Las protestas contra las medidas del FMI incendian el país y ponen al presidente Lenín Moreno contra las cuerdas
09 oct 2019 . Actualizado a las 11:12 h.Tanques de combate en las calles de Quito. Persecuciones entre manifestantes y fuerzas del orden. El palacio presidencial de Carondolet evacuado por el Ejército. Piedras, fuego y barricadas. El cuestionado presidente ecuatoriano, Lenín Moreno, anunció este lunes el traslado de la sede de su Gobierno desde Quito a la ciudad costeña de Guayaquil, bastión oficialista, ante la llegada, en camiones y motocicletas, de miles de indígenas a la capital para protestar contra el Ejecutivo.
Es el último episodio de la grave crisis política desatada la pasada semana, tras el anuncio de un paquetazo de impopulares medidas económicas, tomadas por Moreno en el marco de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), para tener acceso a unos 3.800 millones de euros en los próximos tres años y paliar así la crisis de liquidez y el alto endeudamiento del país.
La más polémica de las nuevas medidas es la eliminación de un subsidio al combustible vigente desde hace cuatro décadas. Su supresión hizo aumentar las tarifas de los carburantes hasta un 123 %, provocando una huelga de transportistas, que fue el germen de las actuales protestas masivas.
Moreno decretó el estado de excepción el jueves y llenó las calles de policías y militares, pero no disuadió a quienes se manifestaban, sino todo lo contrario. Los transportistas abandonaron el paro, pero los movimientos sociales y las comunidades indígenas se unieron a la protesta.
De la mano de Correa
El presidente llegó al poder hace dos años apoyado por su antecesor, Rafael Correa (2006-2017), sobre quien pesa una orden de detención, bajo cargos de corrupción, y que reside actualmente en Bélgica. Ambos líderes rompieron a los pocos meses. El expresidente considera a quien él mismo designó sucesor como un «traidor», sometido a los poderes económicos del país.
Moreno acusó el lunes al correísmo y al chavismo venezolano de estar tras las manifestaciones. «El sátrapa de Maduro ha activado junto con Correa su plan de desestabilización», dijo rodeado de la cúpula militar, y denunciando un «golpe de Estado». «Están usando e instrumentalizando algunos sectores indígenas, aprovechando su movilización, para saquear y destruir a su paso», dijo sobre unas protestas que dejan un muerto, 73 heridos y más de 570 detenidos.
Correa se dirigió ayer a los ecuatorianos a través de un vídeo en Twitter. «Ahora nos llaman golpistas, cuando los que destrozaron la Constitución y la democracia fueron siempre ellos. Cuando hemos tenido dos años de la peor persecución política. Aquí no hay golpismo. Los conflictos en democracia se resuelven en las urnas, y es precisamente lo que pedimos», dijo, reclamando un adelanto electoral.
Aunque Correa ha espoleado las protestas desde Bélgica a través de Internet, algunos expertos dudan de que sea el principal combustible del movimiento.
«Estamos viendo una fuerza política que se pronunció contra las medidas del morenismo y tiene su propia dinámica. Hay otras fuerzas, como el movimiento indígena, que, al mismo tiempo que condena el correísmo, se ha lanzado contra Moreno», comenta a La Voz el historiador ecuatoriano Juan Paz y Miño, doctorado en Historia en la Universidad de Santiago de Compostela.
«La represión ha sido excesiva, pero también se han producido asaltos y saqueos escudados tras la movilización de masas», añade el experto, incidiendo en la dificultad de pronosticar lo que va a ocurrir en los próximos días. Moreno ha rechazado categóricamente retirar sus reformas. Al cierre de esta edición, se reunía con todos los poderes del Estado en Guayaquil. Hoy los indígenas se manifestarán en Quito.