Riccardo Ehrman: «Mi pregunta fue la chispa que provocó el terremoto de la caída del Muro de Berlín»
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La intervención de este periodista italiano en una rueda de prensa del portavoz de la Alemania Oriental precipitó el fin del símbolo de la Guerra Fría
09 nov 2019 . Actualizado a las 16:44 h.Su nombre figura en los libros de historia. Una pregunta suya al todopoderoso Günter Schabowski, en una rueda de prensa, precipitó la caída del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989. Entonces era un veterano corresponsal de la agencia de prensa italiana Ansa en Berlín Este, a donde había llegado en 1976. Nacido en Florencia, hijo de judíos polacos, Riccardo Ehrman recibe a La Voz en su casa del popular barrio de La Latina de Madrid, acaba de cumplir 90 años, anda torpemente con una muleta, pero tiene una sorprendente lucidez.
-¿Cómo fue aquella ya célebre rueda de prensa?
-Esa mañana nos convocaron a una rueda de prensa. Los portavoces del régimen nos dijeron que iba a ser importante, pero eso es lo que decían siempre, por lo que no pensé que se iba a anunciar algo histórico. Llegué tarde porque no encontraba aparcamiento, no había sitios libres y me tuve que sentar al pie del estrado. Schabowski, portavoz del politburó del partido, hizo un largo discurso hablando de los éxitos del régimen, pero también afirmó que podían haber cometido errores, aunque sabían lo que quería la gente.
-Eso le dio pie para su pregunta.
-Cuando me dio la palabra después de pedirla insistentemente, dijo «vamos a ver que quiere preguntar nuestro colega italiano». Le dije que acababa de hablar de errores y le pregunté si consideraba que había sido un gran error la ley de permisos de viajes que acababan de promulgar hacía unas semanas y que en realidad no suponía ninguna mejora. A Schabowski le chocó la pregunta, y así me lo confirmó años después cuando nos hicimos amigos, porque nadie se había atrevido a hablarle así.
-En ese momento se produjo algo inesperado.
-Sí. Se metió la mano en el bolsillo y sacó unos papeles, que eran la nueva ley de viajes, que empezó a leer y que decía que todos los ciudadanos de la Alemania Oriental podían viajar a cualquier país sin pasaporte y sin necesidad de visado, algo revolucionario porque hasta entonces era casi imposible de obtener. Continuó diciendo que las autoridades de la frontera tenían que dejar pasar a la gente solo con el carné de identidad. Eso significaba para mí que el Muro había caído, porque si se podía pasar libremente a Occidente ya no tenía razón de ser pues fue construido para impedirlo.
-Pero usted volvió a preguntar para asegurarse.
-Hice dos preguntas de confirmación. Una, si valía también para Berlín Oeste. A lo que contestó que sí, que era válido para todas las fronteras. La segunda fue «desde cuándo». Contestó, consultando el papel, «que yo sepa, de inmediato, ya mismo».
-Hay una versión que dice que fue un periodista del diario «Bild» el que preguntó desde cuándo.
-Yo lo pregunté e inmediatamente se oyó otra voz que volvió a preguntar cuándo entraba en vigor.
Me di cuenta de que lo que había dicho Schabowski significaba que el Muro había caído
-Solo dos personas se dieron cuenta de la importancia de las declaraciones de Schabowski.
-Había más de cien periodistas pero solo yo y el jefe de prensa de la embajada de la RFA nos dimos cuenta. Los dos fuimos corriendo a la cabina de teléfono y nos preguntamos el uno al otro si era verdad lo que habíamos pensado. Él me dijo: «Sin duda». Yo llamé a Roma y él al canciller Helmut Kohl, que interrumpió su visita oficial en Varsovia para volver a Bonn.
-Se ha dicho que un alto cargo del régimen le dijo que hiciera la pregunta.
-No. La pregunta no la llevaba preparada ni me la sugirieron. Es verdad que yo tenía contactos con los altos niveles del régimen porque llevaba once años como corresponsal en Berlín Este y fui el único que entrevistó dos veces al jefe de Estado, Erich Honecker. Por eso algunos sospecharon de mí.
Llamé a Ansa gritando: “¡Ha caído el Muro!”, alguien dijo “Riccardo se la vuelto loco”
-¿Qué pasó cuando llamó a la agencia italiana Ansa?
-No me creían. Llamé muy emocionado gritando: «¡El Muro ha caído!» Oí a un colega decir: «Riccardo se ha vuelto loco». El responsable del servicio exterior retuvo unos minutos el flash que había enviado con la noticia. Pero irrumpió en la redacción el director y dijo «conozco a Riccardo, es una persona seria, no hace trampas» y adelante con la noticia. Ansa dio la primicia mundial.
-Y acudió al Muro.
-Fui allí a ver qué pasaba. Había miles de personas, que habían visto la rueda de prensa en directo y comprendido lo que significaba lo que había dicho Schabowski. Hacían cola para pasar, pero estaba cerrado, porque la policía no había sido informada. Alguien me reconoció y dijo es él, el que hizo la pregunta. Vinieron hacia mí y me subieron a hombros.
-¿Tuvo miedo a que el Muro no se abriera y por tanto su noticia no se confirmara?
-Sí, porque la policía en un primer momento dijo que sin pasaporte ni visado no pasaba nadie. Pensé: «Dios mío he cometido un error increíble». Volví a la oficina y hubo dos cosas que me tranquilizaron. Una fue que una vecina que ocupaba un lugar muy alto en la nomenklatura comunista, me dijo llorando: «Todo ha terminado, pero puede que sea mejor así». La segunda cosa es que me llamó el embajador de Italia y me dijo: «Riccardo, ¿qué coño has hecho?» No recuerdo lo que le contesté, pero sabiendo lo que pasó podría haberle dicho he hecho caer el Muro.
-¿Qué siente al pensar que tuvo una contribución tan importante en la caída del Muro?
-Mi pregunta fue la chispa que provocó la respuesta de Schabowski, un terremoto que cambió el mundo y aún no ha terminado.
-Angela Merkel tampoco lo creyó.
-Estaba en una sauna y no se dio cuenta de lo que significaba lo que había dicho Schabowski, como les pasó a los periodistas alemanes que seguían hablando horas después de facilitación del viaje. Estaban acostumbrados a la propaganda del régimen y no se creyeron el anuncio.
-¿Qué le sucedió a Schabowski?
-Fue expulsado del partido y cayó en desgracia. Fue condenado a tres años de cárcel, y cumplió uno. Nos hicimos amigos, murió hace cuatro años. Me dedicó su libro Nos equivocamos en casi todo.