Un «brexit» abrupto llevará al fin de la libre circulación de ciudadanos comunitarios

Rita A. Tudela LONDRES / E. LA VOZ

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Boris Johnson, durante su visita al hospital Royal Cornwall en Truro
Boris Johnson, durante su visita al hospital Royal Cornwall en Truro PETER NICHOLLS | Reuters

Un informe del Gobierno británico recoge que un divorcio salvaje traerá escasez de combustible, medicinas y alimentos, caos en los puertos y el retorno de la frontera física con Irlanda

20 ago 2019 . Actualizado a las 16:55 h.

La libre circulación de ciudadanos comunitarios que viven y trabajan en el Reino Unido volvió ayer a quedar en el limbo. Londres amenazó con terminar con esta práctica el mismo 31 de octubre, fecha fijada para un brexit salvaje. A partir del 1 de noviembre se introducirán leyes nuevas y «más duras» para controlar a los ciudadanos de la Unión Europea que decidan venir al país. 

El Gobierno de Boris Johnson rompe así con la propuesta de su predecesora, Theresa May, quien consideraba extender la libertad de movimiento hasta el 2021, es decir, durante el período de transición, que por el momento queda totalmente descartado. El nuevo primer ministro defendió que la isla no «se volverá en absoluto hostil a la inmigración», pero dejó claro que sí «estará controlada democráticamente».

Sin embargo, para el grupo Three Million, que hace campaña por los derechos de los 3,2 millones de ciudadanos de la UE que se calcula que viven en el Reino Unido, poner fin a esta práctica implica que se les quitará su estatus legal de la noche a la mañana.

En la actualidad, el principio de libre circulación permite a los ciudadanos de la UE vivir y trabajar en otros países del club. Por ahora, el Ministerio del Interior británico pide a los residentes comunitarios y sus familias que regulen su situación a través de una aplicación online, si bien el Gobierno conservador no oculta que a la larga implantará un sistema de puntos similar al empleado por Australia para controlar la llegada de extranjeros. 

El caos del día después

El informe del Gobierno Yellowhammer, filtrado el domingo al Sunday Times, describe el peor escenario posible ante un brexit sin acuerdo. El Reino Unido tendrá que hacer frente a la escasez de combustible, medicinas y alimentos básicos, al caos en los puertos, a disturbios en todo el país y al retorno de la frontera física en Irlanda. Michael Gove, actual responsable de los preparativos del brexit, intentó el lunes quitar hierro a la publicación, defendiendo que «se han dado pasos muy importantes en las últimas tres semanas para acelerar los planes» de contingencia. 

En la misma línea, el ministro de Energía, Kwasi Kwarteng, rechazó el nerviosismo y alarmismo generado por el informe, ya que cree que mucha gente está jugando con el miedo, si bien se mostró seguro de que el país está preparado para irse sin ningún tipo de acuerdo el 31 de octubre.

Por el momento, Johnson no da muestra de querer cambiar de postura y mantiene su agenda oficial, que incluye contactos con los líderes europeos, en concreto, con la canciller alemana, Angela Merkel, y con el presidente francés, Emmanuel Macron, a los que quiere convencer de que la UE renegocie el acuerdo de retirada consensuado con May hace meses. Johnson, ni corto ni perezoso, insta a ambos líderes a que «cedan» en sus actuales posiciones.

Desde la oposición, Jeremy Corbyn prometió que hará «todo lo que sea necesario» para evitar un brexit» sin acuerdo. El líder laborista confirmó sus planes de promover una moción de confianza al Gobierno de Johnson y aseguró que, de prosperar esa medida, convocaría de manera inmediata unos comicios generales. Además pidió que se suspenda el receso estival en la Cámara de los Comunes, con el fin de discutir la crisis abierta por el proceso de salida del Reino Unido de la UE.