El muro de contención de 750.000 millones de euros garantiza la liquidez al norte y sur de la eurozona
20 mar 2020 . Actualizado a las 08:57 h.Madrid, Roma, París y también Berlín. Todas la cancillerías europeas respiraron aliviadas esta mañana al despertar. Mientras los ciudadanos europeos dormían atrincherados en sus hogares, el Banco Central Europeo (BCE) acababa de apuntalar el triple escudo de defensa desplegado en la eurozona para mantener las economías vivas tanto tiempo como dure el letargo. Primero fue el paquete de inyección de emergencia de 120.000 millones de euros para garantizar liquidez inmediata, después llegaron los bazokas nacionales, ingentes planes de estímulos fiscales para preparar el terreno hacia el día uno después de la cuarentena, y esta madrugada el gigantesco muro de contención de 750.000 millones de euros anunciado por la presidenta del BCE, Christine Lagarde, para contener el desbordamiento de la deuda soberana de países como España o Italia. La compra masiva de activos públicos y privados mantendrá los costes de financiación en los mercados a raya. Las primas de riesgo darán una tregua a las arcas públicas. Temporalmente, eso sí.
Con los comercios cerrados, las fábricas paralizadas y los ciudadanos europeos en sus casas, se multiplicaban las voces que pedían al Banco Central Europeo que saliera a escena para garantizar liquidez ilimitada para mitigar el shock en la oferta y la demanda, un escenario que podría derivar en una crisis de solvencia a gran escala con quiebras y cierres por doquier. Y esta vez no decepcionó. Enmendó el enorme error que cometió Lagarde hace una semana al asegurar que el BCE no está para reducir las primas de riesgo. Sus palabras provocaron una desbandada generalizada en las bolsas. La francesa no solo salió a respaldar a las economías del euro, sin importar su latitud, con un potente mangerazo que durará, como mínimo, hasta finales de año, sino que ofreció garantías de que revisará sus estatutos si hace falta para levantar cualquier límite al margen de maniobra de la autoridad bancaria. ¿Por qué? Porque en esta ocasión no hay «riesgos morales» de por medio, como reza su reglamento, sino una amenaza global: «No hay límites a nuestro compromiso con el euro. Tenemos la determinación de usar todo el potencial de nuestras herramientas, dentro de nuestro mandato», sostuvo en su comunicado, abriendo la puerta a «medidas extraordinarias».
Entidades financieras y empresas, con solvencia acreditada, podrán recibir financiación de Fráncfort mientras dure la travesía por el desierto. Hoy mismo la banca europea solicitó 114.979 millones de euros de liquidez al BCE en la tercera subasta del tercer programa de operaciones de financiación a largo plazo.
El movimiento es de una importancia crucial para proteger la economía. Los desplomes bursátiles de la última semana y la trayectoria ascendente de los costes de financiación de los países del euro en los mercados hacían presagiar un escenario como el de la Gran Recesión. Con los tres balones de oxígeno lanzados desde Fráncfort y las capitales europeas se gana tiempo a la pandemia. Ahora bien, ¿quedarán empresas y empleos en pie cuando los europeos salgan de sus casas? A pesar del poderoso despliegue del BCE -que Gobiernos y analistas aplauden-, algunos expertos creen que, a la larga, será insuficiente. «Falta una capacidad fiscal centralizada, la cual sería una herramienta mucho más poderosa para estabilizar la economía real», sostienen desde Oxford Economics. Y ahí sigue la eurozona sin un presupuesto y sin eurobonos. Coincide el director del director ejecutivo de CEPS, Karel Lannoo: «El programa de compras masivas del BCE puede abordar temporalmente el problema, pero las instituciones tendrán que venir con otras soluciones para el largo plazo», asegura. «El BCE compró tiempo para que Europa encuentre una respuesta común. Pensamos que la habrá», apuntaron desde Bank of America (BofA) a Europa Press. La cuestión es cuándo llegará: «Este respaldo es grande, compra tiempo pero no la eternidad. Ahora se necesita más del lado fiscal, pero como es habitual en Europa, el umbral de dolor para la acción es elevado», auguran. Ya lo dijo Lagarde: «Tiempos extraordinarios requieren de una acción extraordinaria».
El balón de oxígeno reanima a unas bolsas en estado de coma
Un plan en tres fases: liquidez urgente para no estrangular el crédito, estímulos fiscales para preparar la salida de la curva y, finalmente, un enorme colchón con el que sufragar la colosal hipoteca que tendrá que echarse la eurozona a la espalda. La coregrafía, aunque descoordinada, infundió hoy cierta calma en los mercados que recibieron con tímidas subidas el extraordinario plan de salvación del BCE. Los principales selectivos europeos recobraron el aire, respiraron profundo y lograron cerrar en verde. El Ibex 35 consiguió recuperar un 1,93 % y salir del coma con subidas de valores como Indra (15,11 %), Bankinter (12,45 %), Amadeus (9,94 %) o Caixabank (7,74 %). Otros como Aena (-0,89 %), IAG (-9,57 %), CIE Automotive (-9,51 %) o Colonial (-6,89 %) volvieron a ceder en el parqué.
La Bolsa de Londres anotó una subida del 1,40 %, menor que la de París (2,68 %), la de Milán (2,29 %) y la de Fráncfort (2 %). Al otro lado del Atlántico, el Dow Jones se recuperó del shock de la última semana con un alza del 1,52 % al cierre de esta edición. En Wall Street ya se sienten satisfechos con no tener que interrumpir la sesión de cotización.
El efecto inmediato de la vacuna del BCE fue una relajación de las primas de riesgo. La española cayó de los 156 puntos básicos a los 105, respecto a la alemana. Un bálsamo que también alivió a la italiana que pasó de rozar los 300 a caer hasta los 203 puntos básicos. El estrés se redujo en todos los mercados y eso también se notó en la rentabilidad ofrecida por los bonos españoles que se situó en el 0,84 % frente al 1,22 % del miércoles. Esto el mismo día en el que el Tesoro Público captó 5.014,23 millones de euros en bonos y obligaciones del Estado.
La rentabilidad de los italianos sigue por encima, con un 1,71 %, pero a una distancia prudencial del 2,29 % que tuvieron que ofrecer en la última sesión, antes de que el BCE saliera al rescate.