La misión de Biden: coser las costuras demócratas para derrotar a Trump

CARLOS PÉREZ CRUZ

ACTUALIDAD

Michael Brochstein / ZUMA Wire

Negocia con la campaña de Sanders para atraer a sus votantes y evitar la división del 2016

12 abr 2020 . Actualizado a las 09:58 h.

Antes de que se abriera el mercadillo de votos que es un caucus, se dirigió a los 461 ciudadanos que se habían presentado a un colegio electoral en las afueras de Des Moines, la capital de Iowa. El presidente del colegio electoral les pidió un compromiso: que fuera quien fuera el candidato demócrata en noviembre, todos votaran por él. Los 461 levantaron su mano a modo de juramento. Sin fisuras. Sus diferencias, selladas por la animadversión hacia Donald Trump. El cuadragésimo quinto presidente de Estados Unidos como hilo que cose las costuras del Partido Demócrata.

La escena tuvo lugar hace poco más de dos meses. Aquel 3 de febrero comenzaban las que se adivinaban como unas apasionantes primarias demócratas, hoy ya irrelevantes. El mundo es otro desde entonces. El coronavirus ya había llegado a EE.?UU., pero resultaba algo tan lejano como el país en el que había estallado. La batalla demócrata por la nominación había conseguido robarle el protagonismo mediático a Trump y la duda más importante era si una lista tan amplia de aspirantes podría eternizar la carrera y derivar en una convención nacional guerracivilista. Nada de eso ha sucedido. Dos meses después, ya solo queda Joe Biden. Durante el primer mes de primarias, el exvicepresidente era un alma en pena. Sus opciones parecían tan remotas como las de que el mundo estuviera hoy paralizado por una pandemia.

A sus 77 años, y tras dos intentos fallidos, un Biden en baja forma será la carta demócrata para derrotar a Trump. No habrá ni la renovación ideológica que representaba el senador Bernie Sanders ni la generacional del exalcalde Pete Buttigieg, con cuyo apellido se entretuvo medio mundo cuando parecía que un absoluto desconocido y el senador de Vermont eran los principales contendientes. Lo que vino después es ya historia. Una de las operaciones políticas y mediáticas más efectivas: la operación «Salvar al soldado Biden». Parecía desahuciado, pero el oxígeno del aparato revivió al favorito del establishment. Sin oposición moderada, el voto se concentró en su candidatura y se certificó que EE.?UU. no es país para Sanders. En Europa sería un socialdemócrata. En Estados Unidos, un peligroso comunista.

Dos meses después de Iowa, y tras el anuncio de Sanders de su retirada de las primarias, no está claro que Trump siga siendo el pegamento que garantice la unidad demócrata. Las ganas de evitar un segundo mandato del presidente son evidentes, pero no tanto el entusiasmo por Biden. No, desde luego, entre la fiel base del senador, que digiere todavía el final de la campaña de Sanders, anunciada el pasado miércoles. El exvicepresidente no genera tanta controversia como lo hacía Hillary Clinton, pero representa al mismo aparato que Trump derrotó en el 2016. Una visita a los mítines de Sanders y Biden era una puerta a dos mundos tan diferentes que parece casi imposible que sean integrables en un único partido.

Tiempo para el cortejo

En su discurso de fin de campaña, Sanders dijo de Biden que es «un hombre muy decente», pero no le ofreció su apoyo explícito. Habló, eso sí, de unidad demócrata para derrotar al presidente una vez que Biden sea proclamado candidato en agosto. Hasta entonces, tiempo para el cortejo. El senador tratará de ejercer influencia en el programa del exvicepresidente y el exvicepresidente atraer a los votantes del senador. Si los de Trump no se desinflan, Biden necesitará toda la artillería demócrata. Pero la decencia destacada por Sanders no garantiza hoy el voto de sus fieles. Hay heridas abiertas y la filtración de un brindis (virtual) de celebración por la retirada de Sanders del exequipo de campaña de Hillary Clinton no ayuda a la cicatrización.

Joe Biden ha tendido la mano del reconocimiento a los méritos del senador e incorporado, aunque sea de forma más aguada, algunas de las ideas de la campaña de Sanders. Hay voluntad de colaboración y ambos mantienen abiertas las vías de diálogo, pero está por ver que un punto intermedio entre los dos programas sea suficiente para ganarse a los seguidores de Bernie Sanders y no perder opciones entre los más conservadores. La irrupción del hasta hoy silente Barack Obama podría reanimar una base electoral que, si participa en los números del 2008, puede ser suficiente para derrotar a Trump.

A siete meses vista de las elecciones de noviembre, cualquier previsión parece aventurada. Solo dos meses después de Iowa, Estados Unidos es otro país. Con 17 millones de nuevos parados y el coronavirus lejos de estar bajo control, existen incluso dudas sobre la viabilidad de una jornada electoral convencional. En otras circunstancias, las elecciones serían el capítulo final del fallido impeachment contra Trump, que nació de las presiones del estadounidense a su homólogo ucraniano para que anunciara una investigación sobre Biden y sus presuntos tejemanejes en aquel país durante la presidencia de Obama. Pero la suerte de Trump pasa hoy por su gestión de la pandemia y la pavorosa crisis económica que ha desencadenado. Hay vidas en juego. Y con ellas, votos.