Sánchez se va de vacaciones y deja para finales de mes su reunión con Iglesias
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Presentará un programa «abierto» a las fuerzas susceptibles de apoyar su Gobierno
10 ago 2019 . Actualizado a las 09:41 h.El esperado encuentro entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias para negociar un acuerdo de investidura que evite nuevas elecciones no llegará hasta finales de agosto «o principios de septiembre». Así lo anunció este viernes el presidente en funciones, que confirmó que, tras la intensa ronda de contactos mantenida con organizaciones de la sociedad civil (14 reuniones con más de 180 representantes de colectivos diversos, este viernes con el mundo de la cultura), los socialistas elaborarán un programa «abierto» -tras «compendiar y sistematizar» muchas de las propuestas recibidas-, con el que sentarse a negociar con las fuerzas políticas susceptibles de prestarle apoyo para sacar adelante la formación de Gobierno.
El líder socialista no atenderá a la unánime petición recibida estos días desde todos los sectores sociales, que le apremiaron para que iniciase «ya» los contactos, especialmente con la formación de Iglesias. En lugar de eso, Sánchez sostuvo que los socialistas continuarán estos días reuniéndose con distintos colectivos «porque son muchos los que quieren aportar sus propuestas a este programa».
Aunque no precisó el calendario, avanzó que a partir de finales de mes y principios del próximo hablarán «con el PNV, el Partido Regionalista Cántabro (PRC), con las fuerzas nacionalistas de Cataluña y, por supuesto, también con Unidas Podemos». Hasta el momento, la única fecha que ha trascendido es la del encuentro con los nacionalistas vascos, el próximo día 19, justo después de las vacaciones que Sánchez se tomará desde hoy hasta el 18 de agosto.
A preguntas de los periodistas tras la rueda de prensa del Consejo de Ministros, la ministra portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, explicó que el hecho de que el presidente en funciones prefiere una investidura que no dependa de los independentistas -como dijo el miércoles tras su despacho con el rey-, no implica que «no se hable con el PNV o con las fuerzas nacionalistas catalanas». Matizó, de hecho, que no se presuponía que dichos contactos fueran a ser directos con Sánchez, recordando que para la investidura fallida de julio fue la portavoz del PSOE en el Congreso, Adriana Lastra, la que se vio con sus homólogos de ERC y de Junts per Catalunya, Gabriel Rufián y Laura Borrás.
Rivera será la excepción
El presidente aseguró que su intención es reunirse con todas las formaciones, incluyendo al PP, al que, pese a no moverse del no a la investidura, continúa pidiéndole la abstención con el argumento de no depender de los independentistas. Solo Ciudadanos quedará fuera de la ronda, habida cuenta de que su líder, Albert Rivera, «no quiere». «Oído cocina», ironizó Sánchez, recordando que ya es «la tercera o cuarta vez» que se niega. «Creo que los ciudadanos tomarán nota del comportamiento que están teniendo los líderes de las fuerzas políticas», advirtió, cuestionando el modo en el que Rivera entiende la democracia.
En ese sentido, apeló a la «responsabilidad» de los partidos para posibilitar la formación de Gobierno y evitar elecciones. El mensaje a Podemos volvió a centrarse en alcanzar un acuerdo programático, pero nada de reparto de sillones. «No es tanto hablar del continente como del contenido», aseguró, mientras que Celaá consideró una obligación que ambas formaciones recuperen la confianza mutua, que el jefe de los socialistas aseguró que se perdió tras el fiasco de julio.
«Vamos a ver si podemos llegar a un acuerdo que materialice ese Gobierno progresista. Sobre todo con Unidas Podemos no vamos con un programa cerrado, sino abierto, susceptible de poderse negociar con ellos en base a las políticas, a las propuestas», insistió Sánchez que, pese a su oferta de diálogo, sigue tensando la cuerda del calendario y retrasando la llamada que los de Iglesias esperan, en vano, desde el 26 de julio.
El jefe del Ejecutivo parece no tener la misma prisa que le traslada la sociedad. El mundo de la cultura se lo recordó, además de pedirle que en el futuro Gobierno mantenga el ministerio del ramo.
El PP le acusa de «blanquear» a los golpistas y dice que «se ha quitado la careta»
Las reacciones a la hoja de ruta de contactos avanzada por Sánchez no se hicieron esperar. Las críticas le llegaron desde ambos lados de su posición política. El PP acusó al socialista de «quitarse definitivamente la careta», al estar dispuesto a negociar con los golpistas catalanes, a quienes «blanqueó», al hablar de ERC y Junts per Catalunya como «partidos nacionalistas».
El vicesecretario de Participación de los populares, Jaime de Olano, pidió que Sánchez aclare «a todos los españoles qué está dispuesto a ceder, hasta dónde está dispuesto a llegar» con esas formaciones a cambio de que apoyen su investidura.
Para Olano, la comparecencia del jefe del Ejecutivo fue «esperpéntica», además de «preocupante», por entender que es el comienzo del «proceso de blanqueamiento de los partidos de Junqueras y Puigdemont, a los que ha llamado meros nacionalistas, pese a que han perpetrado un golpe de Estado».
Por su parte, mientras que Pablo Iglesias -de baja paternal desde hace una semana- continua en silencio, el secretario de Organización de Unidas Podemos, Pablo Echenique, calificó «la nueva estrategia» del PSOE como un «calco» de la de julio. « Ninguna negociación, pero presencia constante en los medios», sostuvo en su cuenta de Twitter. Más beligerante se mostró el cofundador de la formación, Juan Carlos Monedero, que pidió en un tuit que Sánchez deje de «insultar» a los votantes de Podemos.
Desde Ciudadanos, el secretario general del partido, José Manuel Villegas, sostuvo que una reunión de Rivera con Sánchez sería una «pérdida de tiempo».