El presidente promete que EE.UU. plantará «pronto» su bandera en Marte y glorifica al Ejército, en un espectáculo que quedó por debajo de las expectativas y convirtió la fiesta nacional en un debate sobre su figura.
05 jul 2019 . Actualizado a las 20:26 h.Donald Trump aseguró en la celebración del Día de la Independencia que EE.UU. plantará pronto su bandera en Marte, pero el que había anunciado como un «espectáculo único en la vida» resultó más propio de la era previa a la llegada a la Luna. El presidente, en una tarima frente al monumento a Lincoln, con la grada de invitados a su espalda y tanques a ambos lados, dedicó 45 minutos a relatar algunos de los grandes hitos científicos, culturales y sociales de la historia del país y a glosar las gestas militares de los EE.UU., animando a los jóvenes a que se alisten.
La exhibición de diversos aviones del Ejército, que sobrevolaron la zona monumental de Washington, mientras una banda y un coro militar los acompañaban con su música sirvió como separador del discurso de Trump, cuya imagen quedó deslucida en televisión por la lluvia que empapaba la pantalla antibalas. Deslucido como el propio acto, carente de ritmo y con una escenografía más propia de la época a la que el presidente prometió devolver al país. Muy lejos, por lo tanto, del desfile militar que el presidente soñó en París.
El discurso de Donald Trump apeló a la unidad, pero un paseo por el Mall de la ciudad, que une el Capitolio con el monumento a Lincoln, era el jueves un buen reflejo de la evidente división del país. Por las calles de Washington, una ciudad de clara mayoría demócrata, la moda era el rojo trumpista de miles de estadounidenses que visitan la capital con motivo del 4 de julio.
Globos Baby Trump
Cientos de globos del Baby Trump asomaban entre las cabezas como resistencia a la invasión, pero también como suvenir apto para todas las sensibilidades. O casi todas, porque Don, que lucía una gorra con la leyenda Trump 2020 (a la que había adosado la bandera de EE.UU. y otra de la campaña de reelección del presidente) se mostraba indignado por la caracterización de Trump como un bebé caprichoso. «Mira este imbécil», describía al paso de una persona que llevaba uno de esos globos.
Trump, sujeto a la lectura del teleapuntador para evitar caer en la tentación de convertir el acto en un mitin de su campaña, cometió algunos errores llamativos. El más sonado fue el que le llevó a asegurar que el Ejército «tomó los aeropuertos» cuando hablaba de las guerras de Independencia y de 1812. En el mejor de los casos, faltaba casi un siglo para el primer vuelo de la historia. El presidente explicó ayer que cuando estaba en medio de la frase, el monitor se apagó. «Y no es una buena sensación cuando estás frente a millones de espectadores en televisión», explicó.
Además de la polémica por el coste de la celebración, el debate en la calle ?con algunos momentos de tensión que no fueron a mayores, especialmente alrededor de un caganer que retrataba al presidente sentado en la taza del váter y con el móvil entre las manos? demostró lo que muchos ya temían. Al incluirse en la festividad, hizo que todo girara en torno a su figura, insertándose como un elemento de distorsión en un día habitualmente festivo y familiar en el que los políticos, al igual que la mayoría de los estadounidenses, se reúnen en torno a una barbacoa y a ver los fuegos artificiales.