La decepción y desafección con el líder de Syriza cunde en el país con todas las encuestas dando la victoria al histórico partido conservador Nueva Democracia
06 jul 2019 . Actualizado a las 15:22 h.Al igual que Esquilo, creador de la tragedia griega, Alexis Tsipras escenificó el poder del pueblo en las decisiones políticas. Su consigna de ruptura con la troika hizo soñar a millones de griegos que votaron con la intención de retomar el control de la economía. Sin embargo, y como parte de la sátira, Tsipras acabó siendo un aliado de sus acreedores internacionales. Un final de tragicomedia para el carismático líder que volverá a enfrentarse a las urnas el domingo con las encuestas en su contra.
Durante las elecciones europeas Syriza se quedó casi diez puntos por detrás del partido conservador Nueva Democracia, liderado por Kyriakos Mitsotakis. «Resulta difícil explicarte que voy a votar por la saga familiar de Mitsotakis, que representa todo lo que rechazo. Realmente no tengo claro mi voto pero a Tsipras no lo quiero más. Sus reformas no se ven. Aquí seguimos igual, no cumplió nada. Se agarró al poder y ahora es parte de ellos», explica Paraskeví Martis, 43 años, desde Larisa, región del centro de Grecia. «Por supuesto que no quiero que vuelvan los mismos partidos que nos llevaron a la quiebra pero Tsipras me ha decepcionado», lamenta Dora Spyros, 25 años.
Según los politólogos consultados, la desafección con la izquierda es la clave. «La decepción por no cumplir lo prometido le pasará factura», explica Dimitris Rapidis, analista político que aventura una derrota por más de diez puntos. La baja participación ya jugó en contra de Syriza en las elecciones europeas y las encuestas muestran un escenario muy similar para este domingo. Eleftherios Papagiannakis, exvicealcalde de Atenas, apela al sentimiento de traición que incluso la izquierda más radical siente con Alexis Tsipras por su giro hacia el centro.
Los números, sin embargo, dan la razón a Syriza. La Coalición de la Izquierda Radical ha reducido el desempleo y mantenido su promesa de protección a los ciudadanos de ingresos bajos o la sanidad universal, pero los cambios no han tenido un impacto notorio en el día a día de los griegos. «Las cifras corroboran que Syriza cumple el superávit pero la pérdida de poder adquisitivo no se ha recuperado. Los ciudadanos no lo notan y eso se penaliza», asevera Rapidis. Grecia lleva diez años sumida en una crisis profunda y la mayoría de los trabajadores cobran menos de 1.000 euros brutos al mes y el 25,3 % ni siquiera llegan a los 500 euros.
Después de tres rescates financieros, aunque todavía bajo vigilancia estricta de las instituciones, la economía griega sigue siendo la principal preocupación del país que ha perdido un 25 % de su PIB.
Campaña conservadora
Kyriakos Mitsotakis ha centrado su campaña en recuperar y prometer una bajada de impuestos a una casi extinta clase media. En su intento por aglutinar el mayor número de decepcionados con la izquierda, Nueva Democracia no ha querido azuzar el sentimiento patriótico. De ahí que la presión migratoria o el acuerdo de Prespes, que desbloqueó un conflicto diplomático enconado en territorio europeo al bautizar a la antigua exrepública yugoslava vecina como Macedonia del Norte, ocupen escasos minutos en las intervenciones del principal líder de la oposición.
«A Tsipras no lo quiero más. Aquí seguimos igual, no cumplió nada», afirma un votante Precisamente es esa campaña «suave» alejada de polémicas la que, según el profesor de Política Internacional de la Universidad de Tesalónica, Nikos Marrantsidis, dará la victoria a Kyriakos Mitsotakis, cuarta generación de una dinastía de políticos. Aun así y pese a que se da por hecho que la derecha volverá a gobernar el país, la incertidumbre siempre ha sido parte de la idiosincrasia griega como bien explica el escritor Dimitri Deliolanes cuando dice: «Nadie sabe nunca lo que tienen en la cabeza estos griegos».