El caso Palme afronta su final después de 34 años de trauma nacional en Suecia
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La fiscalía tiene prevista este miércoles una comparecencia en la que podría señalar a un posible autor
10 jun 2020 . Actualizado a las 10:01 h.Suecia avista el cierre del trauma que ha atormentado al país durante 34 años, el asesinato sin resolver en una calle de Estocolmo del primer ministro Olof Palme, un caso que la Fiscalía clausurará previsiblemente este miércoles en una comparecencia en la que se podría señalar a un posible autor.
Los focos apuntan a Stig Engström, un publicista que trabajaba para una aseguradora situada cerca del lugar del crimen y que fue incluido como testigo en la fase inicial de la investigación, aunque apartado meses después por no ser considerado relevante.
La pista del «hombre de Skandia» (por la empresa para la que trabajaba) se reactivó hace dos años gracias a un reportaje, al que luego siguió un libro, del periodista Thomas Pettersson.
Engström, fallecido en el 2000, se movía en círculos contrarios a Palme, tenía formación militar, fue miembro de un club de tiro y tenía acceso a armas a través de un conocido, reveló Pettersson, que informó de sus hallazgos a la unidad policial que investiga el caso.
Se sabe que el «grupo Palme» ha tomado muestras de ADN a familiares de Engström e interrogado a conocidos, aunque también que varios de sus allegados lo consideran incapaz de ser el autor del crimen, aparte de que las pruebas no parecen ser concluyentes.
«Hemos analizado de nuevo asuntos de la investigación, realizado pruebas técnicas y entrevistado a testigos», dijo en febrero el fiscal al mando, Krister Petersson, mostrándose «optimista» sobre la resolución del caso y anunciando una decisión final antes de julio.
Aunque no se ha confirmado que Engström vaya a ser señalado, ni siquiera que se apunte a alguien concreto, según adelantó hoy el diario Aftonbladet, el Gobierno ya ha sido informado de las conclusiones y se ha encontrado el arma del crimen.
Hallar el revólver empleado por el asesino de Palme ha sido uno de los principales quebraderos de cabeza de los investigadores, que han probado más de 400 armas distintas en todos estos años, aunque ninguna había podido conectarse a las dos balas encontradas en el lugar del crimen y conservadas en mal estado.
La pista sudafricana
La otra vía que parece haberse consolidado en los últimos años es la que apunta a los servicios de inteligencia sudafricanos.
Palme, que dotó a Suecia de voz propia en la Guerra Fría, fue un gran apoyo del Congreso Nacional Africano de Nelson Mandela; y se sabe que, días antes de su muerte, agentes sudafricanos infiltrados asistieron en Estocolmo a una conferencia antiapartheid.
El régimen sudafricano también fue señalado en un libro publicado el año pasado por el periodista Jan Stocklassa, continuador de la investigación del escritor Stieg Larsson, autor de la popular saga Millenium que había dedicado mucho tiempo a realizar pesquisas sobre el asesinato de Palme y los círculos de extrema derecha.
Grupos policiales vinculados a esos círculos aparecen en las listas de sospechosos, al igual que el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), al que Suecia incluyó en tiempos de Palme en su lista de organizaciones terroristas tras unos atentados en Estocolmo.
Una investigación plagada de escándalo e incompetencia
La pista del PKK fue pronto la única línea investigadora del jefe de policía del condado de Estocolmo, Hans Holmér, el primero al mando del «grupo Palme», pero un año después acabó dimitiendo por la falta de resultados y sus métodos; al igual que luego la entonces ministra de Justicia, por apoyar una pesquisa paralela, secreta e ilegal.
El escándalo y la incompetencia han rodeado el caso Palme desde que la noche del 28 de febrero murió de un tiro en la espalda cuando salía sin escolta de un céntrico cine con su esposa Lisbet, que no sufrió heridas graves.
No se acordonó correctamente la zona del crimen, ni se bloquearon calles adyacentes ni se cerraron fronteras, además de que se tardaron horas en decretar el estado de alarma.
El único condenado por el caso, el delincuente común Christer Pettersson, contra el que un tribunal dictó cadena perpetua en julio de 1989, fue absuelto meses después por falta de pruebas.
A falta de arma y de móvil claro, la prueba principal fue que Libset Palme lo identificó en una ronda de reconocimiento, aunque quedó sin valor al admitir esta después que un policía le había facilitado detalles físicos sobre el aspecto del sospechoso.
La televisión pública SVT reveló hace dos años que el policía a cargo entonces de la investigación, el inspector Thure Nässén, ofreció dinero a varios testigos para incriminar a Pettersson (muerto en 2004) y manipuló los interrogatorios, mientras el fiscal ocultó declaraciones que lo exoneraban.
La investigación debía haberse cerrado en el 2011, pero un año antes el Parlamento aprobó abolir el plazo de 25 años para la prescripción del delito, lo que permitió continuar trabajando al grupo Palme.
La considerada mayor investigación mundial de un asesinato, cuyos miles de documentos llenan 250 metros de estanterías de una comisaría de Estocolmo, se acerca ahora a un final que podría cerrar una herida abierta desde hace tres décadas en Suecia.