¿Qué falta por conocer del 23F?
—Fundamentalmente dos cosas, si el rey sabía que esa noche se iba a asaltar el Congreso, y yo creo que no, porque Armada habría puesto en marcha esa operación sin que lo conociera para protegerlo por si salía mal. Y el papel de los servicios de inteligencia, concretamente de la Agrupación Operativa de Misiones Especiales (AOME), y dentro de ella la sección especial de agentes, una élite dentro del CESID. Aunque no hay pruebas contundentes y en la sentencia exoneraron a su jefe, José Luis Cortina, mi hipótesis es que podría haber jugado un doble papel. En primer lugar, evitar que se pudiera probar el contacto de Armada con Tejero, que facilitó el propio Cortina, porque si el primero iba a aparecer como el De Gaulle español, salvador de la democracia en una situación límite, no podía figurar que pusiera en peligro esa democracia ordenando al teniente coronel que asaltara el Congreso. En segundo lugar, coordinar la llegada al Congreso, a la hora prevista, de los distintos autobuses que transportaban a las fuerzas de Tejero.
—Da mucha importancia al vacío de poder que creó la dimisión de Suárez.
—En la primera ronda de consultas del rey con los partidos políticos no sale el nombre de Calvo-Sotelo, la propia UCD no se pone de acuerdo. Ocho días después es designado, pero solo cuenta con el apoyo de UCD, los demás partidos defienden que procede un gobierno de concentración. Todo eso en medio del asesinato del ingeniero Ryan de la central de Lemóniz, los abucheos al rey en la sala de junta de Gernika y las torturas policiales al etarra Arregui, que le cuestan la vida y suponen una vapuleo parlamentario a Suárez. Horas antes de la intentona, el propio Santiago Carrillo aboga por un gobierno de concentración. Eso da alas a Armada, que considera que la fruta está suficientemente madura para escenificar un golpe duro, cree que puede controlar a Tejero, le insiste que entre en el Congreso sin pegar un solo tiro, que no haya derramamiento de sangre y que es algo que quiere el rey para reconducir la democracia. El problema es que Tejero se sale del guion, entra dando tiros en el Congreso y eso complica mucho el apoyo político a esa solución. El gran error de Armada cuando habla con Tejero la noche del 23F es enseñarle la lista del Gobierno a Tejero, que le dice no ha asaltado el Congreso para eso, y se rebela contra los propios rebelados.