Lo peor es que no estamos viendo una película ni es una broma. Torra no tuvo problema en pisar la desobediencia que le dejaría sin presidencia y provocaría unas elecciones anticipadas en Cataluña, porque no reconoce las leyes. Sin normas no hay convivencia. Y hace tiempo que sucede eso en Cataluña con la colaboración de quienes están al mando. No conozco a nadie informado que se haya asustado con las declaraciones del presidente de la Generalitat. El delirio secesionista no atiende a razones ni a códigos administrativos ni penales. La inhabilitación, aunque sea recurrida, llevará a unos comicios con todo el independentismo dividido, salvo en hundir a España. En hundir a España siguen prietas las filas, muy unidos. No nos equivoquemos. Somos su diana y no cambiarán. Aunque los últimos estudios digan que el apoyo a la causa de ruptura ha descendido hasta casi el 40 % de la población. Pero ese momento en el que Torra dice que habla en nombre de todos los catalanes es el más peligroso. Confunde la institución con su persona. Ahí es donde está Maduro, hace como el presidente bolivariano y ya solo le falta decir que escucha al pájaro de Puigdemont que le susurra como hacía Maduro con Chávez. La astracanada se las trae si fuese un vodevil, pero es que tiene consecuencias. Se incendian contenedores, se cortan autopistas. Se hiere a policías. Pero lo más grave está en la otra parte. En quién les tiende la mano a los patrocinadores de este golpe de Estado, sean Junts o ERC. ¿En que devino el PSOE para intentar un pacto con un secesionismo que solo se siente libre y feliz en la algarada? Se empieza por la mesa de partidos y se continúa con las fronteras puestas entre Aragón y Cataluña. Parece que Sánchez, que es el único que manda en los socialistas, no escuchó el discurso del rey en la noche fatídica. La casa común es la Constitución y fuera de ella no hay nada. No se puede buscar avales para esa coalición entre socialistas y podemitas con gente como Torra que desprecia las instituciones, menos la que él preside, arrogándose el habla de todos los catalanes. Lo dijo ayer. «La orden era ilegal». Solo él dicta la legalidad. No hay separación de poderes en la República soñada. No me extraña que Europa y medio mundo les haya despreciado. Lo que pusieron en marcha en su día fue un atropello que empezó por los letrados de la mesa de su Parlament, a los que desoyeron, y que continúo ayer con Torra poseedor de la verdad única sonriendo ante los jueces. Tradujo Quevedo de los clásicos que «la pendencia y la discordia estén lejos de ti. No favorezcas ni hagas bien al malo, que es lo mismo que sembrar en la mar o en la arena». Sánchez se está entregando con los ojos tapados al enemigo. Está tocando el odio.
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