Sánchez tendrá que sortear un campo de minas para buscar la investidura

Francisco Balado Fontenla
Fran Balado MADRID / LA VOZ

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El presidente Pedro Sánchez, durante su visita a la zona devastada por el incendio de Gran Canaria, el 22 de agosto
El presidente Pedro Sánchez, durante su visita a la zona devastada por el incendio de Gran Canaria, el 22 de agosto Elvira Urquijo A.| EFE

La sentencia del 1-O, la Diada y el «brexit» dificultan todavía más las negociaciones

25 ago 2019 . Actualizado a las 13:10 h.

Una de las principales razones que esgrimían los más optimistas con que Pedro Sánchez lograra sacar adelante su investidura a finales de julio, casi descartando la prórroga de septiembre, era el intrincado calendario político y judicial al que se enfrentaría el candidato socialista a la vuelta de las vacaciones.

Sus pronósticos no se cumplieron. El secretario general del PSOE fue incapaz de recabar la confianza del Congreso. Las negociaciones a contra reloj con Podemos acabaron cayendo en saco roto y el reloj de la democracia quedó activado iniciándose una cuenta atrás de dos meses en la que, si ningún candidato logra ser investido antes del 23 de septiembre, se disolverán las Cortes y se procederá a la consecuente convocatoria electoral.

La portavoz del Ejecutivo en funciones, Isabel Celaá, avanzó el viernes que Sánchez retomará esta semana los contactos para intentar desbloquear su proceso de investidura, y a pesar de que la cuenta atrás para que finalice el plazo avanza sin compasión, sorprendió su decisión de dedicar los últimos días de agosto a encontrarse con «colectivos sociales y representantes de la sociedad civil», dejando aparcadas hasta septiembre sus entrevistas con los dirigentes de las formaciones políticas con representación parlamentaria, los únicos con capacidad para allanar su investidura.

Si en la negociación fallida de julio se le criticó por su parsimonia para arrancar y dar continuidad a las negociaciones, no parece que en el examen de recuperación de septiembre le vayan a entrar las prisas.

Además de esta agónica lucha contra el crono, Sánchez afronta en esta nueva oportunidad otros obstáculos con los que no contó en su primera carrera. Probablemente el más complejo sea la ruptura de su último hilo de confianza en Pablo Iglesias, secretario general de una fuerza política que se antoja imprescindible para que logre ser investido. Pero también hay varios escollos que asoman por el calendario y que solo invitan a pensar que el precio para renovar su estancia en la Moncloa será cada vez más elevado. 

LA sentencia del 1-O

Todos pendientes. El 12 de junio quedó visto para sentencia el juicio por el desafío independentista. El fallo del Tribunal Supremo todavía no tiene fecha. En un primer momento se especuló con que podría dictarse justo a la vuelta de las vacaciones de agosto. Oriol Junqueras y el resto de los dirigentes secesionistas implicados en la declaración unilateral de independencia de otoño del 2017 se enfrentan a una petición de 20 años de cárcel. La sentencia podría tensar al máximo las relaciones del PSOE con las formaciones secesionistas en la Cámara, que continúan teniendo la llave para la conformación de las mayorías en la Carrera de San Jerónimo. Parece complicado imaginarse a los diputados de ERC allanando la investidura de Sánchez en caso de que su máximo dirigente sea condenado a dos décadas de prisión. Pero a mayores podría significar que la ya de por sí difícil convivencia entre Sánchez e Iglesias empeore. A principios de semana, Ferraz respondió con una negativa a la propuesta de Podemos de reactivar las negociaciones para explorar un Gobierno de coalición basados precisamente en las diferencias insalvables que ambas formaciones tienen en algunas cuestiones de Estado, haciendo una referencia expresa a la cuestión catalana. ¿Un vicepresidente del Gobierno reclamando indultos para los secesionistas?

Aunque en un primer momento la sentencia parecía inmediata, es posible que su fase de redacción se prolongue hasta la primera quincena de octubre. Buena parte de las posibilidades de éxito de Sánchez pasan por aquí. 

La Diada

La ANC al acecho. Lo que sí tiene fecha fija es la Diada. Como cada año, el 11 septiembre los secesionistas catalanes volverán a tomar las calles de Barcelona para reclamar la independencia. ERC y JxCat tienen marcado en rojo esta jornada en el calendario al entender que puede suponer un importante punto de inflexión para ambas; ya no solo en su encarnizada disputa particular por aglutinar al independentismo, sino que temen que la ANC aproveche su fortaleza para lanzar una plataforma electoral propia. Por el momento, los inscritos para la Diada han caído una cuarta parte respecto al año anterior. 

Temor a un «brexit» duro

Divorcio inmediato. Y si la política nacional es un campo minado, la exterior complica más el panorama para las negociaciones. La UE aguarda a que Boris Johnson detalle sus planes para el brexit. Lo único que parece claro es que se hará efectivo en un corto plazo de tiempo, y de momento nada invita a pensar a que se pueda firmar un acuerdo para que el divorcio resulte amistoso. Todavía más nubes en el horizonte del superviviente Sánchez. 

Su parsimonia para iniciar contactos auguran otras tres semanas de infarto 

Tres semanas de infarto. La estrategia de Sánchez pasa por forzar a Podemos y a otras formaciones minoritarias a que le apoyen a cambio de su compromiso a cumplir un programa previamente pactado. Iglesias insiste en que solo lo respaldará si conforma un Gobierno de coalición, algo que el PSOE descarta por completo. De este modo, las negociaciones, de haberlas, volverán a ser a marchas forzadas. A partir del 2 de septiembre, Sánchez o sus hombres de confianza tendrán que reunirse con otros líderes. Después, Felipe VI todavía tiene que convocar la ronda de consultas. En caso que nombre a un candidato a la jefatura del Gobierno, la presidenta del Congreso tendrá que acordar una fecha para la celebración de un nuevo debate de investidura, que como muy tarde tendría que ser la semana del 16 al 20 de septiembre.