Medio continente opta por confinamientos duros y medidas más restrictivas, mientras España delega la gestión en las autonomías
21 dic 2020 . Actualizado a las 09:13 h.Mientras España sigue ajuste aquí, ajuste allá para, en la medida de lo posible, contener el avance del virus y al mismo tiempo permitir a sus ciudadanos disfrutar de la Navidad con sus seres queridos, sus vecinos europeos, con los hospitales saturados, elevadísimas cifras de fallecidos y una nueva variante del agente infeccioso que se intuye un 70 % más contagiosa, echan cerrojos como si no hubiera un mañana. Para Europa ahora mismo no lo hay: medio continente ha sacrificado las fiestas navideñas con el objetivo de evitar que una tercera ola se cobre tantas vidas o más que las dos primeras y anule por completo también el próximo año. España, sin embargo, ha decidido optar por un plan restrictivo con ciertas licencias que, además, se ha flexibilizado para que cada comunidad pueda endurecerlo al gusto, oficialmente en función de lo que necesite, pero en la práctica, también de lo que más le interese.
Cuando se diseñó y se consensuó, España, donde el virus reincidió más temprano, estaba más o menos en buena forma, si no recuperándose de esta nueva embestida sí estabilizado, con la incidencia más baja de toda la Unión Europea. Ahora —a pesar de seguir siendo, de las grandes potencias, la que mejor está— empieza a renquear: es también la que mayor crecimiento porcentual registra. El repunte ya no es una amenaza al mal comportamiento, es la consecuencia. Desde el 9 de diciembre las cifras no han hecho más que crecer. El punto de inflexión, creen desde Sanidad, fue la relajación social, bajar la guardia a principios de diciembre después de haber pasado más de un mes bajo duras restricciones impuestas por los mandos autonómicos, competentes en la gestión de la pandemia desde el 25 de octubre.
A tres días de la Nochebuena, el panorama es delicado: en una decena de comunidades el crecimiento de la transmisión es indiscutible y, en el resto, como mínimo, la tendencia a la baja se ha frenado. La positividad alcanzó el viernes pasado un 8,22 %. La OMS considera como fuera de control más de un 5 %.
El Reino Unido
Confinamiento total en Londres y el sureste del país. Más de 20 millones de británicos están obligados desde este domingo a quedarse en casa durante al menos dos semanas. La rápida transmisión de una nueva variante del coronavirus ha puesto tan en alerta al Gobierno de Boris Johnson que el sábado a última hora el primer ministro anunció urgentemente que toda la población de Londres, del sudeste y el este del país, de Gales y Escocia entraba de inmediato en el nivel 4 de riesgo, que implica el cierre perimetral y la paralización de toda actividad no esencial. Las nuevas medidas imponen un confinamiento domiciliario que solo se puede romper para hacer compras esenciales o practicar ejercicio. Los ingleses que vivan en estas zonas rojas deben trabajar desde casa siempre que sea posible y solo pueden encontrarse en el exterior con una persona. Está prohibido pernoctar en otra vivienda y viajar fuera de la zona delimitada y, por consecuencia, del país. Al menos cinco países (Austria, Italia, Austria, Países Bajos y Bélgica) ya han cerrado sus aeropuertos a los vuelos procedentes del Reino Unido, Alemania y Francia se lo están planteando, y España ha pedido una respuesta conjunta de la Unión Europea, todo después de que el anuncio de las severas restricciones desatase un auténtico éxodo de la capital que el ministro de Sanidad británico, Matt Hancock, calificó este domingo de «absolutamente irresponsable».
Italia
Confinamiento duro en días concretos. A un ritmo de 600 muertos diarios, Italia ha decidido aplicar normas estrictas, pero solo los días calientes de las Navidades. Su intención era encontrar un punto de equilibrio entre contener la pandemia y mantener la «importancia social» de estas fiestas, por lo que el Ejecutivo de Giuseppe Conte ha impuesto un confinamiento duro el 24, 25, 26, 27 y 31 de diciembre, y el 1, 2, 3, 5 y 6 de enero. Estos días, todo el país será zona roja, por lo que solo se permitirá salir de casa por motivos laborales y de salud, o por alguna emergencia. Estarán abiertos los establecimientos que venden productos de primera necesidad, como supermercados, farmacias, estancos y quioscos, y cerrados comercios, bares, restaurantes. Este será el segundo cerrojazo del país transalpino, pero a diferencia del de primavera, en este los italianos podrán recibir en casa a un máximo de dos personas con las que no se conviva entre las 5.00 y las 22.00 horas, sin contar a los menores de 14 años y los no autosuficientes. La idea es permitir «un mínimo de sociabilidad», explicó Conte, que aseguró que la Policía no vigilará cuánta gente hay en las viviendas, aunque los movimientos por las calles deberán justificarse. Se permite, además, dar paseos cerca del domicilio y practicar deporte al aire libre de forma individual. El 28, 29 y 30 de diciembre, así como el 4 de enero, las instrucciones se ablandan: se autoriza la movilidad dentro del municipio, incluso los desplazamientos entre localidades de menos de 5.000 habitantes que estén a un máximo de 30 kilómetros de distancia, y las tiendas pueden abrir hasta las nueve de la noche.
Alemania
Cierre de la actividad. El 9 de diciembre, una desconocida Angela Merkel, con la voz rota por momentos, se dirigía públicamente a todos los que por entonces clamaban por relajar las restricciones de cara a la Navidad. El país contabilizaba entonces unos 600 fallecidos diarios —el miércoles pasado llegó a lamentar 952 en solo 24 horas— y llevaba algo más de un mes con los sectores del ocio, el deporte, la cultura y la gastronomía en reposo. «Lo siento de corazón, pero si el precio a pagar son tantas muertes al día, es inaceptable», se lamentó. «No puede ser que ahora, antes de las Navidades, tengamos muchos contactos y a continuación sean las últimas fiestas con los abuelos porque hemos desperdiciado la oportunidad de hacer algo». El mensaje caló y el pasado martes, día 15, Alemania cerró hasta el 10 de enero todas las escuelas y el comercio no esencial. Recomienda el teletrabajo y no viajar, y solo permite reuniones privadas de como máximo cinco personas de dos domicilios diferentes —cómputo en el que no se tienen en cuenta los menores de 14 años—, pero el 24 y el 26 de diciembre pueden ser hasta ocho, también de otros hogares.
Francia
Desescalada con estrictas restricciones. Un mes y medio de confinamiento, que concluyó el martes pasado, consiguió bajar las cifras de nuevos contagios, pero no controlar del todo la segunda ola de una pandemia que desde marzo ha dejado ya más de 2,51 millones de contagios y 60.534 muertos. Los franceses deberán ceñirse estas Navidades a un plan de desescalada que de relajado tiene poco: podrán desplazarse por el país, pero tendrán que estar en casa a las ocho de la tarde y no deberán volver a salir hasta las seis de la mañana. La única excepción que contempla el Ejecutivo de Emmanuel Macron, enfermo de coronavirus, es la noche del 24 de diciembre. En Fin de Año la movilidad nocturna permanecerá limitada. Los bares y restaurantes siguen cerrados —solo pueden encender los fogones si ofrecen comida para llevar o para recoger en el establecimiento—, al igual que los cines, teatros, salas de espectáculos o discotecas, y las estaciones de esquí, un lugar donde cientos de miles de ciudadanos pasaban estas fechas, seguirán clausuradas al menos hasta enero. A partir de aquí ya son recomendaciones: máximo de seis adultos en las reuniones familiares, sin contar a los menores, y uso de mascarillas durante las celebraciones navideñas que se lleven a cabo en espacios cerrados.
Portugal
Abre, pero prohíbe el Fin de Año. Tras erigirse como ejemplo en los primeros meses de la pandemia, Portugal se enfrenta ahora a una segunda oleada de coronavirus mucho más nociva para el país, incapaz de doblegar su curva de fallecimientos. El Gobierno de António Costa quiso abrir la mano en Navidad para permitir a los suyos reencontrarse con sus familiares, pero se ha visto obligado a sacrificar a cambio la Nochevieja, dedicada más a celebraciones y fiestas: el 31 de diciembre, los portugueses deberán estar en casa como muy tarde a las 23.00 horas y no podrán salir de sus respectivos municipios. Hasta el día 3 no podrán moverse de ellos sin justificación. Además, durante el festivo del día 1 y el fin de semana de los días 2 y 3 de enero habrá toque de queda a partir de las 13.00 horas. Portugal estará en estado de emergencia al menos hasta el 7 de enero.