Bukele enfrenta la violencia de los maras en El Salvador

Héctor Estepa
Héctor Estepa BOGOTÁ / E. LA VOZ

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Operación policial con presos maras en la cárcel de Izalco ordenada por el presidente  Nayib Bukele
Operación policial con presos maras en la cárcel de Izalco ordenada por el presidente Nayib Bukele Presidencia del Salvador | Reuters

El presidente autoriza el uso de la fuerza letal tras un fin de semana sangriento que rompe el descenso anual de asesinatos

28 abr 2020 . Actualizado a las 09:13 h.

Pandillas. Narcotráfico. Escuadrones de la muerte. Tiroteos en plena calle. Fronteras invisibles. En los últimos tres lustros han corrido ríos de tinta dando cuenta de la violencia en El Salvador, uno de los lugares más peligrosos del mundo fuera de zonas de guerra. El país centroamericano sigue registrando un alto nivel de crímenes, pero había logrado en los últimos meses,coincidiendo con la llegada al poder de Nayib Bukele, reducir de manera considerable su índice de homicidios, sorprendiendo a sus socios latinoamericanos. Una tendencia que se rompió el pasado fin de semana, que con 40 asesinatos a manos de los maras en 72 horas se convirtió en el más sangrientos desde que Bukele asumiera el cargo, lo que le llevó a autorizar a la Policía Nacional y al Ejército el uso de la «fuerza letal».

«El uso de la fuerza letal está autorizado para defensa propia o para la defensa de la vida de los salvadoreños», indicó el mandatario desde su cuenta de Twitter y señaló que «las maras están aprovechando que casi la totalidad de nuestra fuerza pública está controlando la pandemia».  Una de las medidas ha sido mezclar a los miembros de pandillas rivales en las celdas en las diferentes prisiones del país, en las que se encontraban separados por grupos.

Año de descenso

El Salvador registró 2.374 asesinatos en el 2019. Son 974 menos que el año anterior. El país ha pasado de lamentar 11 muertes violentas diarias en el 2017 a menos de cuatro en los últimos meses.

La violencia baja desde el 2015, cuando explosionó tras la ruptura de la tregua sostenida entre el 2012 y el 2013 por las pandillas, que controlan parte del territorio del país, y el entonces Gobierno de Mauricio Funes. Ese año llegaron a morir 18 personas al día.

Pero el descenso más abrupto se ha dado tras la llegada a la presidencia de Nayib Bukele, en junio del 2019. Todos los meses, a partir del pasado diciembre, se ha roto el récord mínimo de homicidios desde la firma del pacto de paz, en 1992, llegando a contabilizarse varios días sin asesinatos.

En enero se registraron 120 muertes por violencia, y en febrero 114. Marzo ha sido el mes menos violento desde que existen registros, con 65 homicidios.

¿Cómo ha sido capaz El Salvador de lograr esa sustancial rebaja en las cifras de violencia? El Gobierno de Bukele achaca la reducción a su Plan de Control Territorial, que ha aumentado los efectivos policiales y militares en algunos de los lugares más afectados por la criminalidad.

Pero parte de los analistas ponen en cuestión dicha aseveración. «Hay mucha comunicación, y poca información sobre cómo se está estructurando el plan. Se han priorizado 22 municipios, pero la reducción de la violencia ocurre en la mayoría de lugares del país y, además, en algunos de los priorizados hay incluso un leve aumento de homicidios», razona a La Voz Tiziano Breda, de la ONG International Crisis Group.

«Lo único que puede explicar esta reducción tan sostenida es seguramente una decisión de las propias pandillas», añade el analista. Su opinión está en consonancia con la de otros expertos que creen que las pandillas han decidido reducir los asesinatos como fórmula para evitar enfrentamientos con las fuerzas de seguridad. «Han bajado, por otro lado, los enfrentamientos con policía y ejército, y esto parece responder también a una orden que se habría dado dentro de las fuerzas del Estado de bajar la hostilidad. 

El 50 % de los homicidios

Las pandillas son responsables de alrededor del 50 % de los homicidios del país, pero en los últimos años de la anterior administración hubo un porcentaje fuerte de violencia de los cuerpos de seguridad, o participación de oficiales en fuerzas de exterminio o grupos de sicarito a lo largo del país», comenta Breda.

Asimismo, han disminuido drásticamente, según el experto, los asesinatos entre grupos rivales. «Hubo una guerra por 15 años entre pandillas por la conquista de esos territorios, pero con la tregua se delimitaron las zonas y se llegó al acuerdo que ya no se iban a pelear. Sí hay un componente de violencia interna dentro de cada grupo, por ajuste de cuentas a alguno que quizás no respetó las reglas».

Por el contra, la estabilización de la situación ha llevado a un aumento de denuncias por extorsión, que supone el principal financiamiento de las pandillas, aunque el Gobierno cree que se debe a una mayor confianza de los ciudadanos en las autoridades.

Parte de la opinión pública cree que el presidente Bukele habría pactado con las pandillas la reducción de violencia, un tabú en El Salvador desde la fallida tregua, pero otros no lo ven posible, debido a que se han detenido a varios líderes pandilleros, y a que continúa habiendo enfrentamientos con las fuerzas del Estado.

Medidas extremas

El tercer paso del Plan de Control Territorial del Gobierno es la modernización del equipamiento policial y militar. No ha sido llevado a cabo. Bukele pidió al Legislativo, donde no tiene mayoría, autorización para pedir un préstamo y comprar lo requerido, pero la oposición retrasó su decisión. El presidente respondió militarizando el Congreso, incidente que desató una crisis política, que amainó después de que el poder judicial pidiese al líder salvadoreño no utilizar al Ejército para hacer «actividades fuera de la Constitución».

La pregunta del millón es si la reducción de la violencia será permanente. Dependerá, creen los expertos, de la voluntad tanto del Gobierno, como de las pandillas.