El ya caído exconsejero de Acción Exterior era uno de los históricos de ERC en la Generalitat
10 mar 2020 . Actualizado a las 17:57 h.No es una pieza menor en el tablero independentista el ya caído conseller de Acción Exterior. Alfred Bosch (Barcelona, 1961) es uno de los alfiles con los que Oriol Junqueras y Pere Aragonés pretendían controlar los tiempos de la mesa negociadora con el Gobierno de Sánchez ahora que los reyes —léase el propio presidente y Quim Torra— desaparecen del primer plano. Escritor y novelista, Bosch es un pata negra de Esquerra. Y se ha convertido en el último trofeo que Torra le ha brindado a Carles Puigdemont para garantizarle la sumisión más absoluta del equipo negociador de la Generalitat para controlar los tiempos y manejar las conversaciones en la larguísima precampaña que se avecina.
Bosch ha caído por un feo caso: su jefe de gabinete en la Consejería de Interior acumula un largo currículo de acoso sexual a varias subordinadas. El conseller tenía constancia de las denuncias desde hace tiempo y, según el argumentario oficial verbalizado por Elsa Artadi —miembro de la mesa de negociación y una de las más leales a Puigdemont—, fue víctima por omisión. «No hizo nada para impedirlo», le reprochan los antiguos convergentes.
Reorganización
El expresidente huido a Waterloo ha utilizado a su actual preferido para encabezar la candidatura a la Generalitat, Jordi Puigneró, conseller de Políticas Digitales, sin competencias de ningún tipo en el caso, para activar el escándalo y sacudir en la línea de flotación de Esquerra.
La caída de Bosch, una pieza clave en el puzle de los republicanos, ha sido jaleada por todos sus adversarios políticos, desde los comunes de Ada Colau al PSC de Miquel Iceta. Y tendrá numerosos efectos paralelos. El primero de ellos será el incremento del control de las conversaciones con el Gobierno del sector más próximo a Puigdemont. El propio Puigneró, que ejerció como impulsor de la caída de Bosch, será el principal beneficiado, escoltado por una Elsa Artadi que aspira a recuperar su protagonismo después de haber cedido su acta de diputada en el Parlamento catalán para buscar un discreto papel en el Ayuntamiento de Barcelona, donde se ha visto relegada al papel de portavoz de la oposición. La pugna sigue en marcha. Y ERC ya busca una revancha frente a sus teóricos aliados.