Un 36 % de los ciudadanos desaprueban la gestión de Bolsonaro en un país dividido con su presidente
09 feb 2020 . Actualizado a las 09:47 h.«Victorioso». Así considera el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, su primer año al mando de la mayor economía de América Latina. Esa percepción no es compartida, sin embargo, por la mayoría de sus compatriotas. Solo el 30 % de los brasileños apoyan la gestión del líder ultraderechista. Es el índice más bajo de aprobación de un presidente, en su primer año, desde el retorno de la democracia al país sudamericano. El 36 % rechazan, en cambio, contundentemente su gestión.
Uno de los mayores retos de Bolsonaro, que vistió la banda presidencial por primera vez en enero del 2019, ha sido conseguir los apoyos suficientes en el fragmentado Parlamento para poder llevar a cabo sus políticas rupturistas. El país ha vivido un enfrentamiento continuado entre los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, que está alumbrando nuevos liderazgos.
«El legislativo está muy dividido y eso da mucho poder al presidente de la Cámara, Rodrigo Maia, capaz de garantizar mayorías ad hoc para cada ley a tramitar y que está apareciendo como el hombre fuerte del país, como un interlocutor de Bolsonaro, hablando de igual a igual», comenta Alfredo Valladao, politólogo de la Escuela de Asuntos Internacionales de París.
«El futuro será probablemente una negociación permanente entre Maia y Bolsonaro. Por el momento, ese dueto funcionó y, a pesar de las tensiones, la reforma de las pensiones pasó y ahora la reforma de la violencia también parece que va a acabar siendo aprobada. Es una nueva forma de hacer política en Brasil y nadie sabe si esto puede continuar sin una crisis mayor», añade Valladao.
Reforma de las pensiones
El mayor éxito. La reforma de las pensiones ha sido el mayor éxito de Bolsonaro en el legislativo. El Congreso aprobó edades mínimas de jubilación de 62 años para las mujeres y 65 para los hombres. El Gobierno espera ahorrar 217.000 millones de euros en una década con la medida. Era la propuesta estrella de Pablo Guedes, el economista neoliberal, de la escuela de Chicago, a quien Bolsonaro ha confiado las finanzas del país.
El ministro prometió, al inicio de su cargo, un gran programa de privatizaciones, que, por ahora, no se ha concretado, al menos en la escala propuesta en un principio. El motivo es que las cifras ofertadas en el mercado para comprar las empresas públicas brasileñas han sido muy bajas, especialmente en el caso de las subsidiarias de Petrobras.
Previsiones económicas
Tímida mejoría del empleo. En términos macroeconómicos, el Banco Central espera que el PIB del país haya crecido un 1,17% en el año 2019, una cifra muy similar a las del 2018 y el 2017, después de dos años en los que la economía llegó a reducirse hasta un 7% en conjunto.
Las cifras de empleo, que preocupan mucho a los brasileños, y fueron uno de los motivos de la victoria de Bolsonaro, han mejorado, aunque tímidamente, con respecto a las del 2018. El instituto de estadística contabilizó un 11 % de desempleo en diciembre, la cifra más baja desde marzo del 2016, pero todavía considerable si se tiene en cuenta que en buena parte de la década pasada el paro no superó el 7 %. Los expertos destacan, además, que la mayoría del empleo creado es autónomo y buena parte es informal.
Corrupción
Luces y sombras. Otra de las promesas de Bolsonaro antes de llegar al cargo fue la de acabar con la corrupción en Brasil. A pesar de que no ha habido ningún gran caso destapado en los últimos meses, su hijo, el senador Flavio Bolsonaro, está siendo investigado por un supuesto caso con asesores fantasma y desvío de fondos públicos.
El jefe de comunicación social está siendo también investigado por irregularidades y el ministro de Turismo ha sido acusado de la supuesta organización de una trama de candidaturas fraudulentas para sumar 60.000 dólares a la formación con la que Bolsonaro se presentó a las elecciones, un Partido Social Liberal (PSL) del que se ha desvinculado, anunciando la próxima creación de una nueva agrupación.
Medio ambiente
Graves incendios en el Amazonas. La violencia era otro de los asuntos que más preocupaban a los brasileños. Los asesinatos han caído un 22 % en el 2019, aunque los expertos creen que esa reducción se debe más a un asentamiento de la reorganización de los grupos criminales del país que a la acción del Gobierno.
El año ha estado marcado también por los graves incendios acaecidos en el Amazonas, que generaron grandes críticas contra Bolsonaro, y su enfrentamiento público con el presidente francés, Emmanuel Macron, y con el actor Leonardo Di Caprio.
Los críticos de Bolsonaro le acusan también de estar militarizando el sector público, con 2.500 miembros del Ejército repartidos en puestos de gestión y asesoramiento, y piden también que se levanten las medidas conservadoras impresas en la cultura y la educación del gigante sudamericano.
Respuesta social
Menor que en otros países. El país ha vivido manifestaciones en el 2019, algunas masivas, protagonizadas por estudiantes y sindicatos, pero no a la escala de las protestas acaecidas en países sudamericanos con Gobiernos de centro, o derecha, como Ecuador, Chile o Colombia.
«No hay elementos suficientes todavía para que parte de la sociedad brasileña salga a las calles con la intención de manifestarse contra Bolsonaro. Por más que la agresividad del presidente pueda contrariar a ciertos grupos sociales, económicos e intelectuales, falta un detonante capaz de provocar manifestaciones de mayor repercusión, como ocurrió en Chile», considera Jamil Marques, analista de la Universidad Federal de Panamá.
Algunos creen que Bolsonaro ha detenido parte de las reformas más polémicas para evitar protestas. Marcus Ianoni, politólogo de la Universidad Federal Fluminense de Niterói, no lo ve así. «El 60 % de los empresarios industriales creen que el Gobierno de Bolsonaro es genial o bueno, principalmente por las reformas laborales, monetarias y fiscales», considera el analista.
La oposición política
Reorganización. El presidente ha navegado también en una escena política donde la izquierda está tratando de estructurarse.
«La oposición todavía parece desorganizada, dedicándose a usar la fuerza que todavía le resta para obtener votos en las municipales de octubre. El expresidente Lula da Silva parece estar más preocupado por ganar alcaldías y escaños en los ayuntamientos que en organizar protestas», apunta el analista Marques. Bolsonaro ya ha anunciado su intención de ser candidato en las presidenciales del 2022.