Los chinos no les suministran precursores y las exportaciones al mercado exterior, fudamentalmente el norteaméricano, están bajo mínimos
30 mar 2020 . Actualizado a las 16:20 h.La pandemia del coronavirus COVID-19 no discrimina y daña a todos por igual, tanto en la salud como en la economía. Y en lo económico, el narcotráfico, también se está viendo severamente afectado.
México, la patria de los dueños y señores del negocio global de las drogas sintéticas, las más consumidas de todas las ilegales en el mundo. así como de otros negocios ilícitos no menos rentables, como el tráfico de seres humanos, están padeciendo de lleno los efectos de las cuarentenas vigentes. Le afectan por partida doble: se quedaron sin suministro de materia prima y más complicada la salida de la producción al mercado exterior, fundamentalmente al norteamericano que absorbe el grueso de la misma.
Un reportaje publicado estos días por el portal Vice, relata con detalle los problemas que los narcos mexicanos están encontrando para conseguir en China los precursores químicos necesarios para la producción de fentanilo y metanfetaminas, dos productos básicos para cocinar las drogas sintéticas baratas que, paulatinamente, han ido copando las mayores cuotas de un mercado que tradicionalmente se abastecía de las derivadas de las plantas: cannabis, coca y opio. Esto ha hecho que desde comienzos de año se hayan duplicado los precios de esas sustancias.
Por otra parte, cuanto más se reduce el flujo comercial y de personas entre Estados Unidos y México y, en consecuencia, más se intensifican los controles fronterizos, más difícil les resultará abastecer al mercado estadounidense, en el que en a lo largo la última década dejó de ser el primer destino de la cocaína elaborada por los colombianos al de las drogas sintéticas. Estas, mucho más baratas y manejables que las clásicas, ya son la primera fuente de ingresos de los principales carteles mexicanos, especialmente el de Sinaloa y el de Jalisco Nueva Generación. Los herederos del imperio de el Chapo Guzmán y sus antiguos socios se comen el mayor trozo de una tarta global del narcotráfico internacional que mueve entre 426 y 652 mil millones de dólares al año.
A las dificultades de abastecimiento se le suma la caída de la demanda estadounidense de drogas por las cuarentenas vigentes en la mayoría de los estados y por el cierre de canales tradicionales de distribución como bares, fiestas o la venta en la vía pública.
Pocas alternativas
Frente a esta realidad, el analista Alejandro Hope en su columna de la pasada semana en el diario mexicano El Universal valoraba las posibilidades de los grupos criminales de cubrir esa evidente caída de los ingresos con otras actividades ilícitas, como el robo de combustible o las extorsiones y secuestros. Concluía que el combustible no parece un buen negocio en un momento en que se registra una disminución notable del consumo que ya está provocando una caída del precio del combustible lícito. A las extorsiones tampoco le ve mucho futuro en las semanas o meses que puedan quedar de cuarentena, porque la mayoría de los negocios están cerrados. Por lo demás, con las calles semivacías cuando la cuarentena aún no es obligatoria, cuando se decrete el toque de queda y lo sea, se quedarán sin secuestrables.
Según este analista experto en seguridad, a los delincuentes les quedan aún algunos mercados negros emergentes como el de los alimentos, medicamentos o insumos médicos, pero entiende que montar la infraestructura necesaria puede necesitar más tiempo del que dure la actual emergencia sanitaria.
La amenaza china
Antes de que apareciese el COVID-19 los chinos ya se habían convertido en una epidemia o amenaza para el mundo y muy especialmente para México y Estados Unidos.
Hace años que son los mayores productores de fentanilo. Este analgésico entró en el mercado en el año 2013 y se ha convertido en el opioide más letal de Estados Unidos, a donde llega vía México.
Según la fundación Insight Crime y el Departamento de Justicia de Estados Unidos, los chinos producen la mayor parte del fentanilo que llega al mercado en al menos 5.000 puntos, y los narcos mexicanos son sus principales clientes.
Originalmente los envíos a México se hacían a través de correo o embarques vía aérea que a veces se negocian en la llamada Internet profunda. Aunque la práctica aún se mantiene, ha sido paulatinamente desplazada por otras. Ahora la principal modalidad es el envío contenedores de fentanilo en barcos mercantes que zarpan de China, y llegan a puertos mexicanos en el Pacífico como Mazatlán, Colima, Lázaro Cárdenas y Michoacán. Ya en destino pasa por laboratorios donde se le incorporan otros narcóticos (cocaína y heroína). La producción se envía a la frontera norte en pequeños cargamentos de latas de comida, juguetes y dulces.