El presidente calla y Celaá recalca que no quieren que el Gobierno dependa de los separatistas
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Tanto Sánchez como su portavoz, Isabel Celaá, se escabulleron ayer de las preguntas referidas a un eventual apoyo de los independentistas catalanes y de EH Bildu a la investidura. El presidente ni contestó y la ministra dijo no tener constancia de que haya contactos. Aunque con Esquerra, al menos, los hay y así lo desveló el jueves Gabriel Rufián. Fuentes gubernamentales señalaron que las únicas líneas rojas son Vox y EH Bildu.
Celaá insistió en que no quieren que «el Gobierno dependa de los votos independentistas», y para evitarlo «otros tendrán que asumir su parte alícuota de responsabilidad», un recado reiterativo para PP y Ciudadanos, pero que a tenor de sus respuestas anteriores caerá de nuevo en saco roto.
Pero la verdad es que las palabras de la portavoz sonaron huecas ante el panorama que tiene Sánchez por delante. Sin algún tipo de colaboración de Esquerra, Junts per Catalunya y EH Bildu la reelección del líder socialista puede ponerse cuesta arriba, sobre todo si el acuerdo con Unidas Podemos no cristaliza. Nadie, ni en la Moncloa ni en Ferraz, quiere hablar del asunto, confiados en que la abstención llegará sin que sea necesario negociarla. «Como en la moción de censura [contra Rajoy]», dicen esperanzadas estas fuentes gubernamentales.