Varios de los socios que hicieron posible la investidura de Sánchez le reprochan al presidente del Gobierno su acercamiento a la formación naranja. ERC y Compromís votaron en contra de la extensión del estado de alarma hasta el 7 de junio
20 may 2020 . Actualizado a las 20:55 h.El Gobierno ha logrado el visto bueno del Congreso para prorrogar el estado de alarma hasta el 7 de junio gracias al decisivo respaldo de Ciudadanos, pero a su vez asiste a los primeros indicios de un posible desmoronamiento del llamado bloque de investidura. Su pérdida de apoyos en la Cámara continúa, como se evidenció en el resultado final de la votación de este miércoles, más ajustado que nunca. De ahí la voluntad inicial del Gobierno de prorrogar la alarma para algo más de un mes, hasta que concluya el proceso de desescalada, y evitar así la erosión de un nuevo debate. Sin embargo, las reticencias de Cs, que en dos semanas buscará volver a poner en valor sus diez escaños, motivaron que el Gobierno tuviese que conformarse con un plazo más corto.
La votación salió adelante este miércoles con 177 votos a favor, 162 en contra y 11 abstenciones. La prórroga que ha cosechado más votos en contra sí contó además de con los diputados del PSOE y Unidas Podemos con el apoyo de los de Ciudadanos, el PNV, Más País, CC, el PRC y Teruel Existe.
Fueron varios los portavoces que advirtieron al Gobierno de los síntomas del desmoronamiento del bloque que permitió a Sánchez renovar en el poder. «Estamos llevándonos por delante, quizá de forma irremediable, el espíritu de la investidura», alertó el dirigente de ERC Gabriel Rufián. Los secesionistas catalanes consideran que tienen en su poder la llave de las mayorías de la Cámara. «Ustedes juegan a la geometría variable bajo un axioma falso, soy lo mejor que hay de entre todo lo que hay. O yo, o la nada. Juegan a ser irremediables. Juegan al chantaje, y eso llega un día que se acaba», puso a Sánchez sobre aviso. Sin embargo, el presidente del Gobierno, pareció no amedrentarse: «Le recuerdo que esta investidura tiene cuatro años, cuatro años», respondió mostrándole los cuatro dedos. «Ojalá», comentó Rufián en la réplica sobre lo que consideró «un alarde de optimismo» del presidente.
A las advertencias de ERC se sumaron las de otros socios: EH Bildu auguró al Gobierno «un camino muy corto si apuesta por la derecha»; Errejón hizo constar en acta su preocupación por estar viendo «cómo empieza a desvanecerse el bloque de la investidura»; Compromís saltó del sí al no tras denunciar un maltrato del Ejecutivo a la Comunidad Valenciana respecto a otros territorios como el País Vasco.
El representante del BNG, Néstor Rego, también alertó a Sánchez de los riesgos que conlleva coquetear con «la ultraderecha españolista», pero se acabó absteniendo tras obtener el compromiso verbal del Gobierno de que los gallegos podrán moverse «pronto» entre provincias dentro de concellos limítrofes, como sucede con el caso vasco. BNG y Xunta presionan de forma paralela para que la libertad por el territorio gallego sea total.
También de manera paralela afrontó Sánchez las negociaciones para lograr los apoyos que garantizasen la alarma. Y entre ERC y Cs, finalmente se decantó por esta última fuerza, que transmitió a los medios que uno de los precios que había logrado era la paralización de la mesa de diálogo entre el Gobierno central y el ejecutivo catalán. Sánchez lo negó desde la tribuna de oradores: «Hemos mantenido y mantengo los compromisos de investidura», comunicó a un Rufián que exigió más contundencia. El propio presidente se encargó de aclarar que la alianza con Cs era circunstancial y destinada exclusivamente a la lucha contra el coronavirus. «Critíquenme lo que quieran, pero no me digan que estamos cambiando de socios», garantizó a la portavoz de EH Bildu.
Dentro de la oposición, el PP cumplió con su palabra y se posicionó por primera vez en contra. Casado, que reclamó un marco jurídico alternativo al estado de alarma, advirtió a Sánchez que está «cada día más solo, cada días más aislado, cada día más débil». Por su parte, Santiago Abascal puso en valor las denuncias de su partido en los tribunales sobre miembros del Gobierno para responsabilizarlos de la mala gestión de la crisis. «Quiero recordarle que también se reía Junqueras de las denuncias de Vox», dijo a Sánchez.
En las réplicas, Sánchez se centró en atacar al PP y Vox. Contó con la ayuda de Echenique, que dedicó gran parte de su intervención a la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.