Los republicanos salvan de nuevo al expresidente del segundo «impeachment»
14 feb 2021 . Actualizado a las 11:30 h.El Senado de Estados Unidos absolvió ayer al expresidente estadounidense Donald Trump del cargo de incitación a la insurrección por el asalto al Capitolio de una turba de fieles con el fin de boicotear la confirmación de la victoria electoral de Joe Biden. El veredicto exculpatorio contó con el voto en contra de 57 senadores del total de 100 miembros de la Cámara Alta. Siete republicanos se unieron a los 50 demócratas para votar por la culpabilidad, pero no alcanzaron la mayoría de dos tercios —67— necesaria para la condena. Dos conservadores se sumaron a los cinco votos previstos a favor del castigo.
Trump salió victorioso de su última batalla política en Washington. «Es triste que un partido político tenga un pase libre para denigrar el estado de derecho, difamar a las fuerzas del orden, animar a las multitudes, excusar a los agitadores y transformar la justicia en una herramienta de venganza política», dijo el expresidente desde su retiro de Florida, en un comunicado enviado después de conocer el veredicto.
El histórico segundo impeachment contra él deja al Partido Republicano dividido en dos y bajo la sombra de su influencia. «Los republicanos han dejado su firma junto a la de Trump en la columna de la historia», les reprochó el líder de la mayoría demócrata en la Cámara, Chuck Schumer, tras la votación. «Será el voto de la infamia en la historia del Senado de EE.UU.», añadió.
Los siete republicanos que votaron junto a los demócratas fueron los senadores Richard Burr, Lisa Murkowski, Mitt Romney, Ben Sasse, Pat Toomey y Bill Cassidy. Este último declaró que consideraba a Trump «culpable» de la insurrección, y que la Constitución y el país «son más importantes que cualquier persona».
McConell lo acusa
Por su parte, el líder de la minoría republicana, Mitch McConnell, quien votó en contra de la condena, aseguró al finalizar el juicio político que Trump es «responsable moral y en la práctica» de provocar lo ocurrido en el Capitolio el pasado 6 de enero. Pero justificó su decisión de decantarse por la absolución con el argumento de que el Senado no puede condenar a un presidente después de dejar el cargo. McConnell añadió que Trump no es inmune y que todavía puede ser juzgado por los tribunales ordinarios de EE.UU. Hay que recordar que McConell fue un fiel aliado del expresidente Donald Trump durante mucho tiempo.
La última jornada del juicio político estuvo repleta de giros inesperados de guion, después de que el viernes por la noche apareciera una nueva evidencia. La congresista republicana Jamie Herrera Buetler envió un comunicado en el que revelaba que Trump se negó a detener a los asaltantes ante las peticiones desesperadas del líder de la minoría conservadora en la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy. «Bueno, Kevin, supongo que esta gente está más molesta por la elección que tú», le dijo el expresidente en una llamada telefónica entre ambos que acabó a gritos.
Sin testigos, más rápido
Esto provocó que el gerente del impeachment, el demócrata Jamie Raskin, pidiera la comparecencia de Herrera, lo que dio lugar a que los senadores votaran a favor de citar a testigos, lo que habría dilatado el final del juicio hasta fechas sin concretar, lo que muchos no estaban dispuestos a consentir. Sin embargo, la amenaza de la defensa del expresidente de llamar a declarar a más de un centenar de personas forzó un acuerdo entre las partes para incorporar como prueba el comunicado de Herrera y proceder con la recta final del proceso. Los demócratas quisieron evitar así que la ampliación del juicio paralizara la actividad legislativa del Senado y pusiera en peligro la agenda de los primeros 100 días del presidente Joe Biden, incluida la aprobación del nuevo rescate económico contra la crisis de la pandemia.
Presentación de argumentos
Las partes procedieron entonces a presentar sus argumentos finales. «Donald Trump debe ser condenado por la seguridad de nuestra democracia y de nuestra gente», concluyó el gerente del impeachment, el demócrata Jamie Raskin, en su exposición final. La acusación instó a los senadores de la cámara noble estadounidense a condenar al expresidente por alentar a sus seguidores con su dialéctica incendiaria a la insurrección y no hacer nada para detener la violencia que se saldó con cinco muertos y 140 agentes heridos. «Nos traicionó deliberadamente», dijo el demócrata David N. Cicilline. Los demócratas volvieron a repasar el rastro de tuits y declaraciones públicas dejado por el expresidente republicano para demostrar su acusación. «Las evidencias solo se han vuelto más fuertes y más detalladas. Hasta hoy, ¡hasta hace 10 minutos!», apuntó Raskin, en referencia a la nueva prueba.
«Esto va sobre la insurrección, no sobre lo que pasó después», alegó el abogado del expresidente Michael Van der Veen. La defensa trató de aislar el discurso pronunciado por Trump ante sus seguidores previo al asalto del propio ataque, del que responsabilizan solo a los agresores. Los abogados defendieron que cuando su cliente animó a sus fieles a marchar al Capitolio y a «luchar como el infierno» contra el robo de las elecciones estaba protegido por su derecho a la libertad de expresión. Fue el único argumento legal con el que contaba la defensa. No les hizo falta para ganar la partida.