José Ramón Pin: «En otoño dejará de hacer efecto el turismo, la morfina del PIB español»

Mario Beramendi Álvarez
Mario Beramendi SANTIAGO / LA VOZ

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Este experto advierte de que quienes no se reciclen con la tecnología quedarán excluidos del mercado de trabajo

16 jul 2019 . Actualizado a las 09:01 h.

Diputado por UCD en el Congreso en la legislatura constituyente de 1977, licenciado en Económicas y doctor en Sociología, José Ramón Pin Arboledas (Madrid, 1944), es profesor del IESE y un destacado experto en capacidades de dirección. Hace algunos días estuvo en Santiago impartiendo un seminario de desarrollo directivo.

-¿Cómo cambia la gestión de los recursos humanos en un mundo digitalizado como el actual, sujeto a tantos cambios?

-Ahora se necesita un talento con capacidades y habilidades tecnológicas. Es un talento que se corresponde a unas generaciones que han cambiado sus prioridades respecto a las anteriores.

-¿A qué se refiere?

-Por ejemplo, para estas generaciones es mucho más importante el proyecto personal que la empresa. No solo buscan incrementar su retribución en términos económicos sino mejorar su currículum vitae para mejorar su empleabilidad porque saben que tendrán que cambiar de empresa. Son generaciones nómadas.

-¿Tanto ha cambiado todo?

-Las relaciones entre el empleado y el empleador van a ser más parecidas a un contrato mercantil como autónomo que a un contrato por cuenta ajena. Seguirá habiendo muchos empleados vinculados a una empresa, pero ya no será como antes, que empezaban ahí y se jubilaban ahí.

-¿Cuál cree que son los efectos no deseados de esta revolución?

-Lo que los sindicatos llaman ahora precariedad laboral, refiriéndose a la gente que trabaja por proyectos, va a ser lo normal. Cada vez más. Lo que sí es cierto es que la gente que no se recicle quedará excluida del mercado de trabajo. O tendrá acceso a empleos muy poco remunerados, precarios.

-¿Y qué hacemos socialmente con los que no quieran o no puedan adaptarse a esta revolución?

-Esa es la gran pregunta. La reunión de la institución actual de informadores económicos dice que a toda esta gente hay que prepararles una renta básica universal. Estaría dirigida a quienes tienen una determinada edad y llevan mucho tiempo en el desempleo. Va a ser muy difícil reciclarlos. Y luego la otra cuestión es establecer sistemas y políticas nacionales de formación. Me refiero a las políticas activas de empleo. Hay tipos de trabajo que solo pueden hacer los humanos, como es crear, organizar, y otros que hacen mucho mejor las máquinas. Pero habrá otros que sean una combinación entre personas y aparatos.

-¿Considera que estamos ante una revolución extensible a todos los sectores económicos?

-Habrá unos más expuestos que otros. Pero todos los están de algún modo. Por ejemplo, quién le iba a decir a los taxistas que iban a tener una competencia nueva como Uber o Cabify y que tiene que ver precisamente con la tecnología. Uno puede estar en una actividad aparentemente inmune a los cambios, y de repente, zas, aparece algo y lo cambia todo. Ocurrió con las tiendas y con el comercio electrónico. O con los bares y las máquinas expendedoras de la esquina de al lado. Todo esto obliga a que los empleados de un negocio sean también creadores, y cambien su manera de pensar.

-¿Es partidario de darles una renta básica universal a los que tienen imposible hallar empleo?

-Algunos colectivos tendrán que ser subsidiados, no quedará más remedio: la más gente mayor, por ejemplo, no habrá más remedio por justicia social, porque no es culpa suya que no se hayan reciclado, sino del sistema, que no les ha ayudado. A los jóvenes habrá que empujarlos y formarlos.

-Usted dijo hace poco, en relación a la economía, que después de los nubarrones vendrá una tormenta...

-Estamos perdiendo pulso exportador, y en otoño veremos cómo deja de hacer efecto la morfina del PIB español, que es el turismo, y que da alegría como cualquier droga. En octubre habrá un aumento brutal del paro.