Crece el temor a que Trump dinamite el traspaso de poderes

Héctor Estepa
Héctor Estepa WASHINGTON / E. LA VOZ

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Donald Trump dejó este domingo la Casa Blanca para ir a jugar al golf en su club de Virginia
Donald Trump dejó este domingo la Casa Blanca para ir a jugar al golf en su club de Virginia TOM BRENNER | Reuters

Los analistas también muestran su preocupación por que aproveche los dos meses de mandato que le restan para otorgarse un autoindulto o hacer una purga en el Gobierno

09 nov 2020 . Actualizado a las 09:18 h.

Donald Trump, lejos de aceptar la derrota y poner en marcha el traspaso de poderes a su sucesor, dedicó este domingo a jugar al golf en su club de Virginia, al que se desplazó desde la Casa Blanca. Antes de partir, recurrió a su herramienta favorita y lanzó una serie de tuits reiterando sus acusaciones de «robo electoral» y acusando a los demócratas de haber cometido un fraude masivo.

Pero Donald Trump se queda cada vez más solo en su defensa de una victoria electoral. Su entorno más próximo, con su mujer, Melania, al frente, le ha pedido que asuma cuanto antes la derrota. Y no solo su pareja le ha recomendado que anuncie a los estadounidenses el fin de su mandato, sino que crece el número de allegados y miembros del círculo íntimo del líder republicano que le han dado la misma opinión. Incluso su yerno, Jared Kushner, uno de sus principales asesores, le ha instado a que acepte la victoria de Biden, según informan varias agencias.

Pero, por ahora, Donald Trump parece dispuesto a ir a la guerra en los tribunales y a no facilitar la transición presidencial, situación que podría, según los analistas, elevar aún más la tensión en EE.UU.

El proceso de traspaso de poderes, muy estricto, y de obligado cumplimiento, se inició este mismo viernes, mientras el equipo legal del todavía presidente anunciaba más acciones judiciales para impugnar los resultados en los estados donde más ajustados han sido los comicios.

La comitiva de seguridad de Joe Biden aumentó considerablemente de número nada más ser declarado, por los medios del país, como presidente electo. Era el primer paso de la transición. Biden habría recibido además los primeros dosieres de seguridad nacional, así como información crítica sobre la situación de la pandemia de coronavirus.

A Trump, por su parte, le quedan dos meses y medio de mandato, y ya es considerado en EE.UU. un lame duck, un pato cojo, como se conoce en el país norteamericano a los presidentes salientes.

El todavía líder estadounidense conserva virtualmente sus poderes y competencias, pero su capacidad de influir decisivamente en política se reduce. Le será más difícil gobernar mediante órdenes ejecutivas, que podrán ser contrarrestadas por Biden en el corto plazo.

Sí podría, eso sí, iniciar algunos polémicos procesos de indulto, al no estar el presidente sujeto ya a los índices de popularidad. Trump ni siquiera ha descartado la posibilidad de autoindultarse —algo que está por ver si tiene base legal— para escapar a algunos procesos en su contra por supuestos malos manejos financieros.

Tampoco se descarta que el presidente inicie una purga entre los miembros de su Gobierno y sus asesores, pudiendo culpar a algunos de ellos de su mal desempeño electoral.

Cualquier contencioso legal acerca del recuento, iniciado por Trump y su equipo de abogados, encabezado por el exalcalde de Nueva York Rudolph Giuliani, deberá ser procesado en los tribunales en el plazo máximo de un mes.

Sus posibilidades de éxito, eso sí, por la vía legal son, consideran buena parte de los analistas, limitadas. Trump y su equipo alegan que, en ciertos lugares, se impidió la entrada de observadores del Partido Republicano a los centros de conteo. Dicha aseveración ha sido calificada como falsa por las autoridades locales de los estados impugnados, algunos de los cuales son republicanos.

Además, el equipo de Biden, que cuenta con centenares de juristas —la campaña de Trump asegura, por su parte, tener en nómina 8.500 abogados— ya ha ganado algunas pequeñas disputas legales en los estados clave.

Los litigios deberán ser procesados en cuatro semanas, porque, según el rígido calendario, el próximo 8 de diciembre es el último día en que los estados deben confirmar sus resultados definitivos. Seis días después, se congregarán los delegados electorales para confirmar sus votos. El 6 de enero se oficializaría a Biden como presidente electo y dos semanas después, el 20 de enero, tendrá lugar la investidura.