El bosque tropical más grande del mundo se alimenta de un desierto y genera su propio clima
24 ago 2019 . Actualizado a las 09:47 h.El mundo comienza a tomar conciencia de la tragedia que representan los miles de incendios que están quemando la Amazonia. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha calificado de «crisis internacional» la situación actual. El mandatario galo ha pedido que se trate con urgencia durante la cumbre del G7 en Biarritz que se celebra este fin de semana. Ayer, en varios países del mundo, también en España, se celebraron manifestaciones contra el presidente Bolsonaro. Según el Global Forest Watch, un servicio que monitoriza los bosques globales en tiempo real, el número de fuegos registroado entre el 13 y el 21 de agosto asciende a 151.824.
La selva tropical más grande del planeta es un lugar extraordinario, capaz de alimentarse de un desierto y generar su propio clima. Uno de los motivos que explica la riqueza natural que concentra se encuentra al otro lado del océano, en el Sáhara.
Cada año se precipitan sobre el Atlántico millones de toneladas de polvo procedentes del desierto, que atraviesan por completo el océano y alcanzan el Amazonas. Un polvo que llega cargado de fósforo, un nutriente fundamental para la fertilidad de la vegetación. Este intercambio representa uno de los sucesos conocidos más increíbles de la naturaleza: el desierto cálido más grande del mundo alimentando a la mayor masa forestal.
La ciencia ha descubierto además algo nuevo y sorprendente. En Asturias la época de lluvia coincide con el otoño e invierno, cuando la corriente en chorro desciende en latitud y el aire frío alimenta la formación de las borrascas. Los frentes asociados son la principal fuente de agua en la comunidad asturiana.
Sin embargo, en las regiones tropicales la temporada húmeda se produce por otros mecanismos: los monzones y la zona de convergencia intertropical, un cinturón de cumulonimbos que rodea al planeta y que se mueve hacia el norte y el sur dependiendo de la época del año.
Tanto los monzones como las nubes que vienen desde el Ecuador descargan en el Amazonas a partir de diciembre. Lo curioso es que la temporada de lluvias, tan necesaria ahora mismo, comienza en octubre. Qué produce esas precipitaciones adicionales era una incógnita hasta ahora. El responsable es la propia selva amazónica. A través de un proceso conocido como transpiración, similar a la evaporación, pero que procede de las plantas, la humedad asciende hasta alcanzar la troposfera y forma nubes que terminan precipitando. Este descubrimiento pone de manifiesto el valor y hasta que punto este ecosistema natural cobra vida, hoy amenazada.