Macron aparca su talante reformador

Asunción Serena PARÍS / E. LA VOZ

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Macron Ludovic Marin | Europa Press

El presidente aparca su denostada reforma de las pensiones ante la crisis sanitaria

18 mar 2020 . Actualizado a las 17:59 h.

La pandemia ha dejado en un segundo plano la humillante derrota de Emmanuel Macron en la primera vuelta de las elecciones municipales. Y le ha servido de coartada para cortar en seco el veneno político que destilaba la denostada reforma de las pensiones, una reforma que la mayoría de franceses consideraba necesaria pero que el Gobierno había transformado en una ley indescifrable. 

Llegada al poder

Presidente por exclusión. Macron llegó al poder con un programa de «transformación radical» de Francia, «ni de derechas ni de izquierdas» y durante sus primeros meses de presidencia aseguraba que no estaba ahí «para gestionar» sino «para transformar». La buena situación económica global y las primeras reformas le permitieron apuntarse un descenso del paro. 

Desencanto

Límites al espíritu reformador. El desencanto llegó pronto, su electorado más social consideraba que sus reformas eran demasiado liberales, otros le acusaban de gobernar solo para los ricos y de permitirse expresiones humillantes hacia las personas que le interpelaban. Su voluntarismo se vio por primera vez cuestionado al echarse atrás en la construcción del aeropuerto de Notre-Dame des Landes.

Después llegaron los chalecos amarillos. Todos aquellos que sufrían las consecuencias de las decisiones del Gobierno y que pensaron que la violencia y la intimidación acabarían siendo rentables. La rebelión amarilla quedó difundida en un gigantesco debate nacional, pero la reforma de las pensiones ha terminado por poner a Macron frente a la realidad de que el presidente de Francia no es un ejecutivo más de una empresa internacional. 

Test electoral

Batacazo en las municipales. Las elecciones municipales han puesto de relieve que el partido de Macron, La República en Marcha (LREM) no tiene arraigo local, e incluso en los lugares donde partía como favorito ha acabado sufriendo una derrota humillante, quedando eliminado en la primera vuelta, o relegado al tercer puesto en ciudades en principio favorables al macronismo como París y Lyon. 

La segunda vuelta de las elecciones ha quedado suspendida hasta nueva orden, pero Macron tendrá que dar cuenta del rechazo de su política reflejado en estos comicios, aunque fueran locales. Pero sobre todo deberá explicar por qué decidió mantener la primera vuelta si, como asegura su antigua ministra de Sanidad, Agnès Buzyn, le había alertado el 11 de enero de la amplitud de la crisis que se avecinaba con el coronavirus.

Rendir cuentas

Confesiones de una ministra. Agnès Buzyn lanzó ayer una bomba sobre una Francia confinada por orden del Gobierno para hacer frente a la epidemia del coronavirus. En una entrevista a Le Monde, la candidata de Emmanuel Macron para la alcaldía de París confiesa que lloró al abandonar el ministerio tal y como le pedía el presidente «porque sabía que la ola del tsunami estaba delante de nosotros».

Buzyn, médico de profesión, asegura que durante la campaña solo pensaba en el coronavirus: «Deberíamos haber detenido todo». Si lo que dice la exministra es cierto, el Gobierno francés habría infravalorado la gravedad de la crisis y deberá rendir cuentas. 

Medidas ante la crisis

Apoyos millonarios. A la espera de que llegue ese día, Macron multiplica las medidas frente a la crisis sanitaria. Ha anunciado 300.000 millones de euros para facilitar la vida de las empresas. Se trata de una especie de escudo que presenta el Estado para garantizar todos los nuevos préstamos que deberán asumir. Según el ministro de Economía, ningún banco tiene razón alguna para rechazar un préstamo a ninguna empresa.

Otros 45.000 millones serán destinados, en gran parte a financiar la extensión excepcional del paro técnico durante dos meses. El Estado asumirá el pago de las horas no trabajadas si los salarios sean inferiores a 4,5 veces el salario mínimo. Las empresas que lo pidan podrán retrasar el pago de cargas sociales y fiscales, pero no el IVA, y las facturas de gas y electricidad, así como el alquiler de locales. Tampoco no se excluyen medidas de nacionalización temporales.