El ministro se deja ver en un acto militar junto al presidente, cuyo silencio crea incertidumbre
12 jun 2019 . Actualizado a las 07:32 h.El normalmente verborreico Jair Bolsonaro guarda silencio sobre la crisis que rodea a su ministro trofeo, el responsable de Justicia, Sérgio Moro. Casi 48 horas después de que la web The Intercept publicase conversaciones entre el entonces juez y el fiscal Deltan Dallagnol, en lo que parece ser un caso de parcialidad del magistrado al frente de la operación Lava Jato, el presidente de Brasil apenas pronunció una escueta frase de «apoyo innegociable» a Moro, símbolo de su cruzada ética para el país. Al ministro debió de parecerle insuficiente, porque este martes forzó una foto y una comparecencia pública junto a Bolsonaro para compensar esse tibio apoyo. Un refuerzo que sí encontró en las primeras horas del estallido de la crisis en los hijos del presidente y, sobre todo, en el ala militar del Gobierno.
Bolsonaro y Moro se reunieron en la residencia del presidente a primera hora de la mañana, un encuentro no previsto en la agenda. Tras media hora y sin hablar con la prensa, se subieron a un barco de la Marina para acudir a la entrega de unas medallas al mérito naval para unas 130 personas, entre ellas Moro y dos de los hijos de Bolsonaro. El presidente y el ministro fueron juntos a petición del segundo, según su gabinete, y fue el propio Bolsonaro quien impuso el galardón a Moro. Ambos guardaron silencio ante la prensa.
No ha habido más revelaciones que comprometan aún más la situación de Moro en el proceso de instrucción de la Lava Jato, especialmente lo que afecta a la encarcelación de Lula da Silva. Glenn Greenwald, periodista dueño de The Intercept y relacionado con Edward Snowden, asegura tener más pruebas contra Moro y mayores instancias de la Justicia brasileña. Mientras, juristas del país debaten sobre las consecuencias de las filtraciones, sobre si el uso de datos robados por hackers pueden ser usados para desmontar los casos de Moro y, en consecuencia, anular el proceso contra Lula y centenares de condenados por corrupción. El fiscal Dallagnol, por su parte, ya sabe que el consejo de control del Ministerio Público va a mirar con lupa la situación.
«Una distracción»
Para los hijos de Bolsonaro, sin embargo, todo está muy claro: se trata de una distracción para frenar el apoyo a la reforma de las pensiones, la clave del proyecto económico para la legislatura. Para el diputado federal Eduardo Bolsonaro, la maniobra «está dirigida desde la cárcel por criminales», así como la próxima huelga general del día 14, pensada para protestar contra la reforma de las pensiones pero ahora con mayor calado.
También acusó a la web que publicó los mensajes de pagar a hackers y a Greenwald de haber extendido por el mundo la idea de que hubo un golpe de Estado en Brasil. Carlos, el más raso de los hijos de Bolsonaro, se limitó a recomendar para «adoradores del nueve dedos [Lula perdió uno en un accidente laboral]» recetas hechas a base de orina y heces.
Mientras, el Tribunal Supremo Federal debatía una nueva petición de libertad de Lula, con escasos visos de prosperar. Pero es el primer test para saber si los jueces son sensibles a la filtración de las charlas de Moro y Dallagnol y comienzan a perfilar su criterio ante una hipotética evaluación de los hechos que llevaron al expresidente a la cárcel.