Los enfrentamientos rompen la política de no agresión que mantenían en la región africana
03 may 2020 . Actualizado a las 09:49 h.Yihadistas y suníes. Aquí acaba la única característica en común entre Al Qaida y el Estado Islámico (EI). Desde la aparición de los hombres de negro comandados por Abu Bakr al Bagdadi (en el 2014 en Irak), los enfrentamientos con la red fundada por Osama Bin Laden han sido constantes en su lucha por controlar la yihad global. Esta vez el combate se concentra en el Sahel, región que se extiende desde el desierto del Sáhara a la sabana sudanesa.
Hasta ahora, el Sahel era una excepción en la lucha fratricida que los dos grandes grupos terroristas mundiales han mantenido en otros países -desde Siria a Irak, pasando por el norte de África y parte del sudeste asiático- con una cohabitación y entendimiento, aunque nunca una cooperación total a la hora de llevar a cabo ataques contra un enemigo común. Así ha sido en los últimos años, según numerosos expertos y organismos, incluida la ONU o el Pentágono, tal y como informa Europa Press.
Esa entente cordial, en la que ambas organizaciones parecían haberse repartido el teatro de operaciones ha quedado superada ahora, a la luz de los combates que se han venido sucediendo en Mali. Concretamente en la región de Mopti, que era el primer destino turístico del país, con Djenné y Dogon, dos ciudades declaradas patrimonio de la humanidad por la Unesco, como principal reclamo.
Los primeros combates estallaron a principios de abril en la zona de Dialloubé con un elevado saldo de muertos por ambos bandos. Los enfrentamientos se produjeron en el Gran Sáhara (EIGS) y tuvieron como protagonistas al Frente de Liberación de Macina (FLM) -una de las organizaciones que componen el Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM), la filial de Al Qaida que lidera Iyad ag Ghali- y a los milicianos del Estado Islámico.
Los líderes
El FLM está liderado por el clérigo radical Amadou Koufa. Las fuerzas francesas le han perseguido sin descanso e incluso en junio del 2017 lo dieron por muerto en un ataque aéreo, pero pronto se desmintió la noticia. Koufa es uno de los principales lugartenientes de Iyad ag Ghali, responsable de numerosos ataques a militares y civiles en Malí y Burkina Faso.
La filial del Estado Islámico está liderada por Adnan Walid Abu al Sarhaoui, apodo de guerra que hace referencia a su lugar de en el Sáhara. En el 2011 participó en la fundación del Movimiento para la Unicidad y la Yihad en África Occidental (MUYA+O), responsable del secuestro de dos cooperantes españoles y una italiana en los campamentos saharauis de en Tinduf (Argelia). Tras su paso por el grupo de Mojtar Belmojtar, lideró la sangrienta toma de rehenes en la planta de gas argelina de Amanas y años más tarde en un hotel de Bamako
En mayo del 2015, Al Sarhaoui proclamó su adhesión al EI y creó el Estado Islámico en el Gran Sáhara (EIGS). Gran parte de su tropa fue reclutada en Níger y Burkina Faso a cambio de dinero o bienes. «Al contrario de lo que hacen los partidarios de Amadou Koufa, cuando van al combate, el botín de guerra les pertenece; no hay que entregárselo a los jefes», contó a la emisora RFI un antiguo diputado de la región, justificando así el que los jóvenes optasen por unirse a ISGS.
El detonante
Según el diario L’Indépendant, la causa de los combates fue la pugna por la gestión de los recursos naturales de la zona, considerada hasta ese momento un bastión del FLM, ante la presencia cada vez mayor de EIGS. Días después, el jefe de operaciones de EIGS en Mali y Burkina Faso, llamó a sus hombres a combatir a JNIM.
El argumento esgrimido para enfrentarse a la filial de Al Qaida fueron las supuestas negociaciones entabladas entre este grupo y el Gobierno de Mali. El presidente del país, Ibrahim Boubacar Keita, anunció en febrero su disposición a hablar tanto con Ag Ghali como con Koufa, ambos de nacionalidad maliense, para poner fin a la violencia.
Desde entonces, no ha habido más noticias sobre eventuales contactos y JNIM ha reivindicado varios ataques contra las fuerzas de seguridad malienses, incluido el perpetrado el 6 de abril en Bamba, que se saldó con 25 soldados muertos. Además, aunque no ha habido reivindicación oficial, se sospecha que la katiba Macina de Koufa está detrás del secuestro del líder de la oposición, Soumaila Cissé, el pasado 25 de marzo en plena campaña electoral para las parlamentarias.
Los combates se trasladaron a una zona próxima a la frontera con Burkina Faso después de que milicianos de EIGS, comandados por el nigerino Moussa Moumouni, atacarán una posición del grupo islamista burkinés Ansarul Islam, aliado de Al Qaida, según Europa Press.