Iglesias se enfrenta al reto de compaginar labores de Gobierno con el tema interno
01 jun 2020 . Actualizado a las 08:49 h.La entrada de Pablo Iglesias e Irene Montero en el Gobierno supuso una bocanada de oxígeno para Podemos. Política, al permitir una renovación del discurso. Y económica, ya que con la vicepresidencia y el ministerio surgieron decenas de cargos de libre disposición que facilitaron asignar sueldos a exdiputados y numerosos colaboradores. La conquista de la Moncloa motivó un traslado masivo de personal de Princesa a, en este caso, el paseo del Prado, donde se localizan las sedes de Asuntos Sociales e Igualdad, replicando un patrón clásico en el PSOE y el PP.
Pero existe una salvedad con Podemos respecto a estos: los morados tocan poder por primera vez, y lo hacen en el momento en el que peor les marchan las cosas en las urnas, lo que complica el reto de atender a la acción gubernamental y mantener el orden dentro del partido.
Con los círculos pasados a mejor vida, la estructura interna no difiere mucho al de otras formaciones políticas. Básicamente se reduce a una dirección estatal con sede en Madrid, y direcciones autonómicas. Sin embargo, tras los convulsos episodios experimentados por Podemos en los dos últimos años, más de la mitad del poder territorial está en manos de gestoras.
La paradoja morada: ha llegado al poder en el peor momento de su reciente historia En el País Vasco, el errejonista Lander Martínez abandonó la secretaría general, por lo que un equipo técnico maneja la transición hasta el probable nombramiento de la pablista Pilar Garrido. En Cataluña hasta nueve candidatos compiten por dirigir Podem, en manos de la tercera gestora, al haber encadenado una crisis tras otra desde la abrupta salida de Albano Dante-Fachín. En Aragón, Ignacio Escartín fue eliminado en un movimiento similar al que le costó la secretaría general a Pedro Sánchez. En la Comunidad Valenciana también está lanzada la carrera por las primarias tras la dimisión de Antonio Estañ en plena resaca del 10N. En Castilla-La Mancha llevan más de un año con una gestora al frente.
El presidente del equipo técnico de Murcia, Javier Sánchez Serna, tiene todas las papeletas para convertirse en pocos días en el líder oficial. Madrid y Cantabria también buscan dirección: Jesús Santos y Luis del Piñal saldrán victoriosos del proceso interno al contar con el apoyo de Iglesias.
Un caso peculiar es el de La Rioja: ni líder ni gestora tras un cruce de facciones resuelto en los tribunales. En Andalucía, Teresa Rodríguez dejó el partido y hasta 32 inscritos compiten para suceder quien era uno de los escasos contrapesos que quedaban a Iglesias en casa.
Con el fundador ya refrendado, se desbloquean las elecciones de los líderes autonómicos. Las votaciones de estos procesos territoriales tendrán lugar entre el 13 y 17 de junio, y los resultados definitivos se conocerán el 19.
Seis años de altibajos
La primera ocasión en la que Podemos se midió en unas urnas fue en las elecciones al parlamento europeo del 2014, con la cara de Pablo Iglesias impresa en la papeleta. Obtuvieron 1.253.837 votos que les dieron cinco diputados en Bruselas. Una de esas actas cayó en manos del secretario general, que abandonaría al año siguiente para centrar todos sus esfuerzos en las generales del 2015. Otra campanada: Podemos y sus confluencias de los Comunes, Compromís y En Marea sumaron 5.212.711 votos (el 20,68 % del total), lo que les convirtió en la tercera fuerza política. Sánchez exploró entonces un intento de coalición con los morados, pero el único objetivo de estos era sorpassar a los socialistas, lo que derivó en una repetición electoral a los pocos meses, en junio del 2016, un proceso en el que absorbieron a la histórica IU, pero que supuso el inicio de una sangría de votos que al paso de los cuatro años todavía no han sido capaces de detener.
En el camino se han perdido más de dos millones de apoyos (en las últimas generales lograron 3.119.364 papeletas que supusieron un 12,86 % del total), y han pasado de ser la tercera fuerza a cuarta, por detrás de Vox. Sin embargo, las circunstancias políticas han determinado su llegada al Gobierno central en el momento en el que cuentan con menos confianza de los españoles.
Peor evolución en Galicia
La pérdida de confianza en Podemos, que desde su alianza con IU pasó a denominarse Unidas Podemos, es generalizada. Y tanto la marca principal como todas sus marcas se ven incapaces de remontar el vuelo. Salvando la Comunidad Valenciana, en donde Compromís decidió cambiarse al barco de Íñigo Errejón, el territorio en donde más porcentaje de apoyos se han dejado es en Galicia: de 410.698 votos y seis diputados de diciembre del 2015, a los 188.231 sufragios y 2 escaños con los que cuenta ahora Galicia en Común. La caída de UP es de 37,81 %, mientras que la de su marca en Galicia es de superior al 50 %.