Centenario de la Sociedad de Naciones: Trump, un torpedo contra la ONU
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Cien años después de la asociación de 57 países, su heredera intenta sobrevivir a los ataques del presidente de Estados Unidos
30 jun 2019 . Actualizado a las 09:26 h.«¡Que Dios nos ayude!», exclama alarmado. Que Donald Trump pudiera renovar mandato en el 2020 pone los pelos de punta a Jake Sherman, experto del Instituto Nacional de la Paz, un think tank con sede en Nueva York. Desde su llegada a la Casa Blanca, Trump dejó claro que ni el multilateralismo ni, por lo tanto, la ONU son su prioridad. Lo aclaró en su primera intervención ante la Asamblea General, en el 2017: «Siempre pondré a Estados Unidos primero».
Fundada hace 73 años, la ONU ha superado en ambición y resultados a su predecesora, la Sociedad de Naciones, de la que el pasado viernes se cumplieron 100 años de su fundación. Hija de la Primera Guerra Mundial, llegó a tener 57 países miembros, mientras que la ONU abarca hoy a todo el planeta. La primera llegó auspiciada por el presidente estadounidense Wodroow Wilson, quien meses antes de la firma del Tratado de Versalles defendía ante el Congreso de su país la creación de «una asociación de naciones»; la actual convive con el desdén de Donald Trump.
Teniendo en cuenta que Estados Unidos aporta un 22 % del presupuesto general de la ONU, su America First es un problema. Máxime si no paga la parte que le corresponde. El secretario general, António Guterres, alertó a comienzos de junio del agujero potencialmente «catastrófico» que se ha abierto en sus cuentas por los impagos de algunos países, incluido EE.UU. Maria Ivanova, profesora de Gobernanza Global en la Universidad de Massachusetts, recuerda que no es la primera vez que la ONU se enfrenta a esta tesitura. «Ted Turner pagó la deuda estadounidense y abrió la Fundación Naciones Unidas». En efecto, el creador del canal televisivo CNN aportó de su bolsillo en el 2001 parte de la deuda de su país con la institución.
Morosidad
A la morosidad actual se suma la aparente apatía a la hora de cubrir el puesto de embajador permanente. Desde que Nikki Haley dimitiera a finales del 2018, la silla ha estado vacía. ¿Se puede interpretar como un mensaje político de Trump? Para Ivanova, «es pura incompetencia», aunque reconoce que «es un reflejo claro de las prioridades» del presidente, «que no apoya el multilateralismo». Jake Sherman comparte. «No creo que sea necesariamente una declaración política, pero sí explica que no ve a la ONU como una prioridad». Sin embargo, para el embajador español, Agustín Santos, sí lo es. Recuerda que, en su segunda aparición ante la Asamblea General, Trump «calificó a las Naciones Unidas como una burocracia irresponsable que no daba cuentas a nadie». Desde su perspectiva, lo más grave es que el debate abierto dentro de la ONU sobre una posible reforma de las cuotas que aporta cada Estado miembro «se haga bajo la presión de una retirada de fondos que son imprescindibles».
Trump, que ya tiene una colonia israelí con su nombre en los Altos del Golán sirios, ha retirado a Estados Unidos del Consejo de Derechos Humanos de la ONU por, entre otros motivos, su «prejuicio crónico» contra Israel. Mismas razones aducidas para abandonar la Unesco o dejar de aportar a la UNRWA, la Agencia para los Refugiados de Palestina. El cierre del grifo ha tenido graves consecuencias. Raquel Martí, directora ejecutiva de UNRWA España, recuerda consternada la frase que le dijo uno de los 300 trabajadores despedidos en Gaza: «No estás firmando un despido, estás firmando una sentencia de muerte». Era el único miembro de su familia que aportaba ingresos en una Franja castigada por el desempleo masivo y el bloqueo israelí y egipcio.