Rato carga contra su sucesor en el alegato final del caso Bankia

José M. Camarero MADRID / COLPISA

ACTUALIDAD

El expresidente de la entidad se enfrenta a una petición de ocho años y medio de cárcel

29 sep 2020 . Actualizado a las 10:51 h.

 Diez meses después de que comenzara el juicio por la salida a Bolsa de Bankia, la Audiencia Nacional ha dejado visto para sentencia uno de los procesos que más impacto financiero y político han tenido derivado de los peores años de la crisis. En su alegato final ante el tribunal, el que fuera presidente de la entidad durante año y medio en el que se lanzó al mercado bursátil, Rodrigo Rato ha hecho uso de un último turno de palabra para defender su inocencia. Lo ha hecho lanzando un dardo contra su sucesor en el cargo y actual presidente de la entidad, José Ignacio Goirigolzarri, al que acusa de haber provocado este juicio por el rescate con dinero público que solicitó para Bankia en el 2012 al acceder al cargo.

En su alegato final, Rodrigo Rato ha apuntado que lo que en realidad se ha estado juzgando ha sido el rescate de la entidad que se realizó tras su salida de la corporación. «Todos somos conscientes de que una de las razones por la que se ha producido este juicio son las decisiones tomadas por el consejo de administración que me sustituyó», indicaba en referencia a Goirigolzarri. Rato expuso ante los magistrados que aquella dirección «dijo que tomaba las decisiones por razones y cambio de estimaciones de futuro, y tenía toda la razón, porque la crisis financiera fue peor en el 2012, 2013 y 2014». Para finalizar recordó que «Bankia vale hoy por balance menos que cuando salió a Bolsa» en julio del 2011, cuando él la presidía.

En su intervención ante el tribunal -Rato ha sido el único de los acusados que tomó la última palabra-, el expresidente de Bankia apuntó que todas las decisiones que tomó el consejo en torno a la salida a Bolsa «fueron contrastadas con las opiniones que sobre las mismas tenían el supervisor y el regulador, y en consonancia con ellos». También recordó que durante sus 17 meses como presidente hubo «tres grandes cambios regulatorios y todos los aplicamos de forma correcta según el regulador y el supervisor». Incluso indicó que en esa etapa Bankia superó tres test de estrés de la Autoridad Bancaria Europea.

En su opinión, ha quedado atestiguado durante los cinco años de instrucción del caso, a cuyo cargo estuvo el magistrado Fernando Andreu, y diez meses de juicio oral, con la magistrada Angela Murillo al frente, que BFA y Bankia eran «entidades financieras complejas organizadas según los más altos estándares bancarios que en ningún momento fueron criticadas por el regulador y el supervisor».

«Nuestros profesionales eran los mejores del mercado y contaban constantemente con el asesoramiento de las mejores firmas financieras del mundo», destacó este martes Rato, quien recordaba que todas sus decisiones «fueron contrastadas con las opiniones que sobre los mismos temas tenía el supervisor».

Una «estafa», para la Fiscalía

Con este alegato quedaba visto para sentencia el juicio por la salida a Bolsa de Bankia, cuya vista oral se ha prolongado desde finales de noviembre del año pasado y con una sentencia que posiblemente no llegará hasta bien entrado 2020, apuntan fuentes judiciales. En este proceso, Rodrigo Rato se enfrenta a una petición de cárcel de hasta ocho años y medio acusado de estafa a inversores y falsedad contable, después de que la Fiscalía elevara sus peticiones a finales de julio. A mediados de septiembre, Anticorrupción finalizó la exposición de sus conclusiones afirmando que crear Bankia no fue un error empresarial, sino una estafa consciente impulsada por los acusados para mantener puestos y privilegios. Incluso el 'caso Bankia' como «una de las mayores estafas conocidas en España por su cuantía, número de perjudicados e impacto en la economía». Indicó que actuaciones como sacar a Bolsa a una entidad con una sobrevaloración ficticia, la campaña de publicad para atraer inversores o mantener la ficción de la viabilidad de la matriz, no pueden considerarse meros errores de un empresario.