Si algo han demostrado en los últimos años los grupos terroristas, especialmente el Estado Islámico, es su capacidad para aprovechar los temas de actualidad para sacar partida en su propio beneficio. El coronavirus no iba a ser una excepción y por ello la maquinaria propagandística de los yihadistas ya se ha puesto en marcha.
Tanto el Estado Islámico como Al Qaeda han lanzado en las últimas semanas, tras ver cómo la pandemia de COVID-19 iba propagándose inexorablemente de unos países a otros, mensajes en los que además de reafirmar su visión del mundo, buscan movilizar a nuevos combatientes e instan a aprovechar la actual coyuntura, con medidas que restringen movimientos y las fuerzas de seguridad encargadas de vigilar a quienes las infringen, para sacar rédito con nuevos ataques.
En el caso del Estado Islámico, ya en enero en su revista Al Naba hablaba de un «nuevo virus que propaga la muerte y el terror en China» y sostenía que la epidemia era un «castigo de Dios» por los abusos cometidos por Pekín contra los uigures, una minoría musulmana que vive principalmente en la región de Xinjiang.
Pero su mensaje más contundente llegó a mediados de marzo en forma de editorial en Al Naba. En él, celebra las consecuencias que la pandemia está teniendo en los países afectados, tanto desde el punto de vista social como económico, y pide a Dios que «incremente su tormento».
El grupo terrorista pone el acento en las preocupaciones en materia de seguridad que genera el coronavirus y que obligan a los países a destinar sus efectivos a labores de vigilancia interior, y subraya que esto hace que pierdan interés en las misiones militares en el extranjero.
Además, «se están esforzando en reducir las probabilidades de que los muyahidines lancen ataques» dentro de sus territorios o lleven a cabo «una escalada de sus operaciones» en su contra y en la de sus aliados «en las tierras de los musulmanes, porque ello supondría una presión adicional y una carga» para sus gobiernos, centrados en ayudar a la población afectada por la pandemia, argumenta el Estado Islámico.
Temor a nuevos ataques
«Lo último que quieren hoy son ataques como los de París, Londres, Bruselas y otros lugares», prosigue el artículo, y «sueñan con que los monoteístas tendrán piedad por su situación, que empeora cada día», especialmente ante la emergencia de una crisis financiera que «es peor que la que les golpeó hace una década».
Asimismo, les conmina a «no tener piedad por los infieles» en estos momentos y a «intensificar la presión sobre ellos [...] para que no puedan hacer daño a los musulmanes», celebrando que el impacto económico de la pandemia afectará también «a su capacidad de llevar a cabo una guerra contra los muyahidines» y apelando a la yihad como la mejor forma de obediencia a Dios.
Mensaje de Al Qaeda
En el caso de Al Qaeda, su mensaje llegó el 31 de marzo, en un tono mucho más religioso, destacando que en buena parte del mundo «no se ve la luz al final del túnel» y que la pandemia está dejando «en ruinas» las economías de muchos países. El artículo hace referencia en especial a Estados Unidos, su enemigo número uno y a su presidente, Donald Trump. Pero el grupo que lidera Ayman al Zawahiri también tiene palabras de crítica hacia los países musulmanes, igualmente golpeados por el Covid-19.
Al Qaeda aprovecha para intentar captar nuevos adeptos para su causa en el «mundo occidental». «Vuestros gobiernos y ejércitos están indefensos y confundidos ante este soldado invisible obra del poder de Alá», subraya el grupo terrorista.
«Esta pandemia es un castigo del Señor por la injusticia y la opresión cometida contra los musulmanes» por lo que aprovecha esta «advertencia divina» para invitarles a entrar en el islam, «una religión orientada por la higiene». «Las sociedades occidentales deben estudiar cómo el islam, hace más de catorce siglos, propuso una cura preventiva para la propagación de las enfermedades virales», remacha el artículo.