Científicos gallegos confirman en este modelo animal que el sistema inmunitario juega un papel clave
06 nov 2019 . Actualizado a las 08:54 h.El pez cebra es, para los científicos, algo así como el ratón del mar. Es el segundo modelo animal más utilizado para investigar enfermedades después del ratón y algunos expertos aseguran incluso que presenta muchas más ventajas, ya que se puede mantener en grandes cantidades en instalaciones sencillas, tiene una alta tasa reproductiva, un rápido desarrollo embrionario y larvario y durante sus primeros años es fácilmente manipulable a nivel genético. A ello ayuda también que su genoma se encuentra totalmente secuenciado.
Y es precisamente con esta herramienta animal con la que un equipo de científicos del Instituto de Investigacións Mariñas de Vigo (IIM-CSIC) acaba de confirmar que el sistema inmunológico juega un papel clave en el envejecimiento. Su trabajo se ha publicado en Aging Cell.
El equipo de Inmunología y Genómica, dirigido por Beatriz Novoa, diseñó una investigación con pez cebra con el objetivo de estudiar la mutación de un gen, el Rag1, que provoca la falta de respuesta inmune específica. O, lo que es lo mismo, la ausencia de anticuerpos. En humanos, este problema desencadena una grave enfermedad, el Síndrome de Inmunodeficiencia Combinada Severa, más conocida como la patología de los niños burbuja.
«El principal hallazgo radica en la observación de que la mutación del citado gen en pez cebra va asociada a un envejecimiento prematuro, menor vida media y alteraciones morfológicas típicas de la edad. Esta consecuencia se puede explicar porque el exceso de inflamación que tienen los peces mutantes genera un estado de estrés oxidativo que daña el ADN», explican los científicos en el artículo.
Los investigadores también pudieron evaluar la eficacia de distintos compuestos que son capaces de reducir la acumulación de células senescentes y de contrarrestar los efectos asociados a la edad. «Por lo tanto, estos metabolitos se postulan como atractivos compuestos para paliar los efectos adversos generados por el paso del tiempo», destaca Patricia Pereiro, otra de las científicas que, junto a Antonio Figueras, participó en el trabajo.«Entre los resultados que hemos alcanzado hasta el momento figura el desentrañar las bases del proceso inflamatorio y la respuesta frente a infecciones», explica Figueras.
El trabajo fue liderado por el equipo de Vigo, pero también contó con la colaboración de investigadores de las universidades de Murcia y Miguel Hernández, Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca, Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago e Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria.