La regidora de la Ciudad Condal se ha subido un 40 % el sueldo y su marido es su asesor mejor pagado
28 jul 2019 . Actualizado a las 09:24 h.Ada Colau Ballano (Barcelona, 1975) se hizo famosa a comienzos de la década por su disfraz de heroína antidesahucios de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca en la capital catalana y sus alrededores. Embutida en unas mallas amarillas, con capa a juego y antifaz negro, se hizo un nombre entre los antisistema de la Ciudad Condal. Tanto, que fue elegida sin oposición interna para encabezar la lista de En Comú para el Ayuntamiento de Barcelona en el 2015.
Era un momento de máxima efervescencia reivindicativa en todo el país. Lo más duro de la crisis había puesto a cientos de miles de ciudadanos contra la pared y la sonriente Colau -bajo la dirección política de su pareja, Adriá Alemany, que acabaría siendo el asesor mejor pagado de todo el Ayuntamiento barcelonés- logró desplazar a Convergència, al PSOE y a ERC de la alcaldía.
Fue la más votada en el 2015, aunque muy lejos de la mayoría absoluta. Coqueteó con todos sus adversarios y finalmente eligió un matrimonio de conveniencia con el PSC, aunque apenas duró unos meses.
En aquellos días, la luchadora antidesahucios se sometió al protocolo habitual de las fuerzas rupturistas. Los políticos eran un mal que cobraba demasiado y vivían alejados de las necesidades reales de «la gente».
Ada Colau, con sus estudios de Filosofía sin terminar, era hija de una soriana, asesora inmobiliaria, y de un creativo publicitario. Fue al colegio en el acomodado barrio de Sarriá y disfrutó de una beca Erasmus en Milán antes de entrar en contacto con el movimiento okupa y declarar como principal actividad profesional la de activista. «Desde los tiempos de la guerra del Golfo», como a ella le gustaba recordar en sus primeras entrevistas.
Colau, primera mujer alcaldesa de Barcelona, consideraba entonces, en el ya lejano 2015, los dos mil euros de salario mensual «más que suficientes». Pero esta semana ha cambiado de criterio y ha forzado a su partido, En Comú, controlado con mano de hierro por su pareja y un reducido grupo de colaboradores, a que le subiera el salario en un 40 % «para compensar las largas jornadas de trabajo». Para disimular el salto, la medida se ha extendido a todos los concejales y comisionados de su partido. No es la primera contradicción de Colau en los últimos meses. Aceptó ser alcaldesa con el voto de Valls pese a no ganar las elecciones y sumar apenas 10 de los 41 ediles de la corporación. Quedan por delante casi cuatro años para justificar la necesidad del aumento.