Escándalo en Brasil: Una filtración masiva de mensajes cuestiona al juez que encarceló a Lula

Miguel Piñeiro Rodríguez
Miguel Piñeiro CORRESPONSAL | BRASIL

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ADRIANO MACHADO | REUTERS

La web «The Intercept» recoge conversaciones de Sérgio Moro, ahora ministro de Justicia, con el fiscal que incurren en ilegalidades para la justicia brasileña

10 jun 2019 . Actualizado a las 16:34 h.

Una filtración masiva de conversaciones en Telegram, publicada por la web The Intercept, ha provocado un terremoto político en Brasil de consecuencias incalculables hasta que se sepa la extensión verdadera de los textos, documentos, audios y vídeos que la página dice tener, con intercambios entre el entonces juez Sérgio Moro (ahora ministro de Justicia) y miembros del equipo del Ministerio Público que investigaba casos de corrupción de la macro causa Lava Jato, especialmente el fiscal Deltan Dallagnol.

El primer avance de esas charlas, que se atribuyen a una fuente anónima y que la Fiscalía brasileña achaca al ataque de hackers, afecta a la imagen de Moro, símbolo inequívoco de la época que vive el pais: héroe nacional por su combate a la corrupción, especialmente por la encarcelación del expresidente Lula da Silva, o traidor de la patria, justo por el mismo motivo.

Tanto Moro como Dallagnol se apresuraron ayer a negar cualquier «ilegalidad o anormalidad» en el contenido de las conversaciones, así como a denunciar su «robo» y su «uso fuera de contexto». Pero ninguno, ni el Ministerio Público, negaron la autenticidad de lo publicado por The Intercept, una web propiedad del periodista estadounidense Glenn Greenwald, de fama mundial por su colaboración con Edward Snowden.

Los textos dan soporte a la teoría de la defensa de Lula de que el entonces juez Moro actuó «de manera combinada con los fiscales con el objetivo premeditado y de clara motivación política» de condenar al expresidente. La parcialidad que llevó el caso al Tribunal de Derechos Humanos de la ONU es ahora clara, según los abogados del exmandatario encarcelado hace más de un año.

El trato a veces familiar, en ocasiones de felicitación mútua y en otras de reprimenda del juez al fiscal, refleja una relación fluida entre Moro y Dallagnol, algo que podría contravenir los artículos 129 de la Constitución brasileña y el 254 del Código de Proceso Penal, que apunta a la nula relación de los jueces con ninguna de las partes durante un caso. Pero es precisamente en lo relativo a Lula donde las conversaciones reveladas alcanzan un tono más crítico.

En ellas, Dallagnol expresa sus dudas a Moro sobre algunas de las pruebas que acabaron condenando al expresidente en el caso del tríplex en la costa de São Paulo, por el que cumple ahora 8 años de prisión. El fiscal no encontraba sólidos lazos entre el apartamento y la red de propinas en Petrobras, lo que pasaría el caso a Moro y no a la justicia de São Paulo. Finalmente, el juez se quedó el caso y el resto es historia. «Voy a dar un beso a quien encontró ese artículo», dice supuestamente Dallagnol festejando haber recibido una información periodística del 2010 que se convirtió en crucial para la condena.

La defensa de Lula ya ha anunciado que pedirá la anulación de todos los procesos contra el expresidente (incluida su prisión) investigados por Lava Jato, aunque las conversaciones reveladas por el momento no atacan la veracidad de las acusaciones y sí parecen apuntar a una prisa de Moro por condenar a Lula antes de las elecciones del pasado mes de octubre, para las que era favorito indiscutible.

Quien no se ha manifestado es el presidente Jair Bolsonaro, para quien la duda sobre Moro es un duro golpe. Bolsonaro ve en el exjuez un referente ético para su particular cruzada por recuperar los valores en Brasil. Encargó a Moro un decreto exprés para ampliar el permiso de compra de armas e iba a financiar una macrocampaña de publicidad para presionar al congreso a aprobar por la vía rápida una ley contra el crimen que, entre otras cosas, exima de responsabilidad a los policías que maten en acto de servicio.

Bolsonaro expresó en más de una ocasión su intención de crear la «Lava Jato de los jueces», refiriéndose a limpiar al Supremo Tribunal Federal de elementos ineficientes. Ahora, la Lava Jato se ve comprometida y con ella, la figura de Moro, a quien el presidente quería elevar al Supremo el año que viene para enderezar también la ética de la justicia.