Los insultos de hijos a padres se multiplicaron por cuatro durante el confinamiento
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Un estudio sobre familias con adolescentes evidencia los problema de convivencia que generó el encierro
19 oct 2020 . Actualizado a las 19:17 h.Los insultos de los hijos hacia sus padres durante el confinamiento a causa de la covid-19 se han cuadruplicado. Las malas contestaciones multiplicado por dos. Son dos de los datos extraidos de una encuesta realizada a padres de adolescentes y de la que informa EFE, que alerta del riesgo de que se consoliden esas actitudes entre aquellos que antes no lo hacían.
El estudio Adolescentes, familias y covid-19: ¿convivencia o supervivencia?, realizado mediante entrevistas a 1.500 padres de jóvenes de entre 14 y 18 años, entre agosto y septiembre, por Amalgama7 y la Fundació Portal, suspende a los adolescentes en buen comportamiento durante el confinamiento por la crisis sanitaria.
El 58,3 % de los padres entrevistados reconoce que sus hijos aumentaron las malas contestaciones, un porcentaje de familias que casi duplica a las que así lo manifestaban antes de la covid, que era el 30 %. Pero, además, un 11,9 % confiesa que sus hijos llegaron al insulto durante el confinamiento, frente al 3,8 % que lo indicaba en el mes de febrero.
«La propuesta es controlar el insulto o la mala respuesta leve, porque, cuando se empieza a subir un peldaño, aumentan (los insultos) y es más difícil de resolver; hay que evitar que esto ocurra», sobre todo en la etapa de 14 a 16 años, explica Jordi Royo Isach, director clínico de la entidad de atención terapéutica y educativa de jóvenes y sus familias Amalgama7 y vicepresidente del Clúster de Salud Mental de Cataluña.
El autor del informe gradúa la respuesta del adolescente: leve o enfado sin intención (tonto o gilipollas), moderado o con la intencionalidad de herir (hijo de puta) y grave, cuando no solo tiene la intención de herir y hacer daño, sino que va acompañado de amenaza («ojalá te mueras»). «Si permites el insulto leve, progresa a moderado y luego al agudo o grave», advierte el experto; por ello argumenta que la respuesta de los padres debe ser «firme» para frenar esa progresión.
El informe destaca que el 23,2 % de los adolescentes que en tiempos anteriores a la pandemia no contestaba mal a sus padres actualmente ha consolidado este comportamiento, y más de un 6 % de jóvenes que no insultaba ha afianzado ahora los insultos dentro del núcleo familiar.
«Cuando se ha aprendido un tipo de respuesta, es más fácil volverla a expresar que no hacerlo», indica Royo Isach. Por ejemplo, cuando el adolescente ha incorporado palabras como «puto», al final la usa para todo («puto trabajo», «putos padres»...) y «parece que no tiene marcha atrás y que no se sabe expresar sin ella».
Que el adolescente deje de colaborar en las tareas familiares incide en esta progresión, también los malos hábitos alimenticios, que registra ahora un 5,5 % más que los que no los tenían. Consumos como de tabaco, alcohol y derivados del cannabis (marihuana, hachís), que se redujeron durante el confinamiento principalmente por el menor acceso, ahora se han disparado, indica el estudio.
En España, viven adolescentes en el 10,9 % de los hogares: 2.030.000 hogares y 2.348.837 adolescentes de 14 a 18 años.
Por sexos, en general los chicos responden peor a sus padres que las chicas, pero con la situación de pandemia los porcentajes se han equilibrado. «En general, los chicos tienen tendencia a expresar su enfado de una forma más expresiva y explosiva, con insultos y golpes, mientras que las chicas suelen expresarse de manera más sutil y sibilina».
A los profesionales de la salud mental infantil y juvenil les preocupa las secuelas del mal comportamiento en los adolescentes una vez desconfinados, pero también a los padres: casi el 60 % de ellos manifiesta que en caso de un segundo confinamiento sería más difícil ejercer de padre o madre, y en consecuencia el clima familiar empeoraría su comportamiento si se alarga esta situación excepcional.
En caso de necesitar ayuda, el 45,2 % de los padres y madres entrevistados reconoce que, en caso de necesitar ayuda por violencia familiar, no sabría dónde pedirla.
¿Por qué se comporta de esta forma un adolescente? «El origen es un transtorno educativo o psicopatológico; es decir, o se trata de una maleducado o de un enfermo», afirma este psicólogo clínico, quien apunta que la respuesta debería dotarse desde lo público.