El Supremo frena el cambio de prisión de Lula da Silva y reabre la batalla jurídica por su libertad

Miguel Piñeiro Rodríguez
Miguel Piñeiro BRASILIA / CORRESPONSAL

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Luiz Inácio Lula da Silva cumple condena por otro caso de corrupción
Luiz Inácio Lula da Silva cumple condena por otro caso de corrupción Sebastião Moreira | EFE

La decisión fue de última hora y de una manera fulminante

09 ago 2019 . Actualizado a las 08:39 h.

En Brasil se conoce como República de Curitiba a las fuerzas policiales y jurídicas (fiscales, jueces, etc.) que llevaron el peso de las investigaciones de la operación Lava Jato. Ese centro de poder en la ciudad sureña tenía un zar, el exjuez Sergio Moro, apodado el Ruso según consta en los mensajes filtrados que han erosionado su figura de héroe contra la corrupción. Esa República sufrió un duro golpe a última hora del miércoles cuando el Tribunal Supremo decidió, de manera exprés y fulminante, frenar la decisión de la jueza de Curitiba de enviar a a Lula da Silva a una cárcel de São Paulo.

El presidente del Supremo, Dias Toffoli, recibió de urgencia una delegación de parlamentarios liderada por el presidente del Congreso, Rodrigo Maia, pidiendo una intervención para lo que consideraban un deshonor hacia Lula. El Supremo trató de urgencia el caso, y en apenas media hora, por diez votos a favor y uno en contra, detuvo el envió del expresidente a una cárcel común. No solo eso: su decisión rige hasta que el propio Supremo se manifieste sobre un habeas corpus solicitado por la defensa de Lula que analice (a la luz de las comprometedoras conversaciones publicadas por The Intercept) si Moro fue imparcial o no en todo el proceso.

La decisión reabre la batalla jurídica por la libertad de Lula da Silva, condenado a 8 años de cárcel por un caso de corrupción y con otros ocho procesos abiertos. «El Supremo impidió otra forma de violencia jurídica contra Lula en un proceso lleno de numerosas ilegalidades y arbitriaridades», se congratuló Cristiano Zanin, abogado del expresidente.

«Héroe nacional»

Moro, que el mismo día vio cómo el Congreso frenaba una de sus medidas estrella (la reducción de penas para quien confiese un delito y acepte prisión), queda señalado de nuevo por ser el responsable directo de la Policía Federal, el órgano que solicitó el traslado de Lula. En los últimos días, Moro ha sido criticado por haberse negado en varias ocasiones a recibir a la viuda de Marielle Franco, la concejala de Río de Janeiro asesinada por milicias en un aparente crimen político.

Mientras, el presidente Jair Bolsonaro almorzó este jueves con la viuda del coronel Brilhante Ustra, jefe de la policía política de la dictadura y responsable, según datos del Gobierno, de centros de tortura y de la muerte y desaparición de al menos 45 personas. «Es un héroe nacional que evitó que Brasil se convirtiese en todo lo que la izquierda quería», glosó Bolsonaro.