Kyle Rittenhouse, el adolescente seguidor de Trump acusado de los homicidios durante las protestas en Wisconsin
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Al joven se le acusa de matar a dos personas durante las manifestaciones por el tiroteo a Jacob Blake por parte de un policía blanco, identificado como Rusten Sheskey
31 ago 2020 . Actualizado a las 18:18 h.Amante de las armas, la Policía y Trump. Así se podría definir a Kyle Rittenhouse, el joven de 17 años acusado de asesinar a dos personas y herir de gravedad a otra en las manifestaciones contra el policía blanco que pegó siete tiros a Jacob Blake, un hombre negro, en Kenosha (Wisconsin).
Desde el asesinato de George Floyd, el movimiento Black Lives Matter (las vidas negras importan) ha sacudido las calles estadounidenses y las redes sociales. Sin embargo, los perfiles de Rittenhouse están llenos de publicaciones alabando a la Policía, con el eslogan Blue Lives Matter (las vidas azules -en referencia al uniforme policial- importan) y fotografías suyas posando con armas, así como una en primera fila en un mitin de Trump.
En Estados Unidos parece que cualquier persona negra sospechosa de portar un arma en actitud desafiante o haber cometido un delito (aunque luego se demuestre lo contrario), como fue el caso de Breonna Taylor, es susceptible de ser víctima de la brutalidad policial. Algo que parece que no sucede cuando es una persona blanca quien va armada y se comporta de manera agresiva. El martes la policía de Kenosha dejó escapar tranquilamente al adolescente de 17 años que apareció en la ciudad con las milicias de vigilantes armados.
En plenas protestas por el caso de Blake, el joven disparó contra los manifestantes, matando a dos e hiriendo gravemente a uno. Según informa Colpisa, ese día la prensa le entrevistó en una gasolinera que decía defender con un grupo de hombres armados llegados por su cuenta del vecino Illinois. «Si los polis no van hacer su trabajo de impedir que lancen bombas caseras sobre civiles inocentes, alguien tiene que hacerlo», dramatiza en el vídeo grabado poco antes de que matara a una chica negra de un tiro en la cabeza. Anthony Huber, un joven blanco de 26 años que sus amigos definen como «un pacifista», intentó detenerle y murió de otro disparo.
Tras escapar a tiros del forcejeo con los manifestantes que intentaban detenerlo, se dirigió directamente con los brazos en alto hacia las tanquetas de policía que disparaban gases lacrimógenos y pelotas de goma contra los manifestantes. El contraste no pudo ser mayor. Le dejaron pasar sin intentar apresarle, a pesar de que llevaba el rifle colgado al pecho y un manifestante gritaba que había disparado contra alguien.
La escena fue completamente distinta el domingo. El policía blanco, identificado este miércoles por la Fiscalía como Rusten Sheskey, tardó menos de dos minutos en agarrar a Blake por la camiseta y meterle siete tiros por la espalda que le hicieron añicos las costillas, el intestino delgado y la columna vertebral, además de agujerearle el estómago, los riñones, el hígado y el brazo. Ahora «necesitará un milagro para volver a caminar» y diversas operaciones para seguir viviendo, declaró su abogado.
Los agentes habían acudido a una llamada de disturbios domésticos en la que Blake había intentado separar a dos mujeres, pero los policías ni intentaron averiguar cuál era su papel en ese episodio. Blake se estaba marchando cuando llegaron y tenía ya a sus tres hijos en el asiento trasero del coche, testigos de un brutal atentado que no olvidarán en su vida y que cambiará no solo su existencia, sino la de todo el país.
La familia ha intentado calmar las revueltas desatadas por el vídeo en el que se puede ver el brutal atentado policial, que han convertido a la modesta ciudad de Kenosha en un símbolo de la lucha contra la brutalidad policial y el racismo sistémico. Aún así, el hecho de que el agente siga cobrando su sueldo sin haber sido arrestado y que las autoridades hayan tardado tres días en identificarlo públicamente no ayuda a calmar los ánimos.
Estados Unidos vive un momento convulso desde la muerte de otro afroamericano, George Floyd, que murió asfixiado por la rodilla de un Policía que se la hinco en el cuello durante siete largos minutos mientras él rogaba «no puedo respirar», y del asesinato por parte de la Policía de Breonna Taylor, después de que los agentes confundieran su casa con la de un narcotraficante.
Este martes, miles de afroamericanos se manifestaron bajo la estatua de Abraham Lincoln en Washington DC siguiendo el llamado del reverendo Al Sharpton, que desfilase junto a Martin Luther King en ese mismo lugar hace 57 años. El eslogan de la marcha, «¡Quítanos la rodilla del cuello!».