España apela a la «solidaridad» de la UE para no endeudarse de por vida

Cristina Porteiro
cristina porteiro REDACCIÓN / LA VOZ

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Pool Philip Reynaers / BELGA

Aparca los eurobonos y persuade a Alemania para subvencionar la recuperación

23 abr 2020 . Actualizado a las 08:55 h.

¿Cómo salvar la economía española sin morir ahogados bajo una montaña de deudas tras la pandemia? Es el rompecabezas que trata de encajar el presidente español, Pedro Sánchez, a escasas horas de que arranque un nuevo encuentro con los líderes europeos. A ellos les demandará mañana solidaridad con los países más afectados por el COVID-19. Un gesto que se traduciría en reducir la dependencia de España de los préstamos para sufragar un rescate que podría oscilar entre los 120.000 y los 250.000 millones de euros, según los cálculos de los expertos.

El feroz rechazo de los Países Bajos y el inquebrantable veto alemán a los coronabonos, ese callejón sin salida que Italia y Francia insisten en explorar, ha obligado al Ejecutivo español a transitar por vías alternativas en busca de una fórmula que reduzca el riesgo de vincular la deuda española, italiana o francesa a la de otros socios más solventes a la hora de financiarse en los mercados. Sánchez presentará mañana un plan que podría ser más digerible para Alemania: la creación de un fondo europeo de recuperación de 1,5 billones de euros que se financiaría con deuda perpetua utilizando como garantía los presupuestos europeos (a siete años) y empezaría a funcionar en enero del 2021. Los intereses se pagarían con la caja de recaudación de impuestos comunitarios. Según el propio Sánchez, se trata de subvenciones o «transferencias a fondo perdido» en lugar de préstamos reembolsables «que agravarían el endeudamiento».

París ve con buenos ojos esa opción que, en esencia, es similar a la que propondrá la Comisión Europea, pero el Gobierno galo augura trabas en el camino y cree que podría ser necesario un encuentro físico hacia el verano para desenquistar un debate que aún no está maduro. En cualquier caso, la prisa está haciendo mella en las principales cancillerías afectadas porque la falta de dinero en caja está obligando a algunos Gobiernos, como el español, a restrasar el rescate de empresas estratégicas, como sí está haciendo Alemania con inyecciones multimillonarias. La situación podría generar situaciones de competencia desleal, inducidas por la relajación de las normas sobre Ayudas de Estado.

Italia también defiende la creación del fondo, pero cree que España quemará otras naves antes de recurrir a él. El primer ministro italiano, Giuseppe Conte, aseguró hoy que el Gobierno español está «interesado» en recurrir al Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) para buscar liquidez de emergencia, algo que negó en reiteradas ocasiones la ministra de Economía, Nadia Calviño. El controvertido fondo de rescate, que ha puesto a disposición de los países 240.000 millones de euros en préstamos, solía estar vinculado a durísimos paquetes de recortes y reformas estructurales que el Eurogrupo acordó relajar para los gastos aparejados a la crisis sanitaria. Pero la letra pequeña no está clara y Sánchez no quiere verse atrapado en su telaraña a menos que sea estrictamente necesario.

Carrera de obstáculos

La travesía hasta llegar a buen puerto no está exenta de obstáculos. Habrá que acordar todo. Desde cómo financiar el fondo hasta su clave de reparto, el calendario para la puesta en marcha y su fecha de caducidad. Las principales potencias del euro están de acuerdo en bombear más dinero a los países con un mayor porcentaje de población afectada, con más desempleo y con una mayor caída del PIB, dando prioridad a los sectores más afectados como el turismo, el transporte y la automoción. No obstante, algunos abogan por limitar en el tiempo su funcionamiento. En este cruce de caminos podría explotar alguna mina y es que los países del Este temen perder cuota a favor de los socios meridionales. Tampoco se puede descartar un plantón de los Países Bajos. Al margen de los prejuicios y las reservas «morales» que dicen albergar, su primer ministro, Mark Rutte, ha tensado tanto la cuerda que cualquier muestra de flexibilidad podría acarrearle pérdida de apoyo político en su país a un año de las elecciones generales. Tendrá que hacer enormes malabarismos para poder conjugar la propuesta española de mutualizar gastos y su negativa a ampliar los presupuestos europeos, una posición que venían respaldando otros países como Suecia, Dinamarca y Austria, entre otros. La batalla está servida.